Antes de conocer a Donovan Decker, ya conocía su número de calzado. Verás, me había ido de viaje unos días y, con las prisas por salir del aeropuerto, cogí el equipaje equivocado. Tras mirar sus caros zapatos y su ropa hecha a medida, llamé al número de la etiqueta de la maleta esperando que el Señor Gran Derrochador tuviera mi equipaje. Respondió una voz profunda y aterciopelada que, afortunadamente, sí tenía mi maleta.Donovan y yo quedamos en una cafetería para hacer el intercambio y resulta que la voz no era lo único sexi que tenía. El hombre que tenía mi equipaje era absolutamente fabuloso y la chispa entre nosotros surgió inmediatamente. Me hizo admitir que había cotilleado su maleta y me convenció para que le invitara a un café como compensación. El café nos llevó a la cena, la cena al postre y el postre a pasar el fin de semana juntos. Donovan no era solo guapo y con una voz bajabragas. También era divertido, inteligente y sorprendentemente realista para ser un hombre que llevaba zapatos de setecientos dólares. ¿He mencionado que me hizo la colada mientras dormía? Demasiado bueno para ser verdad. ¿Cómo le pagué por su amabilidad? Esperando hasta que estuviera en la ducha y desapareciendo. Mi vida era muy complicada para un tipo tan fantástico.En los meses posteriores pensé en Donovan a menudo. Pero en Nueva York vivían ocho millones de personas, ¿qué probabilidad tenía de encontrarme con él? ¿Y qué probabilidades tenía de encontrármelo un año después... justo cuando había empezado a salir con su jefe?
No es que sea yo muy religiosa pero me veo en la obligación de pedir a
Dior que
bendiga a nuestra hermana Vi Keeland por las portadas maromiales
que nos regala, ¡ay omá! Dicho esto, me meto en faena reseñil para deciros
que, aunque hayan pasado varios meses, esta lectura fue otra más del
atracón de libros de esta escritora que me pegué para su mes del Reto Rita
5. Ya habéis podido comprobar que
no es una autora que me vuelva loca, pero sus libros son un poco "droja"
cuando necesito desconectar el cerebro y ese mes lo desconecté todo lo que
pude y un poco más (no todo lo que leí está reseñado aquí pero
en Goodreads, sí). En fin, que no pensaba reseñar The Spark por aquí porque no voy
a repetir constantemente lo mismo, que hasta yo me acabo cansando. Pero
hete aquí, querida lectora, que
este libro no es más de lo mismo, este libro es distinto.
Jamás pensé que llegaría a ver este día |
Bueno, no lancemos las campanas al vuelo, que luego nos caen en la cabeza.
Tú
empiezas a leer The Spark y ves rápidamente que es un libro de Vi
Keeland. Nuestra protagonista, Autumn Wilde,
confunde su equipaje en el aeropuerto con otro y, cuando lo abre en
casa, en lugar de encontrar sus bragas y los vibradores varios que se
llevó a Las Vegas para la despedida de soltera de una amiga,
encuentra una ropa masculina (güena, güena, nada del Primark) y
unos zapatos de calidad superior. Afortunadamente para ella, también
encuentra un número de teléfono, tras el que se esconde la profunda voz
maromial del mozo que tiene su equipaje, Donovan Decker. Cuando
queda con él para intercambiarse las maletas, se le caen las bragas
al nivel del metro al ver que esa voz va acompañada de una presencia que
nubla los sentidos y abre las piernas. ¡Y además es un tío majísimo! Como
tú comprenderas, se lo tuvo que trincar.
¡Claro, claro! Esto... NO |
Bueno, vale, no se lo trincó en el sentido metesaquil del término
pero, chica, si a mí me comen el potorro no puedo decir que no he tenido
sexo y Autumn, tú sabes que Donovan bajó al pilón repetidas veces (Vi
Keeland, no solo del acto penetrativo viven las relaciones sexuales, que
lo sepas). En fin, que
pasaron un fin de semana maravilloso pero Autumn se largó para no
volver jamás y Donovan se quedó perplejo y enamoriscado por completo.
¡Quién le iba a decir que se iba a reencontrar con Autumn vía laboral y
que ella iba a ser la novia de su jefe! Ese jefe del cual depende
que le hagan socio del bufete de abogados...
Esto huele a pisto y I like it, mama |
Los planteamientos de la Keeland me suelen encantar, pero una ya tiene el
culo pelado (sobre todo después de leer tantos libros suyos seguidos) y
me esperaba lo de siempre, un primer tercio de folleteo sin fin,
relación establecida y el resto del libro de mierdeo de la relación y
drama. PERO NO. Y por eso es por lo que he decidido reseñar
The Spark aquí, porque,
sin dejar de tener los elementos básicos de un libro de Vi Keeland, sí
es todo distinto a lo que previamente he leído
de ella. Primero de todo, que
no hay guarrerismos hasta el último tercio de la novela. Y no me
refiero a metesaquismos, me refiero a cualquier clase de guarrerismo. Es
cierto que ya tuvieron su contacto con tacto al principio de la novela
(que tú no lo lees, ojo), así que no puedo decir que sea un
slow burn porque es volver a verse y despertarse los fuegos
bajeriles. Pero, aunque Donovan deja siempre claro lo que siente por
Autumn, en ningún momento presiona o pide más de lo que ella le da.
Él está ahí para ella de modo incondicional y es Autumn la que tiene en su
mano hacer o dejar de hacer. Por supuestísimo, cuando Autumn por fin cede
(porque, muchacha, es imposible no hacerlo ante Donovan) eso es 🔥, pero
es un libro en el que
no hay demasiado sexo ni es chorreantemente guarro
(al menos, para las costumbres de esta escritora). Y todo siempre con
mucho sentimiento, porque Donovan está que pierde el sentido por esa
muchacha. Es que Donovan es muy adorafollable, ¿eh? Maravilloso por
completo. Es un maromo Keeland de esos que sabe que vale mucho y lo sabe
(además de estar buenorrísimo, claro), pero
carece de ese gilipollismo que tienen muchos de los protagonistas que
esta mujer crea, lo que le hace más fabuloso aún.
Kim, cada vez que Donovan aparece |
El drama (porque no puede ser un libro de Vi Keeland si no lo hay) se va
mostrando poco a poco a través de Autumn y de sus flashbacks, que en esta
ocasión son muy pocos. En la parte final se hace más presente y creo que
ahí la escritora la caga un poco, ya que es un
tema muy importante que, cuando da la cara, se despacha muy rápido. Y ese es uno de los grandes peros del libro, que se van liando ciertas
tramas cuya resolución es muy rápida y, algunas, directamente te las
cuentan en el epílogo. Mi otro pero es que le falta nervio.
No me voy a quejar yo de que haya mucha relación amorosa porque eso es lo
que más disfruto pero también reconozco que
este libro ha quedado muy cuqui pero algo flojo porque apenas hay
conflicto. Vi Keeland crea personajes y tramas que pueden dar vida a la historia
pero o los solventa de un modo algo anticlimático o los hace desaparecer
hasta que alguien cuenta cómo han acabado, y eso te deja un poco de bajuna
porque es todo como plano. Pero en cualquier caso el libro
se lee de modo cómodo y rápido, es cuqui, tiene su parte sexi y un
maromo de agarrar y no soltar, así que se lleva en nuestro Gandymetro...
3'5. Abogado, llévame a juicio... y a la cama |