Las haggards hemos
leído...
Por orden del rey (Tudor Rose 1)
El rey Enrique VIII se siente frustrado por sus propios fracasos
matrimoniales, y castiga a un noble insolente ordenándole que se
case con la vagabunda a la que atraparon cuando estaba intentando
robar un caballo. Stephen de Lacey es un viudo frío y amargado, y
está acostumbrado a los caprichos maliciosos y arbitrarios del
soberano; para él, su nueva esposa es una inconveniencia... aunque
muy atractiva. Pero Juliana Romanov no es una ladrona normal y
corriente, sino una princesa rusa que se vio obligada a esconderse
de los traidores que asesinaron a su familia, y que espera poder
regresar algún día a Moscovia para vengarse.
🌟
Reseña de Cassie 🌟
Cuando vi que la autora de octubre tenía mucha contemporánea, torcí el
morrete. Pero entonces descubrí que también había cositas de época,
concretamente de la era Tudor, y allá que me lancé de cabeza ante la
posibilidad de leer una histórica diferente y ambientada en un momento
con mucho pisto. MENUDA HOSTIA ME HE DADO.
El principio me dejó un poco mosca al ver que la trama empezaba en Rusia y
que la protagonista, Juliana, era nada más y nada menos que una Romanov.
Pero bueno, lo importante era ver cómo llegaba la chica a Inglaterra, y lo
hace gracias a que
se cepillan a toda su familia delante de sus narices y a ella no le
queda otra que huir con un grupo de gitanos de los que es muy amigüita.
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En dos segundos aprendo flamenco y sus cagáis
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Sí, sí, no exagero con lo de aprender en dos segundos... oiga,
cinco años con ellos y se convierte en la más romaní del clan. Pero
sus ganas de venganza están muy arraigadas en su corazón y quiere llegar
al mismísimo Enrique VIII para que la ayude a buscar a los asesinos de su
familia. La cosa le sale regular nada más y termina casada "por orden del
Rey" con un noble viudo y vinagre, Stephen de Lacey, el cual tiene algo
más que enemistad con el monarca.
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Interés 0
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Me diréis que cómo mola esto, un matrimonio a la fuerza ("frotando
manos"). QUIETAS PARÁS. Lo que podría haber sido una historia con toques
divertidos y tira y afloja (dramas aparte)
se convierte en un truño del tamaño de la catedral de Westminster.
Para empezar, ya estamos con el instalust, más por parte de ella,
algo lógico si sabemos que Juliana conoce a Stephen llena de mierda y
piojos (su truco para espantar a los hombres 😑). Pero en cuanto se lava,
su melena sedosa se convierte en algo que el noble vinagre desea
tocar.
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Copazo pa aguantar esto
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Luego tenemos las "personalidades" (por decir algo) de los protagonistas.
Ella es el tipo de chica que no soporto en las novelas: llega a un sitio y
le cae bien a todos menos al maromo del libro, con el que tiene muchos
conflictos. Y no sólo cae bien, sino que es un dechado de virtudes,
destacando sus conocimientos médicos que salvan vidas, sus habilidades
para bailar sobre un caballo, el logro de poner a trabajar juntos a
romaníes e ingleses o sus ideas para resolver cualquier problema económico
que el señorío de turno tenga. En resumen (y como leí a propósito de la
que considero la Pichote primigenia, una tal Megan -y hasta aquí puedo
leer-), es la hostia en patinete. A pesar de todo, no ha llegado a
caerme tan gorda como otras, pero
la autora se pasa un poco con las capacidades de la chica.
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¡Y en todas las categorías!
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Y qué decir de él... un padentro de manual, que ni come ni deja
comer. Ahora te morreo, ahora te pego un grito e intento anular mi
matrimonio. Y, ojo, que él también es un Leonardo da Vinci con sus
inventos. Esta pareja supera al matrimonio Curie si se descuida. En cuanto
al conflicto con Enrique VIII y el trauma que Susan Wiggs le monta es un
sinfuste de mucho cuidado.
Y ni su mierdeo ni el de ella (esas terribles ganas de venganza) se
resuelven o explican de manera sustanciosa. Esta novela es más plana que una tabla de planchar. Para colmo, he
visto que mi querida Kim habla de los momentos guarreriles y los describe
como viejunos y rancios. Pa rancia yo, que me los he saltado TODOS. Por mí
como si se los trajinaba un pez a cada uno.
