Cuando una herencia inesperada eleva a su familia al rango de la aristocracia, Amelia Hathaway descubre que cuidar a sus hermanas menores y a su difícil hermano era algo fácil comparado con moverse en las complejidades del mundo de los privilegiados. Pero aún más complicado es lidiar con la atracción que siente por el alto, oscuro y peligrosamente apuesto Cam Rohan. Dueño de una riqueza incalculable, Cam está cansado de las absurdas restricciones de la sociedad londinense y anhela volver a sus raíces gitanas.
Cuando la deliciosa Amelia acude a él en busca de ayuda, intenta ofrecerle sólo su amistad pero las intenciones no bastan para contener el deseo que ciega a ambos. Sin embargo, ¿puede un hombre que desprecia las costumbres inglesas verse tentado por algo tan tradicional como el matrimonio?
Pues ya estábamos tardando en meterle mano *ejem* a esta serie, que tanta fama tiene y a la que nosotras hemos guardado un sitio privilegiado en nuestras partes pudendas estaterías. En un ejercicio de vaguería suprema me voy a autocitar nuestra reseña de El diablo en invierno (grrrrrrrrrrr) para que sepáis con qué ánimo cogía yo esta novela...
Y la Kleypas, además, nos regala aquí otra de sus habilidades: la de colarte en un libro a otro secundario que te llama la atención y se abre hueco en tu agenda negra maromial. En éste es Cam Rohan, medio romaní medio irlandés (ay madre lo que puede salir de ahí...) que consigue robarle parte del protagonismo a Sebastian y querer hacerte un sandwichito con los dos. ¿¿¿Le veremos en el siguiente libro??? Porque está claro que Cam ha nacido para ser maromo de los que MeCaben y ya le tengo reservado el huequecito.
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Espera que me recupere que Sebastian me ha dejado fina |
Pues ya me he recuperado y MeCabes, chato.
Los Hathaway son una familia cuyo segundo apellido debería ser Mala-Suerte (no son dos, es compuesto, ejem). Se podría pensar justo lo contrario ya que Leo, el hermano, ha heredado recientemente el título de vizconde (con todo lo que eso conlleva) pero parece que la mala vida que gasta le va a hacer perderlo (básicamente porque tiene grandes probabilidades de estirar la pata). Su solterona hermana Amelia es la que intenta que no abandone este lado de la vida y, en una de sus aventuras al rescate de Leo, acaba en Jenner's y bajo la sagaz mirada de Cam Rohan, el romaní que nos robó las enaguas que Sebastian dejó vivas en El diablo en invierno y que, con la primera mirada que le echa, nota en sus genes gitanos que no va a ser eso lo único que le eche a Amelia, IYKWIM.
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Con estos movimientos te voy a echar de tó menos de la cama |
Por una serie de desdichados acontecimientos (cosa del segundo apellido claramente), los Hathaway acaban recibiendo una ayuda más que generosa de sus vecinos de Stony Cross Manor. ¿Y recordáis quiénes son los que viven en tan rico casoplón...? ¡Los Westcliff! ¿Y quiénes están relacionados con ellos...? ¡Los St. Vincent y, por tanto, Cam Rohan! *inserte usted aquí multitud de croquetas de la felicidad* *inserte usted aquí a unos enfermeros buenorros que han tenido que recoger a Kim del suelo tras la mención a Sebastian St. Vincent*. Amelia puede que no esté tan feliz como nosotras al saber que tiene que compartir más espacio con Cam del que su cabeza quiere pero nosotras sabemos que su ovarios bailan tres sarandongas con la repentina situación. Y Cam ni puede aplacar los calores de su sangre romaní (o la tendencia al vicio de su sangre irlandesa), ni puede evitar desplegar su magia con Amelia. Porque, queridas mías, lo que Cam despliega a su alrededor es una onda expansiva de calores bajeriles capaces de arrasar más que el caballo de Atila y, además, es capaz de llenar las páginas del libro con magia pura y dura (aunque para dura su *censored*).
