Bee Königswasser se rige siempre por un código muy sencillo: ¿qué haría Marie Curie? Si la NASA le ofreciera liderar un proyecto de neuroingeniería, un sueño hecho realidad después de pasarse años malviviendo con las migajas del mundo académico, Marie aceptaría sin dudarlo. Obvio. Pero la madre de la física moderna nunca tuvo que codirigir ningún proyecto con Levi Ward.
A ver, Levi no está nada mal: es alto, moreno y tiene una mirada de lo más penetrante. Pero Levi dejó muy claros sus sentimientos por Bee en la universidad: es mejor que dos enemigos trabajen cada uno en su propia galaxia muy muy lejana.
De pronto, Bee se encuentra con que su material ha desaparecido, el personal pasa de ella y su maltrecha carrera profesional pende de un hilo. Puede que su lóbulo occipital esté jugándole una mala pasada, pero juraría que Levi empieza a convertirse en su aliado, apoyando sus decisiones, secundando sus ideas... devorándola con esa mirada suya. Y las diferentes posibilidades traen a sus neuronas de cabeza. Sin embargo, cuando llega el momento de jugársela y arriesgar el corazón, solo hay una pregunta que importe: ¿Qué hará Bee Königswasser?
Dentro del triste panorama lector que tuve el año pasado,
La hipótesis del amor
fue un soplo de aire fresco que me aireó corazón y bajos, así que estaba deseando leer La química del amor. Con más miedo
que vergüenza, claro, ya que
no hay nada peor que tener altas las expectativas, algo que muchas
veces te suele garantizar un buen hostión. Pero Ali Hazelwood, más lista
que los ratones coloraos,
ha decidido no meterse en camisa de once varas y repetir el esquema de
su libro de debut. ¡Porque, si algo funciona, para qué vas a cambiarlo!
Eso digo yo |
Bueno, algo tienes que cambiar para que todo siga igual y lo que
Ali cambia para que todo nos encante igual que antes es la chicha general
del libro, de más sustancia que en
La hipótesis del amor, y el número de guarrerismos, bastantes y de calidad.
Me faltan pulgares para aprobar los cambios |
Qué os voy a contar que no sepáis, soy una blandurria cuando los
guarrerismos hot me pasan por delante. Pero
para llegar a los hottismos tenemos que pasar por los haterismos,
ya que este es un libro de enemigos que se trincan vivos (al menos, de
modo unilateral 😏). A Bee Königswasser, la fan número uno de
Marie Curie
(yo soy más de ser fan del pechote de Cavill pero no juzgo a
nadie), le cae del espacio la oportunidad laboral de su vida. ¡Y digo del
espacio porque la contrata la NASA! Hay un
proyectazo de neuroingeniería donde ella sería la líder de la parte
neuro
y está que se chorrea viva por empezar a trabajar. Claro, hasta que se
entera de que, en su proyecto de neuroingeniería,
la parte de ingeniería la va a llevar su némesis y mayor enemigo, Levi
Ward.
Tu mayor enemigo te toca el higo |
En esos momentos no tiene Bee muchas ganas de que Levi le toque nada ya
que coincidieron hace años en el curro y
a Levi parecía darle una apoplejía enfurecida cada vez que la veía,
además de haberle escuchado hablar con su entonces prometido (el de Bee,
que a Levi -que sepamos- no le van las boas) para que se buscara otra
churri. Total, que
si hay alguien a quien Bee no pueda soportar ese es Levi, ese
maromo (buenorrísimo, claro) con el que va a tener que trabajar codo con
codo. Nosotras queremos que trabajen pechito con pechito pero todo a su
tiempo, que Ali Hazelwood tiene que enseñarnos los motivos del odio de Bee
y que veamos la patita de Levi, ya que, como avezadas lectoras de
romántica que sois, ya sabréis que
Levi es un padentrista que precisamente odio por Bee no siente...
