En busca de Cassandra (Los Ravenel 6), Lisa Kleypas

El magnate del ferrocarril Tom Severin es lo suficientemente rico y poderoso como para satisfacer cualquiera de sus deseos en cuanto empiece a sentirlo. Cualquier cosa (o persona) es suya por el mero hecho de preguntar. Debería serle igual de sencillo encontrar la esposa perfecta y desde la primera vez que ve a Lady Cassandra Ravenel está decidido a conseguirla. Pero la bella y astuta Cassandra está igualmente decidida a casarse por amor, lo único que Tom no le puede dar.
Severin es el hombre más atractivo y convincente que Cassandra ha conocido, incluso si su corazón está congelado. Pero Cassandra no tiene la intención de vivir en el frenético mundo de un hombre despiadado que siempre juega para ganar. Cuando un enemigo está a punto de destruir la reputación de Cassandra, Severin aprovecha la oportunidad que estaba esperando. Como siempre, obtiene que lo quiere. Pero tiene una lección que aprender de su nueva esposa: nunca subestimes a un Ravenel. La caza de la mano de Cassandra puede haber terminado pero la caza de su corazón acaba de empezar...

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Para mí, no hay nadie como Lisa Kleypas en romántica enagüil. Habrá nuevas novelistas que me encandilen y libros estupendísimos escritos por otras que adore, pero a una Kleypas inspirada no la supera nadie. Y creo que Lisa Kleypas ha encontrado de nuevo su inspiración con la familia Ravenel, una saga literaria cuyo último libro ha hecho mis delicias lectoras.

Así me lo he pasado leyendo

Tom Severin es un hombre hecho a sí mismo al que nada le gusta más que fijarse un objetivo y lograrlo, y su última fijación es conseguir a Lady Cassandra Ravenel. No es que la haya visto, se haya enamorado perdidamente de ella y haya decidido componerle sonetos tras los setos, ya que Tom solo tiene cinco emociones y, desde luego, ninguna de ellas tiene que ver con el amor. Pero fue verla y descubrir que esa chica no era como las demás, que quería que se sintiera protegida y que le despertaba algo por dentro. Así que tenía que ser su esposa.

¡Cassandra, cásate conmigo!

Cassandra, por su parte, casi se cae de culo al recibir una proposición de matrimonio de una persona que únicamente conoce por comentarios familiares, así que no le echa cuentas. Pero Tom es mucho más que el duro hombre de negocios y magnate de los ferrocarriles y, cuando Cassandra va descubriendo sus otras caras, va mirando a Tom con ojos golosones, a pesar de que su matrimonio sería imposible, dada la diferencia de clases sociales y de objetivos matrimoniales, ya que Cassandra quiere casarse por amor y el amor no es algo que Tom entienda. Pero ya sabemos cómo va la vida en el mundo enagüil, que tu cabeza propone y tu cola dispone...

Ya sabemos quién dirige a Tom

Escribo esta reseña con una pena proporcional al disfrute que me ha dado Chasing Cassandra, ya que supongo que hemos puesto punto y final a una saga que he disfrutado muchísimo (más Ravenels no quedan, aunque la Kleypas ya tiene en los hijos de cierta pareja formada por un noble palote y una florero americana el germen de su próxima serie *hago la croqueta*). Es un buen broche final, una historia bonita, dulce y sencilla destinada a que disfrutemos cada momento de su lectura, ausente de dramas y de complicaciones. Con las gafas objetivas puestas, os diré que es un nadismo kleypasiano, con todo lo bueno de la escritura de esta mujer pero sin misterio alguno ni tensión amorosa, no estás todo el libro en un "ay" para ver qué va a pasar. Es un libro complaciente en el que realmente no pasa nada pero cuya lectura disfrutas igualmente, ya que lo sientes parte de la saga (vas a poder disfrutar de todos los protagonistas de los libros anteriores y notar que realmente conforman una familia) pero el gran protagonismo es para Tom, ese hombre frío y calculador que conocemos de libros previos y que esconde una persona inocente que vive en su propio mundo y esconde su verdadera personalidad tras su dura fachada. Pensaba que iba a ser un calco de Rhys pero, a pesar de que tienen mucho en común, donde Rhys avasalla, Tom simplemente va a lo suyo ignorando todo lo demás, sin ganas de quedar por encima porque ya se sabe superior. Puede parecer soberbio pero no lo es, ya que Tom es una persona lógica y práctica que ve la realidad de la vida, analiza todo y decide lo que más le conviene sin pensar en los demás porque lo normal es que cada uno se ocupe de sus cosas, ¿no? Resulta gracioso y hasta tierno ver cómo se sorprende de determinadas cosas que son obvias para todo el mundo menos para él (y viceversa). A pesar de ese analítico modo de ser, tiene unos sentires volcánicos que te caes de culo, ¡qué modo de expresar las cosas! Mira a Cassandra y tú ya notas que te vas licuando del placer y de la emoción poco a poco.

