martes, 25 de octubre de 2016

Indómita (Los Hombres de Roxbury House 3), Hope Tarr


Patrick O’Rourke es un duro escocés, y también un hombre de negocios de éxito, mientras que lady Katherine Lindsey es una bella señorita inglesa, con clase y demasiados años para interesar a los solteros de su círculo. Sin embargo, cuando se ve chantajeada para aceptar un matrimonio de conveniencia con el atractivo escocés, enseñará al que ha de ser su marido otra cara.
Tras la precipitada boda, Rourke la aparta de los refinados y elegantes salones londinenses para instalarla en su castillo de las Tierras Altas de Escocia, un lugar decrépito que se cae a pedazos. Rourke está decidido a domar a su indómita esposa y llevársela a la cama, y para lograrlo, la única guía con que cuenta es un ejemplar de La fierecilla domada, de Shakespeare. Sin embargo, cuando la pasión se desate entre ellos, ¿quién será el domador y quién el domado?


Al final de Rendida, ya se nos anunciaba que la tercera y última entrega de esta serie iba a estar inspirada en el clásico de Shakespeare La fierecilla domada. De hecho, desde Vencida ya nos olíamos algo, pero en la segunda se deja claro, pues hasta Gavin y Daisy deciden regalar a Rourke un ejemplar de la obra de teatro y los protagonistas, Patrick y Katherine, tienen nombres parecidos a la pareja en la que se basa. Con ganas esperaba esta entrega, pues el escocés me gustó en sus apariciones anteriores y que su relación con la chica fuera en plan lucha dialéctica prometía croquetismo del bueno.


PUES NO. Pero dejadme que me explique. Rourke es igual de adorafollable que antes, un self-made man que quiere una mujer de sangre azul que le dé hijos y le ayude a posicionarse en una sociedad que le rechaza por haberse labrado una fortuna con sus callosas y enormes manos. Y pone la boa la mirada en Katherine, hija de un conde venido a menos y con fama de fría y contraria al matrimonio. Comienza una persecución frustrada que tendrá un paréntesis de dos años hasta que Rourke vuelva a la carga con más fuerza nunca. De momento parece que todo correcto, ¿verdad? 


A ver cómo lo digo para que se me entienda... El instalust en esta novela es acojonante. Pero a unos niveles vergüenzajenescos, sobre todo por parte de ella. De los hombres de algunas de estas novelas ya no me extraña, se ponen duros con pensar en la chica de turno con una rapidez que ni Bolt. Pero Kate, que juró y perjuró no amar a nadie desde que de pequeña su padre apostó y perdió a su poni Princess, no sabía que lo del amor era una cosa y lo de los calores xixiles otra. Aquí dejo una sucesión de acontecimientos para que me entendáis mejor.

Rourke mira a Kate:


Rourke le roza la mano:


Rourke se arrima más de la cuenta:


Rourke le mete la lengua hasta la campanilla:


Kate recuerda cuando Rourke le ha metido la lengua:


Sí, queridas. Kate se moja hasta unos extremos que a mí me hacían pensar en Tena Lady y pérdidas de orina más que en excitación. Hope Tarr, aquí te has pasado ya cuatro pueblos y medio con los empapamientos, así que me has tenido temiendo el momento en el que se hubiera sexo de verdad. Vamos, que me veía al pobre Rourke tal que así:


A pesar de los chorreos xixiles de Kate y de un magnífico morreo de Rourke, no todo irá como debe. Un malentendido (uy, qué raro) hará que cada uno siga su camino hasta que dos años después Rourke reaparece y obliga la chica a casarse con él aprovechando las deudas de su padre. Además, nuestro querido escocés tiene en mente domar a la fiera, como ya hemos dicho más arriba. Al principio se dará alguna situación graciosa que otra, copiada de la obra teatral (con buen pijo bien se jode, que dicen en mi tierra). Luego ya no tanto, por los consabidos berenjenales de sentimientos en los que se mete la autora y que terminan siendo cabreantes. 



