A pesar de no tener motivos para continuar adelante desde que el huracán Katrina le arrebató a sus seres queridos, Natalie Benoit se da cuenta de lo mucho que ama la vida cuando, en el transcurso de un viaje organizado por la Asociación de Periodistas, es secuestrada por los Zetas, un cártel mexicano relacionado con el narcotráfico y la muerte de mujeres en Ciudad Juárez.
Zach McBride arriesga su vida todos los días; su trabajo para el Gobierno consiste en atrapar a los criminales que operan a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. Pero es traicionado, y termina en manos de los Zetas que, convencidos de que les ha robado un alijo de droga, comienzan a torturarle brutalmente.
Cautivos de los Zetas, el destino hará que Zach y Natalie se vean obligados a aunar sus fuerzas: primero para escapar, y después para desentrañar una red de narcotráfico y blanqueo de dinero que afecta a importantes personalidades, tanto en México como en Estados Unidos.
¿Serán capaces de hacerlo sin sucumbir a la incontenible pasión que surge entre ellos? ¿Conseguirán superar no sólo a sus perseguidores, sino también aquellos miedos que les obligan a llevar una existencia a medias?
Dejadme el abanico o el ventilador industrial porque así me he quedado tras la lectura de Sin salida, con unos calores que ni en una sauna con el abrigo de visón puesto. Ya me habían advertido de que Zach era un maromazo de los que te vuelven las bragas del revés pero no esperaba yo que me saliera todo volando con tanta rapidez, especialmente tras el pequeño bajón que fue Sombras de sospecha. Pero claro, todo se me volvió loco cuando me enteré de que Zach había sido SEAL.
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El efecto de esa palabra sobre la ropa de Kim |
Natalie Benoit es periodista del I-Team y de Nueva Orleans. Se trasladó a Denver cuando el Katrina destrozó su vida y ha logrado rehacerla gracias a su trabajo, aunque no es feliz. Para evadirse un poco y que le dé el aire se va con un grupo de periodistas a Ciudad Juárez (lugar de vacaciones por excelencia, como es sabido por todos) y allí, oh sorpresa, es secuestrada por un grupo armado, los Zetas, que pretenden hacerle mil perrerías para que comparta el destino de tantas mujeres que son torturadas, violadas y asesinadas en esa ciudad sin ley. La gran suerte que tiene Natalie es que no va a estar sola en su cautiverio sino acompañada por la varonil presencia de Zach McBride, veterano de guerra (traumado, of course), antiguo SEAL (allá que van mis bragas) y Marshal. Vamos, que si te gustan los uniformes, los ha tenido todos. Zach está siendo torturado y ve en Natalie la ayuda que necesita para poder escapar del cautiverio de los malvados y regresar a Estados Unidos atravesando los bellos parajes desérticos mejicanos. Y Natalie se agarra a él para sobrevivir como un gato a las cortinas, decidiendo confiar en ese desconocido pero fuerte maromazo para volver a casa. Y claro, la huída, la adrenalina y los riesgos del desierto acaban confluyendo y logrando que no sean los calores externos los únicos que acaben derritiendo hasta las piedras...
Bueno, teniendo en cuenta la situación en la que se conocen y las situaciones por las que pasan yo no concibo que éstos se enamoren bailando una jota o a base de poemas moñas. El amor entre Zach y Natalie surge de la lujuria y del palotismo, del subidón de adrenalina que te da sobrevivir a una situación traumática. Zach y Natalie deciden que la vida son dos días y que han estado a punto de perderlos, así que no hay mejor modo de olvidar los peligros que lanzarse en brazos del Dios de los Fuegos Bajeriles, aún a riesgo de pincharse el culo con un cactus.
