Cansada de acudir a citas a ciegas con hombres poco interesantes, Jane Alcott parece llevar la típica existencia de mujer soltera en una gran ciudad. Sin embargo, tiene una doble vida. Durante el día es periodista deportiva, encargada de seguir a un equipo de hockey, y especialmente al portero, Luc Martineau. Durante la noche es escritora, la creadora secreta de las escandalosas aventuras de una serie de la que todos hablan.Luc tiene clara su opinión acerca de esos parásitos llamados periodistas; incluida Jane. Además, desde que tiene uso de razón se ha visto a sí mismo como un hombre soltero. Lo último que necesita es una reportera entrometida que escarbe en su pasado y se interponga en su camino.
¡Que no se diga que juzgo a una autora por una de sus novelas nada más! (A ver, que sí que a veces lo hago pero que yo, si puedo, leo y leo y leo para luego criticar a gusto, jeje). Pues eso, que ya sabéis que tenía muchas ganas de leer esta novela pero al ser la segunda de una serie, pues me leí la primera. Y qué chasco. Pero vuestras recomendaciones y las del Universo pesan más y las ganas de leer la historia de Jane no se me pasaron. Y menos mal porque me habría perdido una historia absolutamente maravillosa.
Jane Alcott es una periodista todoterreno. Escribe una columna tipo Sexo en Nueva York y otra guarrer total bajo pseudónimo (¡por eso tengo que adorar a Jane!). Y ahora le ha caído el premio gordo: seguir al equipo de hockey de los Chinooks. Pero seguirles conviviendo con ellos, viajando en el mismo avión... Y entrevistándoles al final de los partidos en el vestuario, cuando eso parece un campo de nabos saludando al que pase.
El problema de Jane es que, básicamente, no tiene ni idea de hockey pero, hey, eso no va a frenar a una profesional que quiere que la tomen en serio. Lo que pasa es que ni los mismos Chinooks la toman en serio, en especial Luc Martineau, el portero canadiense del equipo. Luc nunca jamás da entrevistas (tiene un pasado que no quiere recordar y un presente complicado en el que prefiere no pensar) y eso de tener una periodista todos los días pegada a su culo, pues como que no. ¡Y encima fea! Bueno, a ver, fea no es, pero no es una Barbie tetona de piernas kilométricas. Jane es bajita y pechiplana, se pone pijamas cuestionables y lleva gafas de lesbiana (yo veía a una Sarah Jessica Parker en batamanta. Pero en guapo, claro). ¿Y quién iba a querer tener guarrerismos con ella? Ay, jomío, pues tú, Luc.
Y es que Jane no es para nada el tipo de Luc pero conocer a Jane es acabar enamorado de ella. Porque Jane es trabajadora, lista, divertida, te patea el culo jugando a los dardos e insiste hasta que consigue lo que quiere (que es inspeccionar el sublime tatuaje de Luc, jgadljfgsajdgfajasd). Claro que conocer a Luc es perder las bragas por el camino, porque... Madre mía, cómo es el chaval. Ya no es que esté tó buenorro (que, obviamente, lo está), es que, de repente, se presenta en tu casa con el mejor de los regalos o tiene la frase exacta para desmontar todo el tinglado que te montas para no enamorarte de él. Vamos, que Luc Martineau es adorafollable (con especial insistencia en la segunda parte de la palabra) desde la punta de su stick hasta el final de su herradura. Y si habéis leído esta novela ya sabéis a lo que me refiero.
Te voy a sacar brillo en esa parte, Luc |
En Jane juega y gana encontramos una historia de amor de desarrollo lento pero de disfrute total, de ésas en las que te vas rebozando en lo que te están contando y te ca*as en tó porque se está terminando. ¡Y despichotada 100% garantizado! Jane y Luc son dos personajes a los que es imposible no adorar. Hay malentendidos entre ellos y malos momentos, claro, pero ninguno se pasa la vida dando por **** con pensamientos "que sí que no que caiga un chaparrón". Intentan no llegar a más pero no pueden negar lo que sienten y, qué co*o, no están dispuestos a que se les arrebate la felicidad aunque ello conlleve otras pérdidas. Y yo, como lectora, lanzo confeti y fuegos artificiales porque leer cómo pasan del odio al amor es una delicia lectora.
Kim y su danza de la alegría |
Cómo me alegro de haber leído esta novela, queridas. ¿Realmente es ésta la misma escritora de Simplemente irresistible? ¿O la primera la escribió el mismo mono loco encabronado que escribió La antigua magia? Porque encuentro aquí poco de la Rachel Gibson que me hizo ladear el hocico al leer la historia de Kowalsky. Es complicado no compararla con SEP por eso de escribir sobre deportistas buenorros pero se parecen poquito (sin que eso sea malo). Yo no me he descojonado de la risa pero la sonrisa de lela y el buen rollo no se me han caído al suelo en ningún momento. Y el perraquismo, de otro modo pero alta calidad. En definitiva, que ha sido una lectura maravillosa que, sin yo saberlo, me ha atrapado, me ha encandilado y se me ha metido en las lentejuelas. Inolvidable.
Por todo esto, Jane juega y gana recibe en nuestro Gandymetro...
Luc, déjame vivir en tu Lucky zone |