El sexo no será demasiado a pesar de tanta inundación de bajos, aunque sí con toques greyanos de nuevo, pero mezclados esta vez con una buena ración de Outlander. Hope Tarr ha tenido que leer esta saga sí o sí por cuatro razones: la alusión a una libélula en ámbar en un diálogo; que Rourke sea escocés; que lleve la espalda llena de latigazos; y, por último pero no menos importante, por cierto ajuste de cuentas entre él y Kate...

Claire no se puso así de perraca con los azotes

Cierro esta trilogía que me ha dejado un sabor agridulce en la boca. Tras la agradable sorpresa (con sus fallos) de Vencida, las dos entregas siguientes han pecado de los mismos defectos que la primera, incluso para peor. Creo que no me equivoco si digo que, en caso de haber leído antes la primera, le hubiera dado los mismos Gandys. Hope Tarr tiene buenas ideas, protagonistas distintos a los habituales y posibilidades de ser muy original, pero termina siempre siendo una cansina con las vueltas que da a lo mismo una y otra vez. Una pena. Con todo, no me arrepiento de haber echado un ojo a esta autora, que siempre da gusto descubrir cositas que, dentro de lo que cabe, no están del todo mal.

Por todo esto, recibe en nuestro Gandymetro...


Rourke, dómame


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martes, 18 de octubre de 2016

Casarse con él (The Ravenels 2), Lisa Kleypas

[CONTIENE SPOILERS DE UN SEDUCTOR SIN CORAZÓN]
La ambición salvaje ha proporcionado al vulgar Rhys Winterbone grandes éxitos y riqueza. En los negocios y más allá de ellos, Rhys consigue siempre lo que quiere. Y desde el momento en el que conoce a la tímida y aristocrática Lady Helen Ravenel está decidido a poseerla. Y si tiene que arrebatarle su virtud para asegurar que se case con él, muchísimo mejor...
Helen apenas ha tenido contacto con la rutilante y cínica sociedad de Londres pero la constante seducción de Rhys despierta una mutua e intensa pasión. La dulce educación de Helen oculta una terca convicción de que sólo ella puede domar a su rebelde marido. Cuando los enemigos de Rhys conspiran en su contra, Helen debe confiarle su secreto más oscuro. Los riesgos son impensables. La recompensa, una vida de incomparable dicha. Y todo comienza casándose con Mr. Winterbone...


En este blog sentimos verdadera devoción por Lisa Kleypas. Por eso cada vez que saca un libro, Cassie y yo nos rulamos por el suelo de modo croquetil (aunque también hay que decir que no siempre el libro es de croqueta digna). Cuando salió Un seductor sin corazón el croquetómetro se disparó por la emoción ("¡que Lisa Kleypas se vuelve a poner las enaguaaaaaaas!") pero leyendo descubrí que mi corazoncito no palpitaba por el maromo titular sino por el secundario que le roba el protagonismo, Rhys Winterbone.

Yo quiero a Rhys, Rhys para mí, Rhys forever, I❤Rhys

Rhys Winterbone es un hombre hecho a sí mismo. Galés e hijo de un tendero, a base de trabajo duro y de ambición logró convertir la tienda de su padre en los grandes almacenes que asombran (y ponen los dientes largos) a todo Londres, Winterbone's. Ahora es uno de los hombres más ricos y tiene todo lo que puede desear. Todo menos clase, porque nunca dejará de ser un rudo galés inferior a los demás. Por eso el matrimonio con Helen Ravenel es tan sumamente conveniente para él. Helen es una chica de la alta sociedad, cultivada y tímida, que no sabe nada de la vida, igual que sus hermanas gemelas. Cuando se conocen, Rhys está en unas circunstancias muy poco deseables pero Helen le proporciona tranquilidad y le anima hasta la boa (mientras que a ella le hacían cosquillitas las mariposas estomacales), así que nuestro maromo (con la incitación bendición de Devon) no duda en iniciar el cortejo. Y así se comprometen.


¡Toma y toma, que Helen ha pillado con el mejor!

Para luego romper el compromiso.