Te licúas así

Cassandra es estupenda pero palidece a su lado, es un personaje mucho más simplón y plano, me ha recordado a Helen, con la que comparte la única aspiración de casarse y ser feliz. Ella es el eje en torno al que gira el personaje de Tom pero realmente es una de las protagonistas de menos peso de toda la serie #LasCosasComoSon. Aún así, es el contrapunto perfecto para Tom, ya que le aporta una serenidad que ni él mismo sabía que necesitaba. Gracias a ella, descubrimos ese maravilloso modo de ser de Tom y hace que nos encontremos con una historia mucho más dulce y emotiva de lo esperado. Además, a pesar de que el inicio de la relación bate todos los récords habidos y por haber de Sopinstant (ya dejo a vuestra elección decidir si es instalust, instalove o Instagram 😆), los guarrerismos (son de la Kleypas, así que son estupendos) están bastante racionados, tardan en llegar y ocurren siempre cuando Cassandra da su consentimiento. Vamos, que en #MeToo le da su sello de aprobación.

Nosotras también te (a)probamos

Como os he dicho antes, desde el principio está todo el pescado vendido en cuanto a los sentimientos amorosos, así que no encuentras ninguna tensión, así que resulta una lectura placentera en la que vas navegando plácidamente mientras vas viendo los must de una enagüil de la Kleypas (su gran ambientación, la evolución de la sociedad de la época, incluso su correspondiente apocalipsis kleypasiano -bastante descafeinado-). La parte final es la que hace más débil el libro, ya que se nota más el nadismo y acabamos teniendo un desenlace excesivamente apresurado. Pero ahí se nota el buen hacer de la Kleypas escribiendo, ya que esto en manos de otra podría haber sido algo tedioso y en sus manos es algo entretenido y bien escrito. Y, dicho esto, dejadme que divague un segundo para comentaros por qué me ha gustado tanto la serie y es candidata a relectura. La realidad suprema de mi amor por ella (además de croquetar con West y Rhys) es que me ha sorprendido muy gratamente. Ya sé que Lisa Kleypas ha recurrido a plagiarse a sí misma (esta serie tiene unos aires hathawayanos que tumban, siempre lo he dicho) y que ha echado mano de una de sus parejas más míticas para atraer a la mayor cantidad de kleypasianas posibles, pero, en mi opinión, lo ha hecho estupendamente. Además, ha integrado bastante bien a todos los personajes, de tal modo que realmente tienes la sensación de estar leyendo la evolución de todos los componentes de una familia que, aunque se formó de un modo un tanto extraño, ha acabado siendo una piña. Se supone que eso es algo propio de una saga pero no siempre se nota, sobre todo en sagas largas. Y otra cosa que me ha conquistado es la modernización que hace de las enaguas. Siempre me ha encantado que Lisa Kleypas no aísle a los personajes de su entorno y de la época en la que viven, y da la impresión de que en esta saga ha querido destacarlo más que nunca. Saber mezclar a la aristocracia de toda la vida de Dior con los nuevos ricos, las evoluciones tecnológicas y el empoderamiento de la mujer no es fácil, especialmente en el contexto de una novela romántica. Y Lisa Kleypas lo hace, triunfa y sale como una reina, sin despeinarse el cardado.

Y eso sí que tiene mérito, te lo digo yo

Así que muchas gracias, Lisa Kleypas, por haberte sacado de la manga a los Ravenel, por haberles relacionado con Sebastian y Evie, y por regalarnos nadismos tan bonitos que nos producen felicidad. Puede que Chasing Cassandra no te vaya a cambiar la vida y que lo veas flojo y nadista y excesivamente centrado en el amor, pero está bien escrito y se disfruta mucho, así que con eso yo ya estoy feliz.

Por todo esto, le damos en nuestro Gandymetro...

Tom Severin, me has dado mucho gustirrinín