martes, 25 de marzo de 2025

Despiertos a medianoche (Mayhem in Mayfair 1), Jacquie D'Alessandro


En Mayfair estallaría un escándalo si se descubriera que la Sociedad Literaria de Damas Londinenses ha decidido cambiar las novelas de Jane Austen -demasiadas aburridas para su gusto- por algo más provocador... algo como Frankenstein.Tras un debate en una reunión campestre, Sarah Moorehouse y sus amigas deciden crear al Hombre Perfecto -en sentido figurado, por supuesto-. A cada una de ellas se le asigna una tarea, y a Sarah le corresponde tomar prestada la camisa del anfitrión, el apuesto Matthew Davenport; marqués de Langston. Pero, cuando una noche descubre al marqués en el jardín con una pala, su imaginación se desboca y los malentendidos se suceden uno tras otro. De repente, Sarah y Matthew se ven envueltos en una lucha para descubrir cada uno los secretos del otro...
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Hay un refrán español que dice "Entre col y col, lechuga". Pues mi huerto literario lleva una racha de coles que no es normal, poca lechuga me he encontrado en las lecturas que llevo. Y ni echando mano de autoras que me dieron buenos ratos, como es el caso.

A la rica col de Bruselas

Después del empacho de Regencia Hacendado (de la que aún me quedan dos por reseñar) y la intensidad de las dos novelas de la bilogía Ángeles de Robin Schone, decidí optar por algo que fuera una apuesta segura. Está claro que soy afortunada en el amor, porque lo que es en el juego...

No gano para maquillarme los cardenales que llevo ya de tanto guantazo lector

Siempre lo digo: no hay vacas sagradas en romántica. Es cierto que de Jacquie D'Alessandro sólo había leído El ladrón de novias, pero me dejó tan buen sabor de boca que creí, ilusa de mí, que volvería a dar con un libro entretenido, bien escrito y con una historia bonita. Oye, pues nada de eso encontré aquí, hay que tener ojo, ¿eh? 

Donde pongo el ojo pongo la bala, sí

El punto de partida es interesante, ya que hay un misterio de por medio y eso puede dar juego a la novela. Unido a que la protagonista no es la guapa del grupo de amigas llamado Sociedad Literaria de Damas Londinenses, sino la diferente, la que usa gafas y tiene una personalidad alejada de buscar marido y está más interesada en la jardinería y el dibujo, pues la idea promete. Sin embargo, la autora se olvida pronto de esa supuesta personalidad e independencia. Y me explico. 
 


Sarah Moorehouse va de mera acompañante de su hermana Carolyn (viuda joven), la cual ha sido invitada a la mansión de Matthew Davenport, marqués de Langston. Junto a ellas, también están lady Emily y lady Julianne, amigas de las hermanas y en edad casadera. La razón de estar allí es que el marqués necesita urgentemente encontrar esposa debido a la mala situación económica que tiene, fruto de los desmanes de su padre. A esto se une que tiene un plazo muy corto para conseguir dinero y eso le lleva al plan desesperado de casarse con una heredera rica, cosa que Sarah no es ni por asomo. Por otra parte, siguiendo las últimas palabras de su padre en el lecho de muerte, está como loco buscando "algo" en los jardines de la finca, una cosa que no sabemos qué es en bastante parte del libro, pero que le puede salvar de la quiebra y de casarse por la fuerza. Lo que no sabe es que Sarah lo ha visto husmear de noche con una pala y su imaginación se despierta. 
 
Sarah es la vieja del visillo enagüil

Sarah, como he dicho, está allí de carabina de su hermana y para entretenerse con ella y sus amigas se reúnen en secreto para comentar un libro escandaloso: Frankenstein. Convencida de que los hombres son un memos, las anima a emular al doctor de la novela que han leído y crear a su hombre ideal en forma de muñeco. A mí esto me ha parecido una tontuna y me ha dado hasta grima de pensar lo que debía parecer eso. El caso es que cada una tiene que robar una prenda de los amigos del marqués que también están ahí y a Sarah le toca hacerse con la camisa del mismísimo anfitrión. 
 
 
Qué me cuentas, Maricarmen

La escena del robo tiene gracia y es bastante hot, pero para mí el problema está en que Sarah, la que piensa que todos los hombres son tontucios y blablablá, en el momento en el que en bolas a Matthew por accidente se olvida de sus principios y ya la tenemos enamorada y pensando que el marqués es el hombre ideal. A mí estas cosas así de pronto me matan. Es por eso que voy a crear una nueva categoría de libros: los románticos Air fryer y los románticos puchero. Últimamente leo mucho Air fryer, que serían aquellos en los que el amor/atracción surge en menos que canta un gallo o los protagonistas cambian de parecer en cuanto ven al maromo/jovencita de turno.

En estas moderneces pueden salir mierdas incomestibles

A mí llamadme rancia (qué novedad, ¿eh?), pero soy más de un buen romance puchero, con sus dos horas de cocción a fuego lento que son los que dan como resultado un guisado bien espesito y sustancioso, ideal para mojar pan.

