Cuando sube al avión rumbo a sus deseadas vacaciones en Canarias, Cristina sólo piensa en olvidar un matrimonio roto. En sus planes está disfrutar del sol, descansar y entretenerse con la lectura de maravillosas novelas románticas, su género favorito. Lo último que Cristina espera de este viaje es exactamente lo que va a sucederle: conocer a Misha, un empresario ruso millonario, atractivo, viril y tremendamente sexy, y que éste se fije en ella, en una maestra gallega treintañera con la autoestima algo baja, un pasado triste a su espalda y una risa muy contagiosa. Junto a él, Cristina siente todo lo que había imaginado cuando leía su novela de cabecera, Cincuenta sombras de Grey: noches de sexo desenfrenado, regalos generosos... Y amor de verdad.Sin embargo, a pesar de estar viviendo ese sueño, ella no termina de creérselo del todo...¿Puede la vida ser tan fantástica como en las novelas? ¿Existen en el mundo real los finales felices?
Aquí, dando una caladita de nada |
Sé que sus intenciones son buenas, que pretende hacer un homenaje a Cincuenta sombras de Grey, pero, hija mía, ¿habrá libros para homenajear? ¿No has leído algo mejor? Al principio una no sabe si quiere escribir una coña o está hablando en serio, pero conforme se avanza se ve que la cosa va por este último camino. Esta mujer quiere hacer que las normales y cuarentonas nos podamos sentir identificadas con una protagonista torpe, que ha sufrido mucho (esto no es para bromas, que la maltrataban, pero es excesivamente recurrente y se hace pesadísimo e increíble, sobre todo que el trauma se le haya ido tan pronto con todas las perrerías que le han hecho) y que tiene michelines, y que por arte de magia conquista con su risa a un tiazo ruso que tiene los ojos negros y con fuego, rasgo que nos repiten hasta la saciedad, que no falte la redundancia (el verdadero homenaje a E.L.James). El grado de ñoñería es estratosférico cuando él la llama "risa bonita" (WTF?) y "mi amor" y ella "mi querido zar" (que se lea Besar a un ángel si quiere un zar de verdad, coñioooo), pero esto no es para nada lo peor de la historia. Si les cuento que aquí no hay una diosa interior y un subconsciente sino dos ángeles, uno de alas blancas y otro de alas negras, que sólo la protagonista ve y cuyos diálogos tratan de ser la nota humorística de la novela, ¿no es para caerse de culo y no levantarse? Patéticos es poco. Se dedican a comentar cosas como el desnudo de Olvido Hormigos en Interviú o el episodio del cura de Churra. ¡¡¡Eso te saca de la novela en cero coma!!! Los niveles de whathefuckadas en este sentido se aproximan a los palabros tipo "cuchufleta" de Megan Maxwell. Son como una patada en la cabeza que te hacen salir disparada de la lectura en vez de sumergirte en ella y perderte en la historia, olvidándote de todo lo chungo del mundo que te rodea.
Para lo que han quedado los ángeles de "Annabel Lee" |
La gota que colma el vaso de este despropósito es que Cristina, la diosa de todo esto, está leyendo al Grey y Misha (no había otro nombre), el ruso, está intrigado en saber por qué le gusta a ella esa novela. Por lo que se ve es tan lerdo que no entiende el intrincado lenguaje de la obra magna y tiene que llamar a su hermanita para que le descubra la verdadera esencia de esa maravilla de la literatura universal. La hermana le explica que la trilogía de E.L. James es el gran y definitivo tratado sobre el AMOR, el miedo a amar, las barreras que levantamos para protegernos y blablablá. Y UN JAMÓN CON CHORRERAS. ¿Pero la autora, que es profesora, por lo que se le presupone cierta cultura, no ha leído Jane Eyre por ejemplo? ¿Pero estamos locos o qué?
"Kiss my nineteenth ass, dear" |
De verdad que no tengo palabras para describir la cantidad de disparates que tiene este libro. Mi cara debía ser un poema mientras leía, aunque a partir del 40 % dejé de leer a los ángeles de las narices (para una vez que se me ocurre echarles un ojo, me encuentro que uno dice que Miguel Ángel pintó La Última Cena, con un par), los polvos (leído uno, leídos todos y es que no paran, él es un macaco, todo el día empalmado) y las ñonadas que nos cuenta Cristina de su trabajo en el colegio, el perrito adoptado, el hijo enfermo de la amiga, las descripciones insoportables, las críticas a lo mal que va el país... Es que no hace falta. Y el nivel de vergüenza ajena es ya máximo en lo referente al asunto del ex-marido maltratador y cómo se soluciona.
Otras whathefuckadas: esa sobrina de trece años contándole que se hace guarreridas cuando está sola y con ganas de macho. ¿PERO QUÉ COÑ...? Que ella se haga pajotes está bien, mira tú por dónde, eso sí mola. Que la cría venga contárselo a la tía guay no. Nein. Niet. ¡Que no! Y más: la madre que pasa de ella, ay, qué mal y cómo ella se venga por haberle dado una infancia infeliz; el director del colegio que se le arrima y el osito Misha se pone celoso y termina por pedir en el concurso de traslados; la superdiosa que lleva dentro (no teníamos bastante con la diosa de Anastasia)... o, ya el colmo, QUE ELLA SE LLAME CRISTINA Y EL RUSO LE DIGA QUE ESCRIBE BIEN Y QUE DEBERÍA PUBLICAR SU HISTORIA DE DESGRACIA Y REDENCIÓN. ¿Es que la gente no tiene vergüenza? Me sé de una que le puso su nombre a una guerrera, protagonista de una infame novela ambientada en las Highlands. ¡Con todo su morro nos obliga así a imaginárnosla a ella! ¡Quería arrancarme los ojos sólo de pensarlo!
En fin, que el querido zar y todos los queridos que hay aquí (mi querida Tita, mi querida Paula, mi querida Emma, mi querido Sergio, mi querido sursum corda que pasaba por allí) son para salir corriendo y no parar. A mí me puso perra, pero perra rabiosa, echando espumarajos por la boca.
Estoy que muerdo ante semejante estafa |
Por todo esto y más que no digo porque no quiero que nos cierren el blog, obtiene en nuestro Gandymetro el primer Antigandy de la historia, todo un honor:
Para zar ya tenemos a Alex Markov, tío moñas |