domingo, 22 de junio de 2014

Flores en la tormenta, Laura Kinsale


Christian Langland, duque de Jervaulx, es un conocido libertino poseedor de una mente brillante y un don para las matemáticas, que prefiere malgastar su existencia llevando una vida licenciosa. Maddy Tims es una solterona cuáquera (una secta protestante cristiana) cuyo padre, un matemático ciego, colabora con el duque en sus investigaciones. Jervaulx, tras sufrir un ataque durante un duelo con un marido desairado, es internado en un asilo para dementes que casualmente está dirigido por un primo de Maddy. Y es allí donde sus caminos vuelven a cruzarse. El duque está considerado como un paciente violento aquejado de demencia. Sin embargo, Maddy es la única persona que se da cuenta de cuál es realmente el mal que padece: él es simplemente un hombre cuerdo, incapaz de comunicarse verbalmente, que se siente frustrado y lleno de ira por esa razón y que vive continuamente atemorizado por el trato vejatorio que sufre a manos de su guardián. A partir de ese momento, Maddy se vuelca con él y decirde ayudarle a recuperar su vida.


Leí Flores en la tormenta porque había oído que no era la típica pastelada romántico-calorra con impetuosas e indomables jóvenes de melena pelirroja al viento, highlanders musculosos y pasiones desatadas en castillos de nombre impronunciable. Y qué acierto leerla, oigan. Porque esta pareja imposible (una austera cuáquera y un libertino) te convence de que el amor no tiene barreras. Qué bonito.
Esa manía de escamotearnos los pelos del pecho
en la portadas horteras
 

El caso es que empiezas a leerla sabiendo que ambos están destinados a estar juntos, pero lo interesante es ver cómo. Y hete aquí que ha de ocurrir una desgracia (no se aclara, pero se supone que a Christian le da un ictus y así lo explica Laura en su página web) será la que los ponga en contacto, porque Maddy ve como una misión del Altísimo el hacerse cargo de este hombre que está sufriendo lo indecible por no poder hablar ni expresarse. Él, por su parte, no soporta a Maddy y sus ademanes recatados y de santurrona, lo que no le impide acorralarla en una ocasión y soltarle uno de esos morreos históricos (e histéricos) que nos dejan petticoatless pa los restos. Ella lo achaca a su estado y lo deja pasar, pero nosotras estamos para tomar un litro de tila después de eso al ser un anticipo de lo que está por venir. ¿Pero cuándo vendrá? Ay, estas esperas son mejores que el aquí te pillo, aquí te mato... 
Así nos pone Christian cada vez que dice "Niñamaddy"

Lo mejor de la novela es que ni él ni ella cambian en esencia. Maddy es una especie de Jane Eyre firme en sus convicciones, que no quiere abandonar sus creencias a pesar de sentirse irremediablemente atraída por ese hombre que, en principio, no le conviene, pero que se revela como un ser atormentado que necesita de ella para salir adelante. Tampoco es una cría ya, tiene veintiocho años y las cosas bastante claras. Es una de esas mujeres que a Kim y a mí nos gustan: nada Pichote. Tampoco es ningún pibón, así que es más fácil identificarnos con ella. En cuanto a Christian (otro que se llama como el Grey, pero nada que ver, gracias a la diosa que llevo dentro), tenemos claro que posee unos ojos azul oscuro, rodeados de pestañas negras como el pelo, su cuerpo es fibrosoñajdñalsjdfs y la sonrisa es de pirata diabólico, lo que pone a Maddy perraca y nerviosa a la vez. 

Espera, espera... ojos azules, pelo oscuro y sonrisa canalla: ¡Christian es David Gandy!

Ya tenemos a la parejita. Ahora se preguntarán las lectoras cómo consigue Laura Kinsale que no sólo coincidan sino que haya tema sexuarrrll y más allá con una chica como Maddy, cuáquera y recatada, de las que si no hay anillo con una fecha por dentro de por medio, ni catarlo. Pues lo hace muy bien, no diré la manera de solucionarlo porque es mejor que lean el libro. La tensión añdjñashgñasjdfas es mucha a lo largo de la historia. La novela tiene treinta y seis capítulos y habrá que esperar hasta el veinticuatro para que haya guarreridas. Laura Kinsale no sólo borda esto que parece tan imposible (por las creencias de Maddy) desde el punto de vista argumental, sino descriptivo. Qué clase para narrarnos las escenas de sexo, pocas pero perfectas, con los puntos de vista de ambos, algo que las hace más interesantes y que nos pone ya afónicas, y no precisamente de la garganta. 