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Cam suelta magia y nosotras, fluídos |
Tanto Cam como Amelia tienen la necesidad (aunque no lo sepan) de pertenecer a algún sitio, de sentirse parte de algo. Cam pertenece a dos mundos y, a la vez, a ninguno y Amelia cree que el momento para encontrar su lugar ha pasado y debe estar en casa velando por sus hermanos, desorientados ahora que no tienen padres. Al final su hogar lo van a tener más cerca de lo que pensaban, claro, pero mientras ellos descubren eso, nosotras vamos descubriéndolos a ellos y, la verdad, Amelia nos da un poco igual, mientras que Cam... *emojis de ojitos con corazoncitos*. A Cam ya lo teníamos fichado pero aquí profundizamos en él *tose*, lo que es un pequeño regalo porque cada vez que descubres algo de él se te caen un poquito más las bragas (tiene un tatuajeeeeeeeeeeeeeee -¡y misterioso!-). Y es que cuando aparece, nosotras estamos en plan "Aladdin me lleva a dar una vuelta en la alfombra mágica y me canta Un mundo ideal en la oreja mientras nosotras ronroneamos". Sus sentimientos se narran con una sensibilidad especial, envolviendo todo en un halo mágico, distinto y especial. Vamos, como que cuando habla de vivir libre como su pueblo se te olvida hasta que durmiendo al raso te pueden entrar bichos por los prietos canales (por ahí nos tiene que entrar otra cosa, grrrrrrrrrrrrrr). Pero, a pesar de la maravillosidad que despliega Cam, Amelia es reticente y no quiere dar su brazo a torcer (para unas cosas, que para otras no tiene tantos miramientos la jodía) y es una pena porque se pierde frescura al quedarse la cosa atascada por el "llámale pichotismo, llámale cabezonería" de Amelia.
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De verdad, chica, así me tienes |
Para que no nos saturemos con Amelia tenemos al resto de los Hathaway, que se nos presentan en esta novela y parecen bastante interesantes (a ver cómo se las gastan en el resto de la serie). Leo es un tontolaba y, sinceramente, me cae mal. Está traumatizado por la muerte de su novia Laura y ha decidido que, si la muerte no viene, ya la va a buscar él a través de todo lo que pille (salir, beber, el rollo de siempre, que diría Extremoduro). Realmente ya esquivó el otro barrio cuando lograron salvarle de la escarlatina que lo dejó sin churri. A él y a Winnifred, otra de las hermanas, a la que Merripen, el misterioso pseudohermano gitano que tiene la familia, mira de un modo especial... No, si con razón dice Amelia que son unos raros, parece que la Kleypas ha ido escogiendo personajes pintorescos al azar, los ha agitado y, ale, ahí tenéis a los Hathaway (no es una crítica, eh, es un pensamiento que he tenido a bien compartir con vosotras, generosa que es una). La crítica viene ahora, cuando os digo que, a través de la historia de Leo, Lisa Kleypas introduce trama sobrenatural que, si bien al principio me ha llamado la atención, me ha acabado molestando y, encima, se resuelve mal.
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Me interesa más hacer esto que la historia fantasmona |
El libro se lee bien hasta que Cam decide que Amelia es su churri forever and ever y, para mí, se estanca. No sé qué esperaba de este libro pero sí algo más de lo que me ha dado. Además, como leo sin mirar sinopsis ni saber si los libros están relacionados, pues viene Lisa a hacerme un Kleypas y me llevan los demonios (bueno, ahora ya estoy muy acostumbrada así que los demonios no pueden conmigo). Tú lees dándote cuenta de que entre unos personajes puede haber tomate y "uy a ver qué interesante" y "anda mira que aquí hay gato encerrado con Cam" y de repente se termina el libro y te quedas con cara de panoli porque esperas una historia de amor secundaria que se intuye pero no se llega a dar y, que deduzco, será la del siguiente libro. No os digo esto como algo malo, pero sí para que vayáis sobre aviso.
ESTE LIBRO TE DEJA A MEDIAS, COMO UN MAROMO QUE AÚN NO LO HA CATADO
De todos modos, te puede gustar o disgustar lo que cuenta pero no cómo lo cuenta, porque Lisa Kleypas es una virtuosa de las palabras. Tuya a medianoche es tiene momentos divertidos, tiene guiños a los fans de las Wallflowers, tiene unas secuencias sjadgfjkashdfkjashf extensas y muy hot pero caminando en esa fina línea entre lo guarro y lo amoroso sin decantarse por ninguna pero teniendo un poquito de cada... ¡Y encima hay breves apariciones de Sebastian St. Vincent que han hecho que ésta que os escribe dé palmas con todas las partes de su cuerpo que puedan abrirse y cerrarse! A esto hay que sumar la adorafollabilidad de Cam, que me ha hecho la lectura más feliz, porque si llega a ser por la prota... No deja de quedarme la sensación de que Cam se merecía una historia mejor. ¡Esperemos que el siguiente libro sea más redondo! (Kleypas, te tengo en la mirilla).
Por todo esto, le damos en nuestro Gandymetro...
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3'5. Cam, cabalgar tu pooka es mi destino |