Charlie Matheson ha pasado su vida haciéndose cargo de algo. Cuando sus padres murieron dos días antes de que cumpliera dieciocho años, se hizo cargo de su hermano pequeño, incluso aunque eso significara aparcar sus sueños. Se hizo cargo de la ferretería de su padre, expandiéndola. Se hizo cargo de un gato que encontró en el bosque, el que ahora es su gato.Cuando un desconocido lleno de tatuajes y con una mirada desafiante empieza a ir a la ferretería, comprando cosas al azar y metiéndolas en un coche tan desastroso que hace que Charlie se sienta mal, su instinto le dice que le ayude. Y cuando el hombre va por quinta vez en una semana a la tienda, Charlie no puede resistirse a intervenir.Rye Janssen ha pasado su vida rompiendo algo. Promesas. Los corazones de sus padres. Alquileres. No está acostumbrado a gente que quiere arreglar algo, ni la decrépita casa que ha heredado, ni su futuro ni a él. Pero cuanto más tiempo pasa en Garnet Run, más puede verse allí para siempre. Y cuanto más tiempo pasa con Charlie, más puede verse durmiendo en sus brazos y despertándose entre ellos. ¿Eso es lo que se siente cuando uno tiene un hogar y alguien con el que compartirlo?
Cuando leí
Better Than People, hubo un personaje que captó mi atención: Charlie, el hermano de Jack,
el protagonista de ese libro, así que se me alegraron hasta las gomillas
de las bragas cuando supe que iba a tener su propia historia. Bien,
pues esta es, Best Laid Plans. Y ya sabemos lo que pasa, que las
ilusiones son las peores amigas de una lectora porque te haces una mansión
con las posibilidades lectoras y luego
es difícil estar a la altura, justo lo que ha pasado con este
libro.
Cosas que pasan |
Cuando a Rye Janssen le informan de que su abuelo, al que no
conoció, ha fallecido y le ha dejado en herencia una casa en Garnet Run,
Wyoming,
le falta tiempo para coger a su gato y abandonar Seattle camino de tan
rural destino. La vida no ha sido nunca fácil para él y, harto de pedir asilo a sus
amigos para no dormir en la calle, decide que un techo en un lugar perdido
de la mano de Dior no puede ser peor que lo que ahora tiene.
Si tú lo dices... |
Obviamente, en esa casa no habitan ni los espíritus, así que, con más
ganas que idea o dinero, Rye se va a la ferretería local a comprar el
material necesario para parecerse a los gemelos de las reformas, algo que
Charlie Matheson ve rápidamente que no va a ocurrir.
Solo y a cargo de su hermano desde que ambos eran adolescentes, Charlie ve el peligro antes que la Bruja Lola y ese hombre, medio
desarrapado y más perdido que un pulpo en un garaje, no sabe lo que es ni
construir con piezas de Lego ni el peligro que entraña reformar una casa
que se cae a trozos y, mientras, vivir, en ella. Así que Charlie, el
hermano mayor que todos quisiéramos,
le ofrece su ayuda y, de paso, un techo bajo el que vivir, no sea
que le pase algo a ese bello desconocido que le ha intrigado y fascinado a
partes iguales... Que tú y yo no haríamos eso ni aunque fuera David
Gandy (bueno...) porque imagina
que te abre en canal por la noche y no por cuestiones guarreriles, pero
esto es Romancelandia y, ya sabéis, le cerramos la puerta a la realidad
para pasar un buen rato. Si bien
este planteamiento inicial me parecía un poco forzado, reconozco
que también me hizo dar palmas con las orejas porque
Charlie es un amor de hombre
y ya se veía en Better Than People que lo suyo era cuidar de los
demás, así que traer a la luz Caroline a un pobre hombre
desamparado era para lo que estaba destinado. Poco me olía yo en ese
momento que el que tenía que ir a la luz era Charlie y no Rye,
porque muy pocas personas pueden perder a sus padres con diecisiete años,
hacerse cargo de su hermano, renunciar a su vida y a sus sueños y no
acabar sufriendo las consecuencias. Y no, Charlie no es una de esas
personas.