Me cago en las expectativas frustradas

Y encima todo esto pasa en el libro anterior, porque Casarse con él comienza directamente con Rhys y Helen separados y con el corazón dolorido por lo que pudo haber sido y no fue. Rhys sabe que su boa apuntaba muy alto con Helen, la tímida y etérea Ravenel que le hace perder la cabeza y hervir la sangre, y que su matrimonio era imposible al ser de distintas clases. Y Helen efectivamente es tan tímida y sabe tan poco de la vida que se asusta ante la virilidad el ímpetu del rudo galés pero eso no le hace perder la perspectiva de lo que quiere. Y lo que Helen quiere es una vida con Rhys, llena de cosas extraordinarias con el menos común de los hombres a su lado. Así que nuestra tímida orquídea coge las riendas de su vida y decide conservar a Rhys a su lado. Y si para ello tiene que perder las bragas la virtud por el camino, que así sea. 


¡Allá que voy, Rhys!

Pues sí, queridas, allá que va Helen dejando de ser mocita y arreglándose con Rhys a las primeras de cambio (pero muy a las primeras). Y entonces, teniendo ya Helen sujeto a Rhys por la boa, ¿qué nos queda? Pues, sorprendentemente, mucho. Lo que Lisa Kleypas nos enseña es cómo tiene que pelear la pareja por poder lograr su deseo a pesar de todas las normas sociales y de los impedimentos familiares, además de poder compartir el camino de Helen hacia el aprendizaje jagfldkjhljdfhsd y, de paso, descubrir cómo de maravilloso es Rhys. Puede parecer un nadismo y tal vez lo sea pero contado tan sumamente bien como lo cuenta Lisa Kleypas nada parece intrascendente, hasta lo más nimio está dotado de magia. Aunque, para que no nos aburramos, en la mitad del libro la Kleypas nos mete una sorpresa que marcará a los personajes y el resto de la historia.

Qué fuerte, tía, yo no tengo el xixi para estos sufrimientos


Y esa sorpresa, que no me la esperaba y me ha encantado, es justo el "pero" que le pongo a la historia. El libro va sobre ruedas hasta que pasa eso y Helen toma una decisión con la que no puede estar de acuerdo ni Penry y que lleva a estancar la historia de amor y ceder paso a la otra trama. Rhys cede protagonismo y eso es MAL porque el libro es mucho mejor cuando él aparece. Es cierto que con este desarrollo hemos podido ver una reacción de Rhys inesperada y absolutamente maravillosa (no he visto mayor devoción de un maromo a su churri en mucho tiempo) pero yo esperaba más conflicto y resuelto de mejor modo, da la impresión de que se cierra muy rápidamente pero en falso. 

La Kleypas intentando llegar a la perfección

De todos modos, ese "pero" no me quita el excelente sabor de boca dejado por esta lectura. Ciertamente hay que cabrearse un poco porque, al iniciar la relación en el libro anterior, nos ha escamoteado el cortejo (ay, esas primeras conversaciones, esos momentos de tensión maravillosos que acompañan los roces y son preludio del primer beso, ay qué pena no leerlo) y, bien mirado, tampoco nos cuenta gran cosa en éste (el tomate lo solventa a las primeras de cambio) pero nos compensa con la cantidad de adorafollabilidad que destila Rhys, el encanto de Helen y el excelente número de abso-fucking-lutely marvelous secuencias guarreriles, todas con el sello made in Kleypas, made in Heaven, descriptivas, laaaaaaargas (tanto como la boa de Rhys), calentorras y muy muy bonitas.


Yo sé lo que os gusta, chatas

Lisa también sabe que nos encantan los personajes secundarios de esta serie y tenemos más de ellos, especialmente de las gemelas (que siguen igual de locas y encantadoras -y una de ellas, toda una emprendedora-) y de Devon y Kathleen (ya me he reconciliado con ella). Incluso podemos disfrutar de West, tan adorafollable como siempre pero que enseña poco la patita (Liiiiiiiiiisaaaaaaaaaaa, queremos libro de West). A ellos tenemos que sumar a Tom Severin y a la doctora Garrett Gibson, de los que yo esperaba algo más (he echado en falta la habitual historia de amor secundaria). La doctora Gibson es muy interesante porque nos conecta con otro punto que me ha encantado: la fortaleza de la mujer. Aquí eso de la mujer debilucha no se lleva y yo digo que ole tu xixi. Aquí hay mujeres que han luchado contra la sociedad por ser algo más que la esposa de alguien, que se ganan su sueldo y pelean porque se las respete dentro de una sociedad decrépita y cambiante. Hasta Helen, dentro de su timidez y su educación, es una mujer fuerte y es una delicia recorrer con ella el camino hacia su liberación de las ataduras de la sociedad y del corsé. 


¡Libertad de decisiones y de pechos!

Conectado con lo anterior, he adorado la fantástica ambientación y situación en la época. Me encantan los detalles que Lisa da, cosas cotidianas como beber soda de una botella directamente o cómo la moda va cambiando, las mujeres que se incorporan al trabajo, esas pequeñas (pero importantes) cosas que me hacen más real la situación y que, contadas por Lisa Kleypas, parecen mágicas. Porque eso es lo que hace Lisa Kleypas con las palabras, pura magia, especialmente con dos cosas: los grandes almacenes Winterbone's y el dueño himself. Esas descripciones del negocio, tan impresionante y tan brilli brilli, eso es el Paraíso de las compras, queridas, la tierra de las oportunidades (yo es que soy muy urraca, si algo brilla, allá que voy). Y tanto como los almacenes brilla su dueño. Estoy segura de que Lisa Kleypas se enamoró de Rhys Winterbone mientras escribía Un seductor sin corazón y por eso le tuvo que dedicar un libro. Lo adora con las palabras con las que nos habla de él y con las que le hace decir. Yo qué queréis que os diga, es que no había vez que Rhys abriera la boca y mis bragas no salieran volando. Si era duro en los negocios, bragas volando. Si era gracioso en una conversación entre amigos, bragas volando. Si era dulce y tierno y pícaro y calentorro hablando con Helen, volcán de lava que abrasaba mis bragas justo antes de salir volando. Para mí, Rhys Winterbone está destinado a entrar en el Olimpo de los maromos kleypasianos, junto con Derek, Sebastian y Hardy.


Kim cada vez que escucha "Rhys Winterbone"

Definitivamente creo que con esta reseña tan subjetiva ha quedado muy claro que he adorado Casarse con él. A veces encuentras un personaje que te toca muy dentro (grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr) y a mí me ha pasado con Rhys. Puede que el libro hubiera sido perfecto si Lisa Kleypas llega a desarrollar la segunda parte de mejor modo (y probablemente os podría decir unas cuantas cosas más si no estuviera cegata total por Rhys) pero eso no me ha empañado la lectura croquetil, a mí me enganchó de mala manera y me impedía dejar de leer. Queridas mías, tras el patinazo del primero, Lisa Kleypas me ha vuelto con las enaguas más engrasadas que nunca y con un maromo dispuesto a enamorar a generaciones futuras

[Y si de generaciones futuras hablamos, por favor, no dejéis de leer en adelanto del siguiente libro, El diablo en primavera... *endless croqueta* *pero muy endless*]

Por todo esto y mucho más, le damos en nuestro Gandymetro...


4'5. Rhys, quiero tu caramelo de menta en mi boca vida


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martes, 11 de octubre de 2016

Rendida (Los hombres de Roxbury House 2), Hope Tarr


Daisy Lake no es más que un recuerdo de su infancia para el exitoso abogado Gavin Carmichael.
Sin embargo, no es capaz de olvidarla. «En lo bueno y en lo malo, por siempre jamás, pase lo que pase, permaneceremos juntos… »; este es el pacto que los jóvenes huérfanos hicieron hace más de una década, antes de que aquella niña de ojos grandes fuera apartada de su lado. Daisy no es más que una imagen preciosa en su memoria, y también dolorosa, y así ha sido siempre hasta que un día, durante una cena en un club de lujo del East End, descubre que esa niña se ha convertido en la cantante más famosa de los music hall de Montmartre, Delilah du Lac.
Superado por la situación, Gavin irrumpe en el escenario y se la lleva, decidido a apartarla de ese estilo de vida. Sin embargo, Daisy no quiere saber nada de él. Su único deseo es actuar un día en una obra teatral como Dios manda. Y ese es un sueño que Gavin puede hacer realidad.
Daisy se ha acostado con otros hombres por mucho menos, así que se rinde a su petición. Además, él se ha convertido en un abogado tan apuesto… Sin embargo, según va creciendo
en intensidad su relación… ¿quién será el que acabe rendido por amor?


