miércoles, 3 de julio de 2024

La fusión (Miles High Club 2), T.L. Swan


Conocí a Tristan Miles cuando me hizo una oferta para comprar mi empresa. La rechacé. Luego me invitó a cenar. Lo rechacé. Seis meses después, nos reencontramos en Francia. Aunque he intentado rechazarlo de nuevo, hemos pasado el mejor fin de semana de mi vida. Pero lo nuestro no tiene futuro. Soy viuda y tengo tres hijos pequeños, y seguro que Tristan no busca nada serio, ¿verdad? 
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Dos años después del chascazo que fue La escala (que realmente no es que fuera chasco, ya que no esperaba nada, simplemente es que fue un espanto total), aquí estoy con el libro de Tristan, del cual lo único que recordaba era que ese personaje me gustó mucho en el libro anterior. Le pido tan poco ya a una novela de ricachones que con que no me dieran ganas de tirar el libro por la ventana ya me era más que suficiente y me daba miedito que Tristan no estuviera a la altura.

En el altar te espero, mozo

Pues sí, así me tiene Tristan, emocionadita perdida. Cómo pueden haber salido este libro y el anterior de la mente de la misma escritora me resulta inexplicable porque donde en La fusión solo encontré sopor absoluto, aquí he encontrado un libro divertidísimo que no quería dejar de leer.


Tristan Miles es Richard Gere en Pretty Woman.

¿Ratuno y putero?

No, me refiero a que se dedica a lo mismo que el personaje de Gere en esa peli, compra empresas que se están yendo a pique. Y ahora tiene entre ceja y ceja la empresa de Claire Anderson, a lo que esta se niega, ya que es el fruto de los sueños y esfuerzos de su difunto marido y la herencia de sus hijos. No está Tristan acostumbrado a que le nieguen lo que quiere pero en este caso, se conformaría con una cenita con Claire para limar asperezas de la piedra por la que se la quiere pasar con ella. Pero ni eso le da ella, encabronada como está con ese pijo buenorro que quiere quitarles a sus hijos el futuro. Pero, ay, los días pasan, los cansancios se acumulan y a Claire le surge la oportunidad de irse una semanita a Francia a unas conferencias que no le interesan ni Penry. ¡Pero Francia! ¡Champán, queso brie, Mbappe! Y Tristan, que resulta que es uno de los ponentes y ella sin saberlo. Cuando sus miradas se cruzan, no se sabe si es odio o palotismo lo que les recorre el cuerpo (bueno, obviamente sí lo saben, ellos, nosotras y hasta el Papa de Roma) pero Claire decide que son muchos años de negarle a su xixi una alegría y que unos días de follardismo con un maromazo nunca han hecho daño a nadie. Además, lo que ocurre en Francia se queda en Francia.


Es que en esto del follar cuando haces pop ya no hay stop, Claire, y Tristan no está dispuesto a dejar de catar a semejante moza que le ha vuelto el pirulo loco como hacía siglos que no le ocurría. Así que la cosa está en ver si pueden seguir teniendo algo en las sábanas y, tal vez, fuera de ellas, a pesar de la reticencia de Claire, que tiene un bagaje que ni el equipaje de la Piquer dando la vuelta al mundo. El eje de la relación es Claire, ya que es la que tiene todos los problemas. Tristan lo único que quiere es estar con Claire pero ella tiene que sacar a flote una empresa que se va a pique y a tres hijos en edades complicadas y a los que a saber qué tal les sienta que su madre esté con otro hombre. Y, ay, hermosas, Claire arrastra mucho drama y la relación no es fácil y blabla, pero yo me he reído lo más grande con este libro. 

Y también perdí bragas a lo loco

Pero descojonarme de cambiarme varias veces la Tena Lady. Tristan es glorioso en su maromismo pero en su vertiente cómica es espectacular. Es un personaje de esos que para todo tiene una réplica que te salta la sonrisilla o la carcajada y no hay secuencia cómica en el que no esté involucrado. Y os digo que hay momentos locos y surrealistas dignos de la mejor SEP (simplemente con el primer encuentro de Tristan con los hijos de Claire me caí de la cama de la risa). De verdad, una delicia inesperada. A todo esto tengo que sumarle que es uno de los pocos libros que he encontrado últimamente en los que el motivo que separa a la pareja es importante y complicado de salvar. También os digo que justo aquí, en uno de los momentos más importantes del libro, es donde Claire, que hasta entonces me parecía una mujer bastante coherente y por la que sentir simpatía, hace aguas. No entiendo muy bien qué ha hecho la escritora con ella, ya que era fuerte, una superwoman que intentaba llegar a todo pero que sabía que le costaba, y que en el momento en el que rozaba la felicidad se deshace de ella del modo más testarudo y un poco pueril. Además, en el tramo final, las cosas se resuelven no porque ella haga algo, con lo que me he quedado con la sensación de que muy fuerte ella y todo lo que tú quieras pero ha tenido que llegar el maromo a sacarle las castañas del fuego

Pero por qué por qué por quéééééé

También tengo mis quejas con esta resolución final, ya que no se nos explica qué ocurre con la empresa, no he entendido los motivos de la decisión de Tristan... En fin, que este libro en esto es un poco el meme del caballo, que el culo es miguelangelesco y la cabeza digna de un Gallifante. A pesar de todo esto, he disfrutado muchísimo con La fusión y con Tristan, un personaje que no se vuelve tontucio y que con cada página me ha ganado más. El libro, además, se lee estupendamente, de un modo ágil que te incita a seguir leyendo. No es que vaya a ser lo mejor que he leído en mi vida pero sí ha logrado combinar el humor, el guarrerismo (ay, qué guarrindongo es Tristan y cómo me gusta, grrrrrr) y la emotividad de un modo estupendo. Una contemporánea que merece la pena.

Por todo esto se lleva en nuestro Gandymetro...

Tristan, maravilla, tríncame en la silla

4 comentarios:

  1. De todas las que he leído de Louise Bay (y llevo más de una docena) esta es la mejor, con diferencia. De Tristan dije que "Es de esos que más de una vez te dices «qué imbécil, pero qué gracioso»".

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  2. ¡Hola!
    La primera novela me gustó, pero la de Tristan para mí fue de cinco estrellas, es que es el PERSONAJE, me lo pasé estupendamente con sus cosas, los piques con la prota, con los chiquillos... No recuerdo lo de la empresa, la verdad, pero supongo que me pasaría lo mismo. Un besote!!

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