Dougless Montgomery se siente como la oveja negra de la familia. Sus hermanas han conseguido encontrar el amor de sus vidas, y ella sigue metiendo la pata una y otra vez con cada uno de los hombres con los que sale. Y cuando decide irse de viaje a Inglaterra con su novio Robert piensa que por fin éste le pedirá que se case con él. Lo que no imaginó nunca es que acabaría en un cementerio inglés, llorando sobre la tumba de un caballero. Y lo mas inquietante era descubrir que el dicho de “ten cuidado con lo que deseas porque lo puedes conseguir” sea tan cierto como decían…Nicholas Stafford, Conde de Thornwyck, no entendía qué clase de magia lo había sacado de su prisión en la Inglaterra de 1564 para llevarlo ante aquella mujer que lloraba desconsoladamente. Pero ya el colmo era que ella lo mirara como si estuviera loco y que aquel mundo fuera un lugar lleno de peligros desconocidos donde nada tenía sentido. No tenía tiempo para esto, debía regresar ahora que era libre para demostrar que era inocente y volver con su familia.
Tras el sufrimiento en sesión continua de la trilogía El jinete de bronce, necesitaba una ración de enaguas en vena. Kim, muy amable ella, se ofreció a elegirme algún libro de los que tenemos en la biblioteca virtual y opté por éste. El nombre de la autora es uno de los clásicos de la literatura romántica y suena tan haggardiano que no pude resistirme. Ahora bien, de enaguas nada o casi nada. Pero qué más da... Lo que no quería era más sinvivir.
Que he sufrido mucho ya, coñio |
Con esta novela estamos ante otra historia con viaje en el tiempo, de las que ya llevo unas cuantas con la Gabaldon y la KMM, así que nada nuevo bajo el sol, aunque este libro es de 1989 y algunas cosas me han sonado a Moning. Ay, Karen, pillina...
Ésta va a ser mi butaca de leer romántica |
En este caso no vamos a ver al típico highlander buenorro que se tropieza con la chica moderna, sino que es un inglés de la época isabelina, algo nuevo para variar. Que a mí me gustan los habitantes de las Tierras Altas, ya lo sabéis, pero un cambio así se agradece.
Tranquilos, queridos, que tengo una trilogía de kilts en la recámara |
Entrando un poco en la historia, conoceremos a Dougless Montgomery, la protagonista, que es al principio una Pichote de cuidado, una pava que está con un idiota que la ningunea y la trata fatal. Esa joya de hombre, Robert, es un inseguro que la aplasta y la pone por detrás de su mimada hija, pero ella no lo ve (o no lo quiere ver) porque no tiene autoestima. La verdad es que dan ganas de soltarle una leche a mano abierta para que espabile, aunque luego nos damos cuenta de que es necesario que sea así para que veamos su evolución en la historia al tropezarse con Nicholas, el caballero de brillante armadura que acude a su rescate sin que él sepa cómo. Y qué alegría, oiga... Porque vaya hombre con barbas, pelazo oscuro y rizado y ojos azules se le pone delanteñaskdjfañsghjas!!
Hola, vengo del pasado para destrozar vuestros ovarios |
A partir de aquí puede dividirse el libro en dos partes claras relacionadas con otros tantos viajes en el tiempo: el ya citado de Nicholas al siglo XX y el de Dougless al XVI. Me ha gustado mucho la manera de tratar lo que resulta novedoso de cada época para el personaje que pertenece a la otra. A diferencia de nuestro querido Drustan de El beso del highlander, que se adapta fácilmente a la vida moderna, Nicholas está más que sorprendido por todo lo que ve, come, oye, y tiene un interés desaforado por conocer. Además, Jude es tan realista que nos informa en un momento de la novela de que el maravilloso hombre tiene la dentadura propia de un señor de la Edad Moderna: un tanto desastre. Es cierto que a lo mejor eso le quita encanto, pero que le falten algunos molares y presente ciertas señales de haber pasado hambre es bastante lógico. Muchas novelas de este tipo (y las históricas en general) pecan de presentarnos a unos chulazos de una perfección a veces exagerada teniendo en cuenta lo escasas que eran la higiene y la profilaxis en épocas pasadas. Y será en el viaje a la inversa cuando de nuevo veamos la cruda realidad del siglo XVI. Dougless se queda pasmada ante las prácticas médicas e higiénicas de la Inglaterra del Renacimiento, la suciedad de las calles y de la gente, el trato a los bebés... Y, de alguna manera, intenta poner remedio a ello con lo que tiene a su alcance.
Hola, vengo del futuro y a ver si os laváis un poco, guarros |
Ahora bien, ¿cuál es el propósito de tanto ir y venir en el tiempo? No es sólo que tengamos una historia de amor entre Dougless y Nicholas, sino que hay un hecho que debe ser evitado para cambiar tanto el propio pasado como el presente. No puedo decir más para no hacer spoilers, pero la idea de la conexión entre almas a través del tiempo me ha parecido una idea romántica. Sé que el final no es del gusto de muchas lectoras, sin embargo a mí me ha resultado lógico y hasta razonable dentro de lo fantástico de la historia. La única pega que le pongo es que no me han dado demasiados calores leyendo los momentos añdjañlsdjhgañshga ni tampoco ha habido una de esas tensiones sexuales que me hacen sacar el abanico y/o el ventilador.
Ains, le falta el toque añdsljañlshgañskldfjas |
Aún así, queridas lectoras, si estáis en problemas, acudid a una iglesia, buscad la tumba de un caballero buenorro y rezad para que os salve del entuerto. ¡Por probar no perdéis nada!
Señor, un Nicholas para mí, que ya le lavaré yo los bajos |
Por todo esto, recibe en nuestro Gandymetro...
Nick, le vamos a sacar brillo a tu armadura a lengüetazos |