Emilia
Dicen que el amor y el odio son los mismos sentimientos experimentados bajo diferentes circuntancias, y es cierto. El hombre con el que sueño es el mismo que me persigue en mis pesadillas. Es un abogado brillante. Un hábil delincuente. Un bello mentiroso. Un matón y un salvador, un monstruo y un amante. Hace diez años me obligo a huir del pequeño pueblo en el que vivíamos. Ahora, ha venido a Nueva York a por mí y no va a irse hasta que me lleve con él.
Vicious
Es una artista muerta de hambre. Bonita y esquiva como una flor de cerezo. Hace diez años entró en mi vida sin anunciarse y volvió todo del revés, pero pagó el precio. Emilia LeBlanc es intocable, la exnovia de mi mejor amigo. La mujer que conoce mi secreto más oscuro y la hija del personal de servicio que cuida de nuestra mansión. Eso debería ser suficiente para impedir que la persiga pero no lo es. Me odia. ¿Y qué? Mejor que se vaya acostumbrando a mí.
Bueno, lo primero que os voy a decir en esta reseña es que no soy crítica literaria (ni pretendo serlo, obviamente), así que me voy a permitir llenar esta reseña de la palabra que más he repetido mientras leía Vicious: gilipollas. Si sois alérgicas a los tacos y demás expresiones malsonantes, podéis saltaros la reseña e ir a ver los Gandys que le he dado. Spoiler: son dos.
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Como las dos hostias que le daría a Vicious |
La cosa por aquí va así. Emilia LeBlanc es hija de los nuevos trabajadores del casoplón de la familia Spencer, cuyo hijo, Vicious, es un gilipollas integral que parece salido de Menos que cero, la novela de Bret Easton Ellis. Junto con sus amigos se hacen llamar los AssHotHoles y se dedican a gastarse toda la pasta que sus ricachones padres tienen, a hacer fiestas y a pasarse por la piedra todo xixi que se ponga a tiro. Emilia y Vicious tienen un inicio malo y un desarrollo peor, que culmina con que ella tiene que salir por patas de su ciudad. El tiempo pasa pero el gilipollismo en Vicious, no, con lo que, cuando se vuelven a encontrar, decide utilizarla para ciertos planes turbios y, de paso, saldar las cuentas que guarrerilmente tienen pendientes.
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Soy más listo que Calisto |
Este libro os puede gustar sí:
👉 os gustan los protagonistas que son más gilipollas que buenorros;
👉 os gustan las protagonistas que caminan en la fina línea entre ser buenas personas y tontas;
👉 os gustan los pistos de enemigos que se fo**an vivos más que a mí Henry Cavill cubierto de chocolate (o de la nada más absoluta);
👉 os gustan las historias de amor en las que el amor reside en la punta de los nabos.
De esos cuatro puntos, yo cumplo uno, así que, como comprenderéis, este libro no va a pasar a mi top de lecturas del año. Reconozco que no podía dejar de leer el dichoso libro y ese es el gran mérito que, para mí, tiene L.J. Shen. Es capaz de inventarse unas historias llenas de personajes que me caen como una patada en mis turgentes posaderas y a los que insulto de principio a fin pero que me tienen enganchadísima. Vamos, que esto es un guilty pleasure como la copa de un pino, me lo paso pipa leyendo las historias de estos despreciables a los que les deseo que les atropelle un camión de Mahou. Sin embargo, no se me nubla la razón lo suficiente como para no ver la realidad del libro. Como me dijo Sonia, mi querida sweetie, el esquema del libro es casi un calco de The Kiss Thief y, aunque no les he cogido tanta manía a estos protagonistas como a aquellos, no he llegado a conectar con ellos. Con Vicious, por supuesto, me ha sido imposible. Puedo entender los traumas que arrastra y blabla pero, mira, chico, eso no es excusa para ser un gilipollas capaz de arruinarle la vida a la chica que te vuelve el palote loco. Y ella resulta ser una medio pavisosa con ganas de redimir al malvado porque está traumado y blabla. No llega a ser Sosastasia con sus Cincuenta sombras, eso sí, porque a esta no le importa bajarse a pilón si es necesario.
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De tonta no tengo ni un pelo del xixi |
¿De sexo? Bien, gracias. Vicious puede despreciar mucho a Emilia pero se la quiere trincar viva cosa mala, así que, cuando lo hace, se emplea a fondo. Las secuencias no son nada fuera de lo normal, sinceramente, correctas y punto. Para mi gusto, desprovistas de emoción y sentimientos, como el resto del libro. Es lo que tiene que los protagonistas sean fríos y/o se guarden sus sentimientos. Hay demasiada narración plana y poco diálogo, así que no te puedes meter en la historia en condiciones. Además, aunque cumple todos los requisitos para ser una novela romántica, para mí no lo ha sido, más que nada porque no puedo ver esa evolución amorosa que tanto me gusta. Él es un gilipollas de principio a fin. Seguro que Emilia diría que sí, que es un gilipollas pero es SU gilipollas. Pues para ti, rica, porque a ese hombre no hay quien lo aguante por muy bueno que esté. Ya sé que me he metido historias de amor dañino o dark o como sea y me las he zampado estupendamente, pero necesito algo de emoción y de sentimiento para creerme que hasta el mayor de los malvados puede redimirse por amor, pero aquí no lo he visto.
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No me simpatizas |
Al igual que con The Kiss Thief, empieza con fuerza pero la acaba perdiendo según avanza la historia. Me gusta que la escritora se vaya guardando partes del pasado para irlas intercalando y conocer lo que realmente pasó entre Emilia y Vicious, pero no logra mantener la intriga, ni en la relación entre ambos ni en lo demás. La parte que se supone culminante fuera de lo amoroso, todo lo relacionado con la madrastra, tiene pintaza pero acaba mñe, floja y torpona. Sin embargo, la relación entre los HotHoles me ha gustado (dentro de mis ganas de que les atropelle un camión de Mahou a casi todos, claro). Para ser todos tan gilipollas, me ha encantado la dinámica tan especial que tienen. Probablemente, entre ellos se querrían estrangular pero tienen un vínculo muy especial que les hace quererse y apoyarse a pesar de todo. ¿Podrían ser menos gilipollas? Por supuesto, pero me temo que entonces ya no estaríamos en un libro de L.J. Shen sino en Friends.
Así que esto os cuento sobre Vicious, queridas. Es una historia de amor con la que no he conectado, con más misterio en el planteamiento del que finalmente tiene y un protagonista tan frío que me ha acabado congelando a mí. Sin embargo, me ha tenido enganchada y sin poder dejar el libro, todo un meritazo.
Por todo esto, le damos en nuestro Gandymetro...
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Vicious, tu vicio me saca de quicio |