Es más de estas |
Y la historia no tiene mucho más, es todo ver
cómo Rye va encontrando su lugar en Garnet Run y en la vida de Charlie
mientras este lucha contra sus costumbres, miedos y obsesiones. Me centro mucho en Charlie porque, para mí, es el gran protagonista de
la historia, aunque a priori parezca lo contrario, ya que Rye es el que no
tiene nada, el que llega nuevo, el que busca echar raíces... Sin embargo,
Charlie ha construido la vida que le han dejado contruir, dedicándose
tanto a los demás que no ha vivido nada
y, lo peor de todo, ahora no sabe cómo hacerlo y le da miedo. Es un
personaje muy interesante, al que quieres achuchar hasta el infinito y más
allá e intentar hacerle sentir bien para que se le compense lo mal que lo
ha pasado. Rye es esa persona que, buscando tener una vida, acabará
dándole otra a Charlie. Al lado de este, Rye es casi inexistente,
una plastilina que se amolda a nuestro maromo para ayudarle y hacerle
feliz. Es todo muy cuqui y muy dulce y de mucho sentimiento, pero,
sinceramente, ha sido también un poco bluff.
No es para nada un mal libro y se lee estupendamente, porque Roan
Parrish escribe muy bien, de modo sencillo aunque no pueril, pero
me ha faltado tensión por todos lados. Sé que Charlie se merece un
libro bonito y dulce y que, por desgracia, está tan traumado que una
pasión desbordante lo único que podría conseguir es que saliera por patas
(porque también está medio traumado en el aspecto guarreril). Pero que él
no quiera esas pasiones ardorosas no significa que yo no las necesite...
Kim, always ready for the guarrerismos |
No es que necesite yo chingamientos literarios a todas horas, me refiero a
que, a nivel de pareja, aquí es todo muy fácil, sin pasiones o
dramas. Esto hace el libro más dulce y calmado, pero también mucho menos
emocionante, sobre todo en el tramo final, donde amorosamente ya tenemos
todo el pescado vendido y dedicamos más tiempo a los gatos que a los
maromos.
Y ya sabéis lo mucho que me gustan los bichos |
Ya os digo que
no ha sido una mala lectura pero reconozco que no la he leído
enganchada. Ni los guarrerismos (pocos, que es un libro #RanciedadFriendly) me han
parecido como para tirar cohetes, aunque le aplaudo a Roan Parrish que
plasme formas de sexo más allá del metesaquismo habitual y que
podamos ver a una pareja que, poco a poco, va compenetrándose cada vez más
en todos los aspectos aunque no se hayan superado todas las
barreras/traumas que arrastran. Es bonito y se percibe real, algo que,
dentro de lo amable que es este libro, queda bien, aunque a mí
me hubiera gustado un poquito más de emoción y de pasión.
Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...
Rye y Charlie son adorables pero poco empotrables |
La historia en si tiene buena pinta, pero te entiendo cuando dices que le faltan cositas, la tendré en cuenta, buen post, besos
ResponderEliminarEs un libro dulce y sencillito, pero esta escritora tiene mejores libros, por si alguna vez te apetece leerla.
EliminarMuchas gracias por pasarte, Noe!
Hola, algún día de un año de estos me animaré a leer algo de este estilo, pero tengo claro que no será con este. No me llama nada, creo qe todas las historias necesitan algo de chicha, y por chicha, entiendo algún conflicto... si no lo hay no me enganchan a seguir leyendo, es como ir de paseo por una carretera recta, y recta y recta...
ResponderEliminarUn besote
Roan Parrish tiene mejores libros, la verdad. Ya sabes que Elsa nos hizo recomendaciones estupendas en su Rainbow Corner y el el reto que nos propuso, por si alguna vez te apetece probar con alguno!
EliminarMuchas gracias por pasarte, Pepa
Una pena que no te haya enganchado del todo y que en general le hayan faltado cositas por mi parte últimamente para mí esta es imprescindible que la trama me enganché y me está costando encontrar libros que lo haga
ResponderEliminarSí, es una pena cuando lees sin que la historia te acabe de enganchar. A ver si encuentras algo pronto que te motive!
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar