
Tatiana y Alexander empiezan una nueva vida en Estados Unidos, junto al pequeño Anthony. Han sobrevivido a una guerra terrible, pero las heridas del alma siguen abiertas, y los difíciles años de separación los han convertido en extraños. Por primera vez desde que se enamoraron pueden convivir como una familia, pero no les resultará fácil. Durante un tiempo recorren el país buscando trabajos temporales, pero cada vez es más evidente que Tatiana le oculta algo a su marido, y que su vida nómada es una huida desesperada. El amor entre Tatiana y Alexander no llega a quebrarse, pero su felicidad se ve amenazada, y el que más padece la situación es Anthony. ¿Conseguirán dejar atrás los fantasmas del pasado y labrarse un futuro feliz en estas nuevas tierras?
Queridas, ya terminé con El Jardín de Verano. Reconozco que al principio se me hizo un poco cuesta arriba, pero la Simons no quería dejarnos las historia en un final feliz (en apariencia) con el cierre de Tatiana y Alexander. ¿Era necesaria esta tercera entrega tras lo que leímos en las últimas páginas de esa novela? Pues, en mi humilde opinión, sí y no.
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¿Una continuación? NEIN |
Me explico empezando por el no. Tras mucho sufrimiento, los protagonistas alcanzan al fin la tierra prometida, América (como en Viajera de Diana Gabaldon) y una piensa que ya, todo chupi calabaza en el país de las oportunidades, fin, cierre y candado. Podríamos quedarnos con ese final y tan a gusto, oiga, que esta pareja ha padecido lo indecible (aunque al menos no han estado separados veinte años y eso hace para mí más japuta a la Gabaldon que a la Simmons en cuanto a maltrato de personajes) y ya se merece un descanso.
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Así estaba en algunos capítulos: desesperada |
Pues va a ser que no, que les vamos a dar caña, a hacer que aborrezcamos en ocasiones a ese maravilloso Shura que nos conquistó en las otras dos entregas, a convertirlo en un tío insoportable y porculero con Tatiana, que aguanta carros y carretas. Las trilogías se llevan, si no escribes una no eres nadie ni tus otros dos libros tienen fuste si no completas el número mágico de tres. Pero aquí está la que suscribe leyendo y sufriendo para que no se lo cuenten. Y a la Simons no le basta con maltratar a la parejita, sino también al hijo de ambos ad nauseam.
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¡Me he fumado un porro y quiero saber más! |
Argumentos para el sí. Paullina es amante de la crudeza y la vida real y no de las historias de color de rosa. Por eso nos presenta la vida de Tatiana y Alexander tras su llegada a Estados Unidos como algo sin romanticismo ni idealización. ¿Es posible que unas personas que han pasado por todo lo que han pasado puedan hacer borrón y cuenta nueva como si nada al llegar a América? Definitivamente no. Los traumas de lo vivido no se pueden eliminar de un plumazo y es sobre todo Alexander el que los arrastra, haciendo de él un personaje que a veces llega a ser, como he dicho, inaguantable por violento, celoso y machista, pero que hay que ver como hijo de su tiempo, como también lo es Jamie Fraser al darle una tunda a Claire por Pichote. Eso es lo más duro de este libro, ver a Alexander como un hombre imperfecto, de carne y hueso, que odia, ama, miente, llora...
Dicho todo esto, decir que mi balanza se inclina finalmente hacia el "no" por poco, pero comprendo que a otros les guste este cierre. La última parte en forma de gran elipsis-resumen de la historia de los últimos años del comunismo en la Unión Soviética es el punto y final a la conquista de los sueños de Tatiana y Alexander contra el monstruo que casi les destruye la vida. De toda la historia en general, lo que más me ha gustado es la idea de que un simple hecho, un solo momento, una decisión (el cruzar la calle para hablar con la chica del helado y el vestido blanco con flores rojas) es lo que marcó el destino de Shura y Tatia, un destino de amor sin límites (más en las dos primeras novelas para mí). Que esto se recuerde para cerrar la historia me ha parecido el gran acierto de Paullina Simons para que no nos cisquemos en todo lo ciscable al leer El jardín de verano.
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¡Amor es lo que queremos y no sufrir! |
En resumen: Paullina se ha forrado publicando el libro, nos ha puesto de los nervios con esta última entrega y casi nos destroza la imagen de Alexander con sus capulladas realistas. ¡Que el mundo de verdad es muy feo para que también nos lo quieran meter en una maravillosa historia de amor en tiempos de guerra, coñio!
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La Simons descojonándose de la indignación de Cassie |
Por todo esto, le doy (porque estoy sola en esto, lo sé) en nuestro Gandymetro...
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Me quedo con el Shura pre-América |