Cuando leí Vencida, estuve dudando en darle tres o cuatro Gandys. Si hubiera decidido darle tres, a Rendida le hubiera cascado uno. Porque tela las vueltas que da Hope Tarr en esta novela. Qué follón, qué tira y afloja más coñazo, qué ganas de meterme en el libro y empezar a soltar guantazos a mano abierta a todos, autora inclusive.


El protagonista de esta segunda entrega es Gavin, el abogado prudente que ya desde niño era un zagal formal, siempre pendiente de los demás, un poco inseguro, pero dispuesto a mediar en las peleas, por lo que le llamaban "el santo". A pesar de que sólo pasó en Roxbury House un año, su amistad con Rourke y Harry fue muy importante. Pero más lo fue su relación con una cuarta componente del grupo a la que se nombra de pasada en la primera entrega, una niñita llamada Daisy Lake. Desde que el abuelo de Gavin dio con él y se lo llevó, nunca más supo de ella y anda como loco buscándola. 


Por otra parte, la vida con el padre de su progenitora lo moldeó tanto que parece que se haya tragado el palo de la escoba, porque el señor no es precisamente el abuelo cariñoso e ideal que mimaría a su nieto después de que éste perdiera a sus padres. Sólo el hecho de conservar a sus colegas del orfanato parece que le sacan el lado más humano, aunque tengan que llevarlo a la fuerza a ver señoritas ligeras de ropa para que se le pase el disgusto de no dar con la niña de Roxbury.

Ni los Locomia tienen tanta pluma, chato

Y qué casualidad que, tras la última infructuosa búsqueda de Daisy, una de las coristas más afamadas que contempla una noche sea precisamente su amiga de la infancia, llamada ahora Delilah du Lac, cuya actuación es de lo más guarrindonga. 

La reina del Chantecler approves it

Su reconocimiento mutuo hace que a él se le ponga dura y ella empiece a chorrear allí mismo. Juro que no podía con mi vida leyendo esto. Ojo, que Daisy se hace una guarrerida en el mismo camerino tras el biombo, con él delante, pero sin que se dé cuenta. Mi cara era de WTF supremo en ese momento. 


El caso es que la relación que deciden tener es una especie de mezcla entre My fair lady y Pretty Woman. Daisy quiere ser actriz de verdad, no una cabaretera. Por otra parte, se ha acostado con más de un hombre y sabe perfectamente cómo va lo del trocotró hasta límites insospechados. De esta forma, llegan a un acuerdo de estar juntos un mes durante el cual Gavin le conseguirá los mejores profesores de interpretación y una audición para el teatro más importante de Londres. Lo del darle al sexo ya no está tan claro. Ella está que se folla encima por él; él la tiene como el cerrojo de un penal sólo con verla. Pero, claro, no puede ir todo sobre ruedas y aquí es cuando Hope Tarr se mete en un berenjenal del que no sabe cómo salir.



Daisy está acostumbrada a que los hombres quieran llevársela al catre y Gavin no quiere que su relación sea así. ¿Creéis que va a aguantar mucho? Además, la autora mete ahí como una especie de venganza por parte de ella al sentirse abandonada cuando él se marchó del orfanato, una pollada de las gordas. Hope Tarr lo adorna todo con muchas escenas de sexo, tantas que me han hecho poner mi cara de "¿Ya están otra vez follando?" Lo mismo son menos de las que creo, pero a mí se me han hecho insoportables para el argumento y desarrollo de la acción. Que no están mal, eh, pero no han sido tan esperadas como en otras historias, donde hay mucha tensión y estás deseando que llegue por fin el encuentro añsdkjfañsjkdfñlkjsas. Claro está, Daisy no es una debutante virginal y lo mismo no hubiera sido creíble, pero hubiera tenido más gracia que él fuera un tío riguroso y ver cómo lo seduce. No me hagáis mucho caso, que lo mío es quejarme por quejarme. Ya sabéis mi lema: SOY UNA RANCIA.