En conclusión, termino con un juramento:
ni una más de esta señora.
Por todo esto, recibe en nuestro Gandymetro...
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Stephen, tu padentrismo te quita palotismo
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Reseña de Kim 🌟
Pues otra autora que el reto me ha descubierto y
otra que me han quedado pocas ganas de volver a leer. Ya sabéis que yo empiezo siempre un libro con muchas ganas de que me
guste y este tenía buena pinta pero, para mí, se ha quedado en eso, en
la pinta, porque
el contenido me ha gustado poquito tirando a nada. Vamos, que
tengo el libro en papel y, si alguna de vosotras lo quiere, os lo
regalo.
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Kim siendo generosa... con lo que no le gusta
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Como ya habéis leído la reseña de Cassie, no me voy a extender mucho
(cuanto antes me olvide de este libro, mejor).
La premisa me ha parecido muy interesante, con una noble rusa,
Juliana Romanov, que huye de los asesinos de su familia y acaba
siendo una marioneta en manos de Enrique VIII, que la obliga a casarse
con Stephen de Lacey, un noble pelín tocahuevos al que el rey se
la tiene jurada.
¡Un noble que osa fastidiar a Enrique VIII y que recibe como castigo
casarse!
Es cierto que Juliana está un poco piojosa y poco deseable cuando esto
ocurre pero, de los castigos que este hombre te podía imponer, ese es de
los más leves. Aunque, para castigo, leer este libro. Ya os he
dicho que yo leo con la mejor de mis intenciones pero, claro, cuando te
encuentras un libro como este, las intenciones saltan por la ventana con
ánimo suicida. Tal vez es culpa mía, que lo he leído estando enferma y
con la cabeza en otra cosa, pero es que
he acabado casi haciendo pertiguismo
porque no me interesaba nada lo que me estaban contando.
Los protagonistas me han parecido tan simplones como el libro,
que no profundiza en ninguno de los pistos que tiene entre manos.
Juliana huye de su tierra porque su cabeza corre peligro y toda su
intención es volver y vengar la muerte de su familia, intención que
queda en el fondo de un cajón cuando le comienza el xirri a cantar por
soleares gracias a Stephen (le canta solo, eh, no hace falta que se lo
estimule nadie, es así de apañado). Y Stephen... Ay,
Stephen, qué hombre más insoportable.
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Si lo que menos me gusta es el maromo, vamos fatal
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Está el pobre que entre los traumas, los secretos y los inventos que
ingenia puede poner un tenderete. Lo peor de todo es que
es de los que parecen bipolares en lo que al amor se refiere, ya que te dice que no con la cabeza pero, a los dos segundos, su cola
vence a su voluntad, y no soporto esos comportamientos instantáneos tan
extremos. Vamos, que
ha conseguido hacerla buena a ella, que no era santo de mi devoción
(parece la protagonista de la canción de Astrud
Hay un hombre en España, me la creo capaz de prepararte un cocido montañés mientras baila una
sardana a lomos de un caballo y a la vez, negocia un tratado de paz con el
país vecino), pero es que
Stephen me ha parecido insoportable y más simple que el mecanismo de un
chupete, siempre con la lucha constante entre alejar a Juliana y querer
empotrarla, y cabreado con la vida por tener esos sentimientos. Bien
llevado esto es siempre algo que me encanta pero
Susan Wiggs lo maneja todo de un modo pueril y superficial, de modo que los personajes carecen de profundidad psicológica y parecen
muñequitos que van y vienen.
El tramo final es el colmo de los despropósitos, ya que Susan Wiggs
parece recordar que tiene pistos pasados que resolver y decide juntarlos
todos para darles salida rapidito.
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Susan Wiggs escribiendo el final
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Y, por favor,
no me hagáis hablar de cómo resuelve la trama rusa porque me da la risa
y tengo que echar mano de la Tena Lady. Además,
las secuencias guarreriles están escritas con un aire algo rancio (es
de 1994, una época en la que ya había libros más modernos pero aún coleaba el regusto viejuno de la romántica de los ochenta) y me han dejado fría por
completo. En fin, que estaré atenta a vuestras reseñas de contemporánea, ya
que
a este mujer, en histórica, no me acerco yo ni con wifi.