Dean Robillard, jugador de los Chicago Stars, es el hombre más afortunado del mundo: es una auténtica estrella deportiva y acaba de iniciar una prolífica carrera como modelo de ropa interior. Pero el camino a la gloria ha comenzado su declive y Dean decide hacer un viaje por carretera en un intento por comprender qué es lo que no marcha bien en su vida. Pero lo que no sabe es que muy pronto conocerá a alguien que pondrá su mundo del revés.
Blue Bailey sólo tiene un objetivo en la vida: vengarse de su ex. Para ello cuenta con la ayuda de un auténtico dios griego, el jugador de fútbol americano más famoso de América, que se ofrece a llevarla en su Aston Martin. Sin embargo, Dean no es el deportista descerebrado que ella había imaginado…
Podría empezar esta reseña diciendo que acabo de terminar la serie de los Chicago Stars y que mi vida es un poquito más triste sin ella pero mucho más alegre a la vez por haberla conocido, pero cuando estéis leyendo esta reseña ya habrá salido el octavo libro (y, con suerte, lo habré leído, muajajajaja), con lo que yo no me atrevería a dar la serie por terminada porque mientras haya SEP hay esperanza. Y que dure muchos años porque estos libros son de lo mejor que me he metido en este cuerpecito serrano (y me he metido mucho y muy bueno *tose*) . Y éste del que os vengo a hablar hoy...
Croqueta campestre de la felicidad |
Dean Robillard es el chico de oro de los Chicago Stars (ese objeto de deseo no guarreril de Heath en el libro anterior). Ya sabemos lo que ser el golden boy significa: pasta, famoseo, megacoche... y aburrimiento. Dean está un poco perdido y hastiado de todo y se compra una granja, no en África, como Meryl Streep, sino en Tennesee. Y de camino a ella se encuentra una castora sin cabeza.
Pero dafuq gigante, chico |
Bueno, esto es una novela de SEP, si os digo que se encuentra con un alienígena comiendo neumáticos os lo creeríais igual. El caso es que a quien se encuentra es a Blue Bailey disfrazada de castor y con ansias asesinas hacia su ex. Y, como todas conocemos ya el humor de Dean, decide acompañarla en su periplo asesino para pasar un rato divertido. Lo que él no sabía es que en el momento en el que deja subir a Blue a su Vanquish, le está abriendo la puerta de su vida y su corazón...
¡Eh! Que no soy cursi, es que Dean saca mi poetisa interior |
Como todo en el universo de SEP, tras la fachada se esconde un mundo mucho más interesante y profundo. Dean es todo un machote SEP, físico despampanante, carisma a raudales, buena persona pero con su trauma particular, en su caso, una vida solitaria y sin hogar, con un padre inexistente y una madre con un pasado de groupie lleno de putiferio y drogas que alucina, vecina. ¡Bastante bien ha salido el chico! Pero, ahora que las lesiones han empezado a tocarle, su mundo comienza a tambalearse. Blue comparte con él la falta de hogar, más que nada porque su madre lleva el título de "Salvadora del mundo" en el culo y ha preferido sacrificar su vida familiar por un bien mayor, ayudar a los que nadie ayuda. Y así ha crecido Blue, errante y sin aferrarse ni amar a nadie, sabiendo que con la única persona que puede contar es con ella misma. Pero, como en el mundo SEP tener un pasado marcado por unos padres locos te garantiza una estupenda y nada común vida, que lo que un castor descabezado y la desesperación han unido, ni una granja que se cae a cachos ni una vieja pelleja ni unos padres que se
A partir de ahora le daremos mejor uso a esto, chato |
El libro va fluyendo estupendamente, nada es apresurado, todo va surgiendo poco a poco y tú, aunque quieras que todo vaya más deprisa (como lectora ansiosa profesional que eres), vas disfrutando del camino tan ricamente, siendo consciente de que tienes una delicia en tus manos y que vas a saborearla -note el lector de esta reseña la nula objetividad de la escritora-. Dean y Blue han ascendido a mi top de parejas seppies (pero no, no superan a Dan y a Phoebe *.*). La relación entre Dean y Blue es sencillamente maravillosa. Ya sabéis que Dean me encantó en el libro anterior, con su extraña relación con Annabelle. Aquí es más maduro pero sigue siendo tan encantador como antes o incluso un poco más (totalmente un natural born charmer, como dice el título original). A mí me tiemblan las patillas de las gafas con un personaje así, qué vamos a hacer. Y Blue es una espléndida (y peculiar) chica SEP, sin un físico abrumador pero con unos ovarios como dos campanas que no se molesta en ocultar, un ingenio arrollador y una sensibilidad e imaginación que no deja ver a nadie. Con dos personajes así no podía salir una relación blandurria o con constantes equívocos. Aquí van a las claras casi desde el principio, no se ocultan prácticamente nada (a ver, algo sí porque alguna chicha y pichotismo tiene que haber) y nos inundan las páginas con momentos llenos de humor y diálogos ingeniosos con mala leche, de carcajada total 👇👇👇.