Y lo peor no es todo lo que cuento arriba, sino el continuo ir y venir de los sentimientos de los protagonistas con malentendidos, mentiras una detrás de otra, que si ahora te amo pero me lo callo, que si yo sólo quiero trocotró, que si me pongo celosa, que si esto, que si lo otro... Qué coñazo más absoluto de relación, por Dios. Hope Tarr quiere que creamos que Daisy imagina que Gavin espera mucho de ella porque es un cuadriculado. ¡Venga yaaaaa! No me parece nada lógico la manera de pensar de ninguno de los dos. El colmo de la tontería ha sido cuando el abuelo, en plan padre de Armand Duval, se mete por ahí en medio de la relación (que ya llevaba quince años jodiendo al nieto bien jodido y es normal que lo haga), pero luego resulta que se arrepiente. Después de haberle hecho la vida imposible a Gavin desde que lo sacó de Roxbury House va y se vuelve un blando, menuda estafa. ¡Y encima le buscan un romance! Lo que se merecía era que le diera un infarto fulminante, ¡hombre ya!


En definitiva, una historia para mí fallida. La picardía de Daisy sólo se manifiesta en los momento guarreriles (algunos con amagos greyanos) y no en lo que podría haber sido una historia más graciosa entre un estirado con un buen fuego boil y una chica de mundo muy desinhibida. Pero no. No se aclaran ellos ni la autora tampoco y la cosa roza peligrosamente el pichotismo. Menos mal que está Rourke para compensar, porque su historia sí que la espero con ganas, muchas más que ésta. Y como me decepcione, cruz y luz a la Tarr por desperdiciar la que creo que va a ser la más divertida de las tres teniendo en cuenta en qué clásico se inspira (no digo más por no hacer spoiler fuera de su reseña). 

Por todo esto, recibe en nuestro Gandymetro...

Gavin, yo te canto "La pulga" 

Y en nuestro Hostiómetro...




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martes, 4 de octubre de 2016

Por un beso (Serie Bridgertons 7), Julia Quinn


Hyacint, la última hija soltera de la familia Bridgerton, ha perdido la ilusión por las temporadas de baile en Londres. Aunque es joven y hermosa y pertenece a una familia muy admirada, su ágil inteligencia, su lengua descarada y su fuerte carácter parecen ahuyentar a todos los pretendientes. Excepto a Gareth St. Clair, el nieto díscolo de Lady Dunbury, el seductor con peor reputación entre la alta sociedad y el único en todo Londres capaz de dejarla con la palabra en la boca y el pulso acelerado... y que además parece disfrutar con ello. Cuando él le pide ayuda para descifrar un secreto de su pasado oculto en un diario escrito en italiano, ella no puede negarse. Pronto se ven inmersos en una aventura en la que cada uno de ellos descubre que ha encontrado en el otro, por fin, un desafío a su altura.


Hyacinth no era de mis favoritas en esta serie. De hecho no le hacía mucho caso, para mí era una nota graciosa apartada. Por eso no tenía demasiadas esperanzas con su libro (sinceramente, llevamos ya demasiados de esta familia y mi favorito ya tuvo su libro hace muuuuuucho) así que ya una lee pues porque hay que leer y ver qué pasa. Y lo que pasa es que cuando menos te lo esperas llega un libro pequeñito y sencillo que te hace disfrutar como el libro anterior de la serie no había logrado. Y ése ha sido este libro.