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Tranquila, que ya te pincho yo con otra cosa |
No todo son contactos sexuales de alto voltaje, eso sí. Bueno, sí lo son pero mientras en la primera parte todo es más apresurado y lujurioso, más "fo**emos como si el mundo se acabara mañana" en la segunda parte hay más espacio para el amor en su relación. No es que vayan a ser los más moñas del mundo, ya os lo digo, pero cuando ya dejan de sentir la agobiante presión desértica hay más espacio para los sentimientos, sin dejar de cogerse (dicho esto en el más argentino de los sentidos) con unas ganas de echarte a arder las pestañas. Me encanta cómo narra Pamela Clare las escenas sexuales. Aquí vamos bien serviditas pero no nos eternas ni estás páginas y páginas viendo qué están haciendo. Eso sí, son descriptivas en plan saber si a Zach le cuelgan los cataplines o le mira la boa a Cuenca, os advierto. Y ya que estamos en temas guarreriles, voy a hacer un pequeño inciso para comentar una cosa que he visto en muchas novelas (norteamericanas) y que me hace levantar las cejas de tal modo que me lleguen hasta la nuca. A ver, queridos, que sois muy majos pero a veces muy ceporros. Que para acabar with child o with boa/xixi infection no es necesario culminar la faena/poner la bandera/descorchar el champán a lo loco/tener una erupción cual Vesubio. Que con que hayas empezado a percutar por cualquier orificio corporal ya puedes haberte metido en un buen jaleo. ¡Que os pongáis condón desde el principio o le hagáis un homenaje a la Santa Raciendad y os refrotéis contra una piedra, coñe!
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Otra marcha atrás en una novela contemporánea, yu-pi |
Sin salida es un libro que te deja sin aliento desde el primer momento, un no parar constante de acción y emoción, aunque esta vez decide no incidir mucho en el tema serio que trata (y menos mal porque es terrible) y tampoco vemos ambiente de periódico. Está narrado del modo habitual en esta serie, en tercera persona alternando constantemente los puntos de vista, lo que hace que la narración sea bastante ágil. Hay dos partes claramente diferenciadas, la primera en Méjico y la segunda en Estados Unidos. En la primera casi no tenemos tiempo para respirar, huyendo como estamos con Zach y Natalie (así son los polvos, rápidos y de mucha intensidad). La segunda parte es más pausada, hay más espacio para el amor y para más personajes, ya que nuestros adorados maromazos de los libros anteriores aparecen y cobran un gran protagonismo, especialmente Marc y Julian. Eso sí, Pamela Clare vuelve a dar muestras de su vena Gabaldon sádica y nos recuerda que los trabajos de estos maromazos son muy complicados y que nadie está a salvo...
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Y yo que pensaba que estos maromos eran intocables |
El final es muy peliculero, digno de una película de acción de los años ochenta con su sobredosis de barras y estrellas chorreando por los renglones. Eso sí, hay una reunión tan grande de maromazos uniformados que sufrí un Big Bang ovárico leyendo el epílogo.
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¡Que Kim están con los maromos de la Clare! ¡Corre! |
Zach y Natalie me parecen una de las mejores parejas que Pamela Clare ha inventado, casi casi al nivel de Marc y Sophie, que es mi favorita. Zach es simplemente perfecto, tiene todas las cualidades que yo busco en un maromo contemporáneo uniformado, leal, de buen corazón, decidido, con sentido del humor, de palotismo fácil... Sin embargo Natalie, que era mi favorita, me ha parecido un personaje desaprovechado. Tiene una historia personal dura pero se trata muy de soslayo y, sinceramente, yo pensaba que iba a ser algo mucho más dramático. En general no me ha parecido un libro con exceso de dramatismo o de sentimiento, creo que Pamela Clare ha sabido encontrar la medida perfecta de todos los elementos que componen esta serie, la acción, la intriga, el amor y el palotismo. Tal vez si os gustan las historias de amor con más romance ésta no os convenza pero a mí me ha dado justo lo que yo quería, una lectura sin descanso y un maromazo digno de provocar más calor que el desierto de Sonora.
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El ovario izquierdo de Kim cada vez que sale Zach |
En definitiva, Sin salida es, de momento, el libro más redondo de toda la serie I-Team. Lo tiene todo y en su justa medida, es una lectura que te engancha desde el primer momento y te hace muy complicado parar de leer. Es ágil, emocionante y muy calentorra pero sin dejar de tener su puntito sentimental, justo lo que yo busco en estos libros.
Por todo esto se lleva en nuestro Gandymetro...
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Zach, tu boa pechote es mi oasis soñado |