Head Over Heels (Lucky Harbor 3), Jill Shalvis

[Libro no publicado en español]

Chloe es un espíritu libre que vive la vida al límite y no está preparada para acomodarse en una existencia tranquila dirigiendo la renovada hospedería familiar. Pero pronto su amor por los problemas -y los problemas del amor- atraerán la atención del duro pero sexy sheriff del pueblo, que lo que más querría es domar su estilo salvaje.
De repente, Chloe no puede meter la pata sin tener al sheriff pegado en sus talones. Su arrogancia y su enigmática sonrisa son suficientes para hacer que una chica ruegue por ser esposada y, por primera vez, en lugar de evitar la ley, Chloe sueña con someterse a ella. ¿Podrá esta rebelde mantener la paz con el estricto sheriff? ¿O el turbulento pasado de Chloe la mantendrá alejada de un amor duradero y del refugio seguro que necesita en un pueblo llamado Lucky Harbor?

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Ya sé que el #RitaJill y el Reto Rita 3 terminaron, pero en mi mente no podía poner punto y final a mi relación con esta escritora si no leía este libro, la historia de la tercera de las hermanas con cuya historia comienza esta trilogía. Y ya sé que es una serie de doce libros pero, para mí, es una trilogía de tres hermanas, ya que, por mucho maromo que se vislumbre, a mí la Shalvis no me vuelve a ver el pelo por este pueblo.

Kim buscándose otro pueblito encantador

Ya sé que por ese gif parece que Lucky Harbor es la peste y no, queridas, esto no es un pueblo de la Macomber. He leído Head Over Heels muy a gusto y los protagonistas me parecen estupendos pero, chicas, hay muchos libros cuquis de maromazos bajabragas esperándome ahí fuera y yo no voy a estar perdiendo el tiempo con una escritora que se inventa unos personajes muy atractivos para luego darles unas historias más simples que el mecanismo de un chupete, que es justo lo que me he encontrado aquí (y en los dos libros anteriores). Ya veníamos picadas del libro anterior con la relación entre la chica rebelde Chloe Traeger y el buenorro del sheriff Sawyer Thompson. Sabíamos que ahí iba a haber más que palabras y por eso hemos cogido este libro con ganas de ver lo que tenía pinta de ser una relación explosiva. Y no, queridas, para nada. No hay tensión sexual alguna, ya que, desde el primer momento, los personajes muestran a las claras que se empalotan mutuamente y, a pesar de las reticencias mentales, se lanzan a no quedarse con las ganas de catarse. Me gustan los libros que no se basan en malentendidos y valoro que este vaya con la sinceridad por delante, pero creo que era necesario algo que diera vidilla al libro y la parte amorosa no se la ha dado. Notamos que se atraen, se empiezan a acercar, se acercan bajerilmente y, luego, se rozan hasta con los corazones. Y ya. Ha sido bonito ver a los personajes llevarse bien y enamorarse (y llevarse sus buenos refrotes por el camino), pero este desarrollo de la relación le ha quitado toda la emoción al libro (del que tampoco esperaba gran cosa, la verdad, una no lee los libros de la Shalvis esperando leer a Kafka). 

Esto es más de lo mismo, chica

¿Que de qué va? Pues de la chica rebelde que oculta un corazón enorme y que empieza a echar raíces y del chico responsable y adorado por todos que tiene problemas con su pasado y eso le lastra en su presente. Hay pequeños sustos, mucho instinto de protección, el conocimiento carnal como vía para llegar al orgasmo corazón y una especie de intriga que es igual de blandita que el resto del libro, muy previsible y sin emoción. Ellos son encantadores y el libro se lee rápido y bien (si algo valoro de Jill Shalvis es que no hace libros coñazo) pero no es nada nuevo bajo el sol (puede que el primero fuera algo distinto por eso de ser el inicio de serie, pero el segundo y este están cortados por el mismo patrón). Como os he comentado, Jill Shalvis se inventa unos personajes que te llaman rápidamente la atención pero luego los estanca en historias simplonas que desarrolla de un modo simple y repetitivo (aquí, entre los pasados de ambos, el asma de Chloe y las veces que se repiten lo poco que le convienen al otro, he acabado hasta el xixi).

Kim leyendo entusiasmada

Ya os he dicho que no leo a la Shalvis pensando encontrar a Kafka, pero eso no significa que me guste ver desperdiciados buenos personajes, así que acabo cabreada yo sola con la oportunidad perdida. De todos modos, el libro es dulce y ameno, de lectura muy fácil e ideal para una tarde tontona de verano. Eso sí, al día siguiente os habréis olvidado de él por completo.

Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...

Sawyer, si he cometido un delito, castígame con tu pito