Los padres de Dean son para echarles de comer aparte. Sinceramente no me esperaba una historia secundaria sobre ellos por lo despacito que nos la va enseñando SEP. Creo que, junto con la historia secundaria de Heaven, Texas, ésta ha sido la que más me ha gustado. Dos personas que ya han vivido lo suyo, que tienen demasiado que echarse en cara, que se conocen de sobra y que, sin embargo, no se conocen nada. ¡Joer, que se merecían un libro propio y todo! Además que están los dos de buen ver y que, tras ver al padre, ninguna le haríamos ascos al sandwichito paternofilial (grrrrrrrrrrrrrrrr). Pero vamos, lo que yo os decía antes de que la lujuria me nublara es que esta historia me ha gustado muchísimo. Se va desarrollando tarde, despacio y con cuentagotas, de modo que no estorba a la trama principal. Poco a poco vamos viendo algo más y queremos saber más aún. Para mí SEP lo ha hecho aquí estupendamente. Además que menuda historia arrastran los personajes. Podemos ver cómo lidian con su pasado entre ellos (donde los reproches vuelan como mis bragas cuando veo a David Gandy) y con su hijo, al que le hablan directamente, sin enmascarar las cosas, exponiéndolas sin pena ni pidiendo perdón eternamente por lo que ya ha ocurrido y no se puede cambiar.
Me mola cantidubidubidubi, cantidubidubidá |
Ésta es una novela muy SEP y, a la vez, distinta. Poniéndome las gafas de lista os diré que veo en este libro una madurez que no he visto en los anteriores de la serie pero sin moñismos, que es una de las cosas que solemos ver en SEP y que a mí me hace ladear el hocico, ya lo sabéis (aunque no nos libramos de nuestra ración de pueblo sureño y de personaje raruno -la vieja, que aporta más bien poco-). No os vayáis a pensar que Nacida para seducir tiene el tono melancólico de Apenas un sueño. A mí me ha parecido que, a pesar de lo malo que arrastran todos los personajes (hasta la niña que aparece), el humor y la esperanza impregnan todo el libro, algo muy de SEP y que aquí me ha parecido especialmente logrado. Y no esperéis encontrar tensión perraquil no resuelta, guarrerismos múltiples o un relato detallado de todo lo que ocurre. Aquí se nos cuenta todo de un modo muy sutil, casi como de peli (me refiero al ñiqui ñiqui). Hay más descripciones sensoriales que físicas, más sentimiento que añadfhaskjdfhjaksdh. ¡Vamos, que hay más tajos! Pero no en el sexo (de esto lo que hay es poco), en la trama en general. De hecho, hay cosas importantes que conoces directamente porque otros personajes las cuentan. Y, oye, -parece mentira que yo vaya a decir esto- pues que me ha parecido bien y todo, así no se vuelve pesada la novela (aunque, bueno, un poco más de ver a Dean en acción no ha matado nunca a nadie, salvo si estiras la pata por las fiebres bajeriles que este rubio maromo te produce, grrrrrrrrr).
Que es justo lo que le pasa a Kim, así está tras catar a Dean |
Queridas, Nacida para seducir ha sido una verdadera delicia para mí. SEP nos regala una peculiar pero preciosa historia de amor, tanto a tu pareja como a la familia, con los sinsabores que tiene la vida pero sin perder el humor y la esperanza de tener una segunda oportunidad y una vida mejor. Es como un puzzle sideral cuyas piezas nos vamos encontrando por el camino y vamos reconstruyendo poco a poco hasta que al final todo encaja en una extraña perfección, que es justo lo que nos enamora del mundo de Susan Elizabeth Phillips. Ahora mismo estoy tan enamorada de este libro y de esta serie que lo único que puedo hacer a gritar a los cuatro vientos:
¡¡¡PETARDAS, NO SÉ QUÉ HACÉIS QUE NO ESTÁIS LEYENDO ESTOS LIBROS YA MISMO!!!
Dicho desde mi más profundo amor hacia vosotras, muac muac.
Por todo esto, Nacida para seducir se lleva en nuestro Gandymetro...
Golden Dean Boy, te espero de golden parts abiertas |