Lo que siente es no poder arrimarle la cebolleta |
Con paso lento pero seguro, Ali Hazelwood va desmenuzando el pasado de Bee
y el presente que le une a Levi,
mezclando su relación personal con una intriga laboral que me ha tenido
de lo más entretenida. Obviamente, lo del curro es el
Macguffin, porque a ti lo de la NASA te interesa lo mismo que pillarte los dedos
con la puerta. Tú lo que quieres es que Bee se dé cuenta de que Levi bebe
los vientos por ella y deje que el maromo, como buen ingeniero que es, le
inspeccione los circuitos. Y, ay muchacha, lo que es Levi comprobando si a
Bee se le cortocircuitan los bajos cuando él se acerca... 🔥🔥🔥🔥 Este
hombre es como un sediento que vaga por el desierto y se encuentra con un
oasis rebosante de agua.
Levi está hambriento por Bee y, cuando la pilla, le falta moza para
saciarse. El sexo es muy apasionado. Descriptivo y mezclado con
sensaciones y sentimientos, sientes que cada guarrerismo es un punto más
de conexión entre ambos. Además, al intuir lo que Levi siente por ella
(porque nunca conocemos su punto de vista)
disfrutamos tanto por lo que leemos como por lo que imaginamos que Levi
siente.
Levi nos croquetea los bajos |
Y es que Levi es tan maravilloso... Es listísimo, está buenorro, es
encantador, tiene vicio por el fornicio CON BEE y
en ningún momento dudas de lo que siente por ella. La historia te la contará Bee pero él es el que te enamora (al menos a
mí, que tengo el corazón en los bajos). Bee tampoco está mal pero resulta
más mundana y, al conocer sus pensamientos, mucho menos misteriosa que
Levi y, por tanto, menos atractiva. Del resto de personajes, poco que
añadir, un poco clichés pero salvan la papeleta (salvo uno que me ha
molestado y del que me quejo más abajo 😂).
Todo está bien hilado, hay giros, alguna sorpresa (que yo me comí
porque soy bella a costa de no ser espabilada) y
está escrito con un ritmo drogaínico que te impide dejar de leer.
Como libro de mono con platillos es perfecto, te desconecta de la
realidad y te hace pasar un rato estupendo. En algún momento
hacia la parte final el ritmo decae un poco pero el apocalipsis
kleypasiano hace que remonte el vuelo. Sin embargo, y a pesar de que este
libro me ha parecido en su conjunto mejor que
La hipótesis del amor, me ha tenido croqueteando un pelín menos. Supongo que el hecho de haber leido antes la historia de Adam y Olive hace
que este me haya sorprendido menos en su conjunto (aunque los
personajes y su historia me hayan gustado más). Pero, además, debo añadir
que
he quedado un poco hasta el xixi tanto de la compañera de Bee (no
le he cogido el truco a su particular locura y no la aguanto)
como de las constantes referencias a Marie Curie. Yo entiendo
(bueno, no) el fangirlismo por ella y los paralelismos que la escritora
quiere hacer pero, de verdad, una referencia más a ella y me hago un
bocadillo de radio y polonio con tomate.
Cuánto he disfrutado el mariecurismo |
La química del amor es una especie de
La hipótesis del amor
y
Cariño, cuánto te odio
con toques de
Spoiler Alert
(teniendo, afortunadamente, pocos toques de esta última) que
no tiene nada nuevo ni especial pero que no puedes dejar de leer.
Es un libro ligero y sencillo, un digno ejemplo de mono con platillos
que
cumple a la perfección su misión de entretenerte y calentarte el
bajerío mientras te cuenta cómo los científicos también se enamoran mientras
hacen cosas de gente lista para mejorar tu vida. No es un libro profundo
ni pretende serlo pero sí ha sido una gozada que me ha alegrado y
me ha dejado con ganas de releerlo nada más terminarlo.
Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...