Comida en olla de barro y de cuchara, la mejor


Si al enamoramiento rápido y lujurioso le metemos que la escritura deja que desear, pues ya me diréis. Quizá no me hubiera cabreado tanto esta novela si no tuviera la cantidad de "maldición" y "maldita sea". Y no digamos fruncimientos de ceño y labios que ni en Cincuenta sombras de Grey vi algo igual, que ya es decir. De verdad que no sé qué le pasó a esta mujer aquí, pero ha sido una cosa insoportable leer algo así. Y dejo pruebas de lo que digo:



En fin, que no me han quedado ganas de leer las siguientes de momento. Y mira que la historia de la hermana viuda puede estar bien, pero como alguien no me lo confirme, ni con un palo me acerco. Una pena, ya que entre la pareja hay momentos divertidos y conversaciones graciosas, pero no son suficientes como para enamorarme del conjunto. Llegó un momento en que sólo me interesaba saber qué narices buscaba Matthew y cómo lo iba a encontrar. 

Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...

Matthew, no metas tu pala en mi jardín




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miércoles, 12 de marzo de 2025

Una dama a medianoche (Cala Espinada 3), Tessa Dare


Tras pasarse años sola, Kate Taylor por fin siente que tiene una familia: el pueblo de Cala Espinada. Sin embargo, nunca ha dejado de soñar con el amor, sobre todo cuando está cerca del cabo Thorne. El comandante de la milicia local es tan frío y duro como arrebatadoramente atractivo.
Cuando unos misteriosos desconocidos se presentan buscando a Kate, reclamándola como parte de su aristócrata estirpe, Thorne da un paso al frente y asegura ser su prometido. Afirma que solo piensa en proteger a Kate, pero entonces ¿por qué la besa con tanto deseo?
Para que el compromiso entre los dos sea creíble, Thorne va a tener que encerrar las cálidas sonrisas de Kate en su marchito corazón. Y esa es la batalla más dura a la que se ha enfrentado nunca un guerrero tan feroz como él... y la primera que parece destinado a perder.
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Os voy a contar lo que me pasa. Debido a mis circunstancias personales, no pudo reseñar ni hacer reviews ni nada que se le parezca a su debido tiempo ni en unas condiciones adecuadas para mi estatus de haggard subsuprema (la suprema es Cassie). De todos modos, una es una profesional y suele recurrir a su memoria y a sus anotaciones... si estas existieran.

Yo, cuando tengo que tirar de memoria

Entre que leí este libro hace siglos y que tomé unas notas que, básicamente, son cuatro mojones, reseñar será un arte de imaginación total. Os puedo contar que esta historia se vislumbraba estupenda al final del libro anterior, con una Kate Taylor huérfana que se dedica a dar clases de piano en Cala Espinada y que sueña con una vida mejor, el amor, una familia... Todo lo que no ha tenido. Kate es un encanto y todos la adoran. Bueno, parece que todos no.

A Kate hay uno que la mira así tol rato

Ese es el cabo Samuel Thorne, al que parece que le da reflujo cada vez que ve a Kate, sale despavorido en cuanto puede. Kate es una inocentona de la vida pero también tiene su carácter, oye, así que no va a dejarse intimidar por un militroncho con aparente hernia de hiato. Pero tú y yo sabemos que, si es maromo de romántica, a Thorne no se le sube el reflujo precisamente....

El efecto Kate

Los maromos padentristas siempre son muy celebrados por estos lares y ya me imaginaba yo otro Merripen de la vida, sufriendo amores profundos en silencio. Pero chica, Merripen solo hay uno y Tessa Dare no es una Kleypas que lo sepa manejar, así que mis expectativas (creadas únicamente por mí) se fueron a tomar viento cuando, de la nada, a Kate le sale una familia y Thorne dice que él es su prometido. Que él no quiere, eh.

Pero sí que quiere.

Pero no quiere porque él no le conviene.

Pero su corazón y su apéndice guarreril sí que quieren.

Pero, si es necesario, sacrifica todo por ella, como ya hizo hace muchos años...

Mi cabeza ahora mismo

Para mear y no echar gota, no porque no haya chicha sino porque hay demasiada y parece que la han tirado a puñados según avanza. Se me empezó a cruzar pronto el libro porque los dos personajes presentan un aparente modo de ser que luego se pasan cada dos por tres por el forro. Que sí, que ya sabemos que, si en romántica son fieles siempre a las tontunas que se les pasan por la cabeza, preferiríamos leer las instrucciones del Monopoly, pero un poco de coherencia, señores, un poco de que os podamos reconocer desde el principio al fin del libro. Aunque claro, poca coherencia van a tener los personajes cuando la trama en general no la tiene...

Mi resumen del libro

Los giros que se saca Tessa Dare del refajo son a cual más tonto y con la sorprendente capacidad de empeorar constantemente el libro. Y yo, que me había montado una película en mi cabeza, iba viendo cómo, poco a poco, mis ilusiones iban siendo pisoteadas por sucesivas tontunas y cómo el libro, que empezó con buena pinta, acababa de un modo pueril a más no poder. Poco recordaré del libro pero lo tonto que acabó siendo sí lo recuerdo perfectamente.

Una dama a medianoche son unas enaguas que, si no vas con expectativas, pueden llenarte el estómago, como cuando te comes unas chuches para matar el hambre, pero que no pasan de ser unas enaguas de clase b que pasan sin pena ni gloria

Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...

Cabo, aleja de mí tu nabo


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