Yo leyendo Flores en la tormenta

De esta novela guardo un recuerdo muy agradable. La imagen que yo tenía de las novelas románticas era distinta, lo reconozco. Laura Kinsale me descubrió que no, que pueden ser otra cosa. Porque literatura romántica no es sinónimo de mala literatura. Es una pena que tengamos que leer casi a escondidas, no vaya a ser que nos apedreen o algo por gustarnos echarnos un calorreíllo al cuerpo de vez en cuando. Pero ojo: un calorreíllo bueno. Mierdas como el Grey triunfan siendo truños de proporciones pianísticas, cuando no catedralicias, pobres en cuanto a contenido y no digamos en lo referente al estilo, repetitivo y malo con ganas. De repente una tropieza con joyitas como Flores en la tormenta y se pregunta que por qué tienen que ser consideradas cosas "para mujeres" y de segunda categoría. ¿Acaso no hay folleteo en otras novelas? ¿Por qué hay que ningunear una buena historia de amor? Si Charlotte Brontë hubiera escrito Jane Eyre hoy, ¿no nos hubiera descrito al señor Rochester con sus peletes en el pecho o dándole un morreo con lenguaca a Jane tras aceptar ella su proposición de matrimonio? ¡Pues claro que sí! Estoy hasta el m(c)oño de la nueva ola de follisqueo greyano, aburrido ya y sin otro argumento que el de te tapo los ojos, te ato a la pata de la cama o te pego tres cachetes en el culo. ¡Anda y que os den concurso! Que escribir una novela romántica de época no es nada fácil. Los diálogos, las situaciones y la trama tienen que ser creíbles, hay que documentarse (¿me oís, autoras megaventas? ¡HAY QUE DOCUMENTARSE!) Laura Kinsale no nos coloca una cuáquera sólo por el hecho de que sea recatada y eso le venga bien a la historia, sino que ha investigado sobre las creencias de esta secta cristiana, y hasta sobre matemáticas. Olé por ella. ¿Es malo aderezar todo esto con escenas de las que nos ponen a ladrar por su intensidad sensual y tensión añdljgañsghañsldgashgs? No. Y puunto. Qué a gusto me he quedado. Cuando una se acerca a leer algo de un género en concreto, espera que sea bueno en lo suyo, ya sea novela policíaca, de misterio, histórica, de aventuras o romántica. Pues no me he tragado yo pestiños de otras temáticas...

Repartiendo estopa a todo lo mierder que ronda por ahí. ¡Tenía que desahogarme!

Dicho todo esto, sólo me queda añadir que Flores en la tormenta merece en nuestro Gandymetro...

Con un par de ovarios, señora Kinsale

12 comentarios:

  1. Nunca te agradeceré lo suficiente que me recomendaras esta novela, qué maravilla!
    Qué clase contando la historia, no únicamente la parte romántica, sino todo lo demás. La historia de Christian es tremenda y está contada con una maestría increíble. Y la parte de amor... Madre mía, me faltan palabras. Es un must.
    Y qué te voy a decir de lo demás! Tienes toda la razón, se puede hacer buena literatura de este género, con buenas escenas de sexo y una buena historia. Esta novela es el perfecto ejemplo de ello.
    Genial reseña, Cassie!!
    Besotes!

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  2. Un gracias enorme!!!
    Tengo que decir que nunca había leído nada de Laura Kinsale, y hoy gracias a ustedes he terminado Flores en la tormenta y he quedado sin palabras. Que mágica fue esa historia. Christian, Maddy...
    Impecable, desde el punto de vista de Christian y sentir esa impotencia que él sentía hasta Maddy y también sentir esa contradicción entre lo que sentía y lo que debía hacer...fue impresionante!!

    Gracias totales.

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    1. Es una historia maravillosa, y el modo en el que se narra... No sé, te llega de un modo especial, al menos a mí lo hizo, es una de mis favoritas desde que Cassie me la descubrió.
      Me alegro mucho de que a ti también te haya encantado!!
      Un beso!

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    2. Me alegro de que te gustara, Noelia. Es un gozada de historia y cómo está contada. Además, sus protagonistas no pueden ser más opuestos y, sin embargo, Laura sabe cómo hacer que terminen juntos. Gracias por comentar. ¡Un besote!

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  3. Hazte la camiseta ya, pero ya!!!
    Christian Langland se merece eso y mucho más.
    Hay otro libro de este tipo con otra pluma brillante donde las haya, si tuviera que elegir no sé con cuál me quedaría la verdad. La autora es Jennifer Ashley y el libro La locura de lord Ian Mackenzie... El otro es canalla y este escocés, es que nos lo ponen muy difícil, joer!!
    Me ha encantado tu análisis del libro. Y sí, es una pena que no sean más abundantes ejemplos de buena literatura romántica como este.
    Besitos!!

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    1. ¡Jajaja, voy a decirle a Kim que empiece con el diseño! La de Ian MacKenzie está siglos en mis pendientes y esto hay que remediarlo... ¡Ya te contaré! ¡Gracias por comentar! :)

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  4. Yo estoy en ello y me está encantando

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  5. Yo estoy en ello y me está encantando

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  6. Maravillosa. No tengo más que agregar.
    ah, si!
    Especial para las que están podridas de leer siempre lo mismo, basta de historias predecible que ya sabemos hasta lo que va a pasar y lo que van a decir (que le late el núcleo, que el canal húmedo y el eje duro y caliente, y bla bla bla). Que no es que no pasa nada, al contrario, ¡¡pero qué bien escrito!! Poesia pura.

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    1. Es que esta novela es otra cosa, caviar puro. Una joya que va más allá de la novela romántica. Gracias por comentar :)

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  8. Creo que soy de las pocas personas a las que esta novela no le gustó. Se me hizo larguísima, nunca terminé de leerla. El personaje de ella me gusta, pero el de él nada que ver. Me pareció caprichoso e incluso sentí que maltrató a Maddy en mas de una ocasión.

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