[Libro no publicado en español]
Payton Kendall y J.D. Jameson son dos abogados que conocen el significado de la objeción. Feminista hasta los huesos, Payton ha peleado por triunfar en una profesión dominada por hombres. De buena familia, privilegiado y arrogante, J.D. ha peleado por ignorarla. Cara a cara se comportan de un modo perfectamente civilizado, es lo que deben hacer. Durante ocho años se han mantenido a una distancia prudencial y se han tolerado como compañeros de trabajo por una única razón: ambos quieren ser socios del bufete en el que trabajan. Pero todo se desmorona cuando tienen que unir fuerzas en un caso y comienzan a apreciar la extrema dedicación que cada uno tiene a la ley. Las chispas que surgen entre ellos rápidamente se convierten en una gran atracción destinada a no durar cuando descubren que únicamente uno va a ser nombrado socio. Se inicia una guerra abierta en la que la batalla entre sexos está destinada a hacer que estos abogados ejerzan la ley con mucho calor...
No se prodigan por aquí los abogados palote pero cualquiera que haya sido adolescente en los ochenta y haya soñado con un revolcón con Mark Hamill o Jimmy Smiths creo que sabe del poder erótico-festivo de un traje de chaqueta bien puesto acompañando unos estupendos alegatos *ejem*. Por eso hoy traemos la reseña de un libro de defensores de la ley que, entre juicio y juicio, consiguen volverse locos. Vamos a echar un ojo a lo que esconden estos letrados bajo la toga...
Y por money nos referimos al ba*ajo |
Payton Kendall es una abogada vegetariana que la única carne que come es la de sus oponentes en los juicios. Es joven, brillante y con un prometedor futuro en el bufete de abogados en el que trabaja y en su día a día únicamente hay una cosa que le molesta (y no es la pesada de su madre): la presencia de J.D. Jameson, su némesis en el bufete y quebradero de cabeza. Ocho años trabajando juntos, ocho años odiándose. Y es que J.D. es un pijo redomado, hijo de un juez, brillante abogado, arrogante, machista y petardo consumado, especialmente con Payton, a la que disfruta sacando de quicio a la mínima que puede. Siempre en privado, claro, porque en público se comportan de un modo perfectamente civilizado, lo que sea por mantener las apariencias y poder ser, por fin, nombrados socios del bufete. Pero ninguno cuenta con que tengan que trabajar por primera vez juntos y haya roce y del roce salgan ciertan chispas internas que acaben desembocando en fuegos capaces de servir de base para una barbacoa en el Infierno. Una pena que su competición por ser socios pueda congelar esas llamaradas de pasión...
Nos encanta nuestro trabajo, de verdad, ¡NOS ENCANTA! |
Oh, el trabajo, ese adorable joputa que igual que une, separa. Y no un trabajo cualquiera, sino el de abogado en un bufete de estos americanos que vemos en las pelis y en las series, que para trabajar en ellos debes venderles tu vida y los derechos sobre tu primogénito. Normal que al final acaben todos llenos de líos, ¡si no puedes ni salir a la calle para respirar! Payton y J.D. son verdaderos esclavos de su trabajo que parecen encontrar en fastidiarse mutuamente la única alegría del día. Así, podemos disfrutar de batallas verbales deliciosas que culminan putaditas varias, desembocando una de ellas en un momento de extrema vergüenza ajena tan bien narrado que ésta que os escribe se puso a soltar carcajadas en mitad
Si estoy comiendo, seguro que me pasa esto |
Ay queridas, a mí estos libros en los que se odian con la misma intensidad con la que luego se van a acabar refrotando ME ENCANTAN. Tardas seis páginas en saber si la protagonista odia o ama al protagonista. Y lo odia, por supuesto, lo que es mucho más interesante para este tipo de libros porque ya sabemos que el camino del odio al amor es pequeño pero está lleno de estupendas paradas (y, en este caso, muy divertidas). No vamos a engañarnos, la historia es más vieja de hacer pipí y nos la sabemos de memoria pero lo que nos interesa es ver cómo nos la cuentan y si el camino lector merece la pena. Y la merece. Hay una mezcla perfecta de humor y mala leche, con algo de sentimentalismo, vergüenza ajena y mucha tensión sexual. Hubiera sido muy fácil llenar este libro de polvos y, sin embargo, Julie James prefiere centrarse en la atracción que va surgiendo poco a poco y nos deja con la miel en los labios. Y cuando, por fin vamos a ver fuegos artificiales, decide contarnos los preliminares y pequeños datos sueltos, poco más. No, no los vamos a ver dándole a las caderas como conejos. La verdad es que me hubiera gustado ver algo de chicha en este aspecto porque se ve que deben hacer fuego a base de frotamiento cosa fina...
Allá que vamos mi glamour y mi antorcha |
Bueno, tampoco vamos a sacar las antorchas por eso (ejem...) pero ma ha parecido que se centra demasiado en la mala leche que se gastan mutuamente y le falta más desarrollo en la parte sentimental, lo que tal vez le hubiera valido un Gandy más. Realmente el libro no tiene nada especial. Está narrado en tercera persona y alternando los puntos de vista (cosa muy necesaria para que no te caigan como una patada en los diamantes los protagonistas). J.D. es el más difícil de querer porque al principio es un petardo, pero ahí está la capacidad de la escritora para hacer que acabemos enamoradas de él (bueno, como debe ser en un libro romántico, porque si no acabas adorando al protagonista, mal vamos). El libro está escrito de un modo sencillo pero es muy divertido, te lo pasas tan bien leyendo que si te descuidas te lo terminas en un día. Lo que más me ha costado es meterme en el mundillo en el que se desarrolla pero poco a poco ha ido resurgiendo en mí la fan de La ley de Los Ángeles que llevo dentro y ha ido todo rodado (salvo por los dichosos términos legales, ver muchas series de abogados no te da la carrera de Derecho ni el superpoder de entender los bufetes de abogados americanos). ¡Pero todo da igual cuando surgen las referencias a Orgullo y prejuicio y su incontestable poder para darte vía libre a la cama de una churri!
¡Orgullo y prejuicio! Vamos p'al catre |
En fin, que yo creo que habéis podido ver que este libro ha sido muy refrescante para mí, un descanso lector en medio de dramas enagüiles y mieditos paranormales. Si buscáis una lectura sencilla, muy divertida y con su puntito sentimental, no dejés de echarle un ojo a Practice makes perfect. Os quedaréis con la sonrisa en la boca un buen ratito.
Por todo esto le damos a este libro en nuestro Gandymetro...
3'5. J.D., a ver si me metes un pleito y me dejas las demandas temblando |