Nadismos así me los zampo doblados

Todos quieren casar a Hyacinth Bridgerton. Es una chica que le cae bien a todo el mundo pero que en su tercera temporada aún no ha logrado echar el lazo a ningún maromo. ¿Tendrá algo que ver el hecho de que no se calle ni bajo el agua? ¿O que siempre tenga que quedar por encima de los demás? Su madre y sus hermanos la adoran pero también la consideran un grano en el culo. Y lady Dansbury, la vieja cascarrabias a la que va a leer un libro guarrer todos los martes, le gruñe y le da con el bastón en el pie pero la shippea con su nieto Gareth St. Clair, un libertino de terrible fama que adora a su abuela. Así que cuando ambos se ven obligados a compartir una terrible velada musical de las Smythe-Smith surge entre ellos algo de lo más inesperado:

Amiguitos del alma

Porque Hyacinth tiene su gran atractivo justo en lo que resulta más insoportable al resto de los mortales: su incontinencia verbal, su nulo filtro a la hora de decir lo que piensa y su gran capacidad para el ingenio y dejar a los demás entre boquiabiertos y mosqueados. Y dale tú sermones a un cura, diría Gareth, porque justamente así es él. No cura, obviamente (ay, las guaridas que habrá visitado esa boa) sino con un carácter muy parecido al de Hyacinth. Aunque hay una cosa en la que no se parecen en nada. Mientras Hyacinth es querida por su loca familia, Gareth únicamente puede contar con el cariño de su abuela, porque su madre murió y su padre (si es que lo podemos llamar así...) es un joputa que lo desprecia y lo trata como a un felpudo. ¡A nuestro adorafoGareth!

¡A nuestro Gareth se le adora!

Sí, Gareth es adorable, siempre con la sonrisa seductora, con la conversación chispeante en la punta de la lengua, con la lengua preparada para invadir cavidades bridgertionanas (grrrrrrrrrrrrr). Teniendo en cuenta todo lo que lleva encima demasiado bien ha salido el muchacho. Y a Hyacinth es imposible no quererla. No es una damisela en apuros, es una chica que se pone el mundo por montera, que va a lo suyo y que dice (y dice y dice y dice) lo que piensa sin temor a lo que opinen los demás. Y así, sin querer, Gareth encuentra en Hyacinth la perfecta compañera de aventuras buscando una cosa que a nosotros nos la pela pero que para ellos es muy importante. Y mientras, se van conociendo. Y sin darse cuenta una cosa lleva a la otra y, eh, si ya nos shippea todo el mundo, ¿por qué no nos casamos? ¡Y de paso nos damos una alegría pal cuerpo!

Me falta tiempo

Y tampoco tiene mucho más el libro, que ya sabéis que esto es un nadismo de Julia Quinn, todo lleno de diálogos inteligentes y llenos de coñas, aunque con uno de los personajes más joputas que te puedas echar a la cara (a la altura de la madrastra de Sophie). Realmente todo el dramatismo viene por parte de Gareth, que tiene un pisto familiar considerable. Menos mal que tiene ahí a su abuela, Lady Danbury, que ya nos robó el corazón desde los tiempos de Penélope y que es casi lo mejor de la novela.

¡Nosotros también la queremos!

Ha sido para mí una alegría descubrir a Hyacinth. Yo creo que si antes no me hacía especial gracia es porque estaba muy tapada con tanto maromo Bridgerton y no podía brillar. En cuanto Julia Quinn ha explorado convenientemente su carácter me ha enamorado y su relación con Gareth nos muestra su rapidez de ingenio pero también su lado sensible más desconocido. Creo que ambos forman una pareja maravillosa que se merecía un libro mejor


¡Eh, que no digo que éste sea malo! Lo que pasa es que ellos son demasiado ingeniosos y divertidos como para tener una historia tan sencillita. Es verdad que se añade algo de intriga pero se resuelve de un modo fácil y te deja con ganas de algo más grande. Ah, y yo sigo echando de menos el humor de los primeros libros (porque, aunque esas introducciones en los capítulos me han resultado muy divertidas, nada iguala a la gran lady Whistledown). De todos modos, es ligero, ameno, divertido y muy fácil de leer, justo lo que pides cuando pillas un libro de esta saga (¡y todo eso  sin que salga Colin!). 

En definitiva, Por un beso es una historia muy bonita y sencilla con unos personajes realmente adorables que tal vez habrían brillado más en una trama más compleja pero que, de todos modos, nos hacen disfrutar y recuperar la fe perdida en los Bridgerton. 

Por todo esto se lleva en nuestro Gandymetro...


Gareth, abso-fucking-lutely sí y más y tó pa ti


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