¡Vamos que nos vamos con el #RetoRita! ¡Que ya no lo vamos a completar a tiempo para vergüenza eterna pero que lo haremos igualmente! El caso es que, para animarnos con la lectura, hace una cantidad vergonzosa de meses nos pusimos con Tirando del anzuelo, un libro de lectura fácil y divertida y mi primera experiencia con Kristan Higgins, que me ha dejado un poco...
Maggie Beaumont es lo más parecido que tienen a Bridget Jones en Gideon's Cove, un pueblo pesquero idílico en Maine. A esta chica le pasa de todo y todo lo que le pasa culmina en un episodio de extrema vergüenza para ella y para nosotras, empáticas lectoras que sentimos sus meteduras de pata como propias. Directamente está enamorada de un cura y, por supuesto, todo el pueblo lo sabe, con lo que vemos un poco chungo su sueño de casarse, tener hijos y parecerse un poco más a Christy, su perfecta-pero-no-repelente hermana gemela. El problema es que el mercado maromial en Gideon's Cove es escaso, como propietaria de la única cafetería del pueblo conoce a todo maromo en edad de procrear e ir al altar y ninguno merece la pena. Salvo el padre Tim, claro, pero él ya está casado con Dios. Bueno, como maromo follable casable no cuenta con el huraño Malone, un pescador de langosta de turbio pasado que te mira tan revirado que no sabes si te está lanzando pensamientos de muerte rápida o... de muerte lenta.
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Tú ponte a hacer miraditas conmigo, verás qué risa |
¡Y esto es to esto es to esto es todo, amigos! De esto va el libro, de la maravillosamente patética vida de Maggie. Tirando del anzuelo es un nadismo contemporáneo y poco más, de lectura muy ágil y adictiva (se devora sin darte cuenta) pero de impacto emocional nulo. Comienza estupendísimamente, con Maggie enamorada de un cura y una sucesión rapidísima de momentos de vergüenza ajena de "por Dior, que vengan los Kree y me abduzcan o se abra un agujero en el suelo y amanezca en Australia", ése es el nivel de vergüenzajenismo que nos suelta la Higgins. Pero luego no pasa nada, NA-DA. ¿Me importa? Pues no mucho, la verdad, a veces están bien esas historias que te cuentan lo raros que son en un pueblo y poco más. Lo que sí me ha importado más es el protagonista. O, más bien, su ausencia.
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Muero del susto |
Malone parece un maromazo de ésos que nos gustan, aspecto rudo y huraño que esconde ojazos, un corazón de oro y fuerza suficiente en ese cuerpazo para plantarte contra la pared y ajsfjagsfjhgaslfgsalkfjas repetidamente, una pena que no lo podamos conocer bien porque apenas salga y que su relación romántica con Maggie se reduzca a cuatro momentos de intimidad que culminan en 👇
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Lo catarán pero tú no lo verás |
A ver si se me quita la nube de furia de la vista y os lo puedo explicar. Como es mi primer libro de Kristan Higgins no sé si todos los demás serán iguales (aunque me da en mi brillante cardado que estarán cortados por el mismo patrón) pero os tengo que decir que...
Este libro no es una novela romántica
Es chick lit. Y pongo esta denominación porque, aunque hay una historia de amor, no es lo que en este blog consideramos "novela romántica" ya que no encontramos descripción alguna sobre ninguno de los intercambios de índole sexual que en el libro se producen. Vamos, que no se nos cuentan los folleteos ni hay guarrerismos y sí nos encontramos con el mayor temor de esta haggard que os escribe cuando quiere leer escenas ajdfhañkjfhkjsfhjags: EL FUNDIDO A NEGRO.
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Es que lo veo y me hierve hasta la edad falsa de mi DNI |
Ay, cómo me gusta indignarme por estas cositas... No quiero quedarme en esto pero diré que, si bien me encantan las novelas tipo Bridget Jones, cuando leo historias de amor quiero que me dejen echar un ojillo por la cerradura y ver qué pasa en el dormitorio. O en la mesa de cocina. O en el sofá. O contra la pared. O... Bueno, me entendéis perfectamente, ¿verdad? Mi deber es advertiros de que ésta es una novela de echarte unas buenas risas y ponerte colorada pero NO de ponerte palote. Y es una pena porque se ve que Malone es un maromo de calidad, tiene muchas posibilidades pero acaba desaprovechado. Realmente, que me moleste por la ausencia de polvos es cosa mía por no mirar si este libro es chick lit o no. Tampoco me hubiera importado la ausencia de guarrerismos si se hubiera narrado adecuadamente la relación amorosa entre Maggie y Malone. ¡Es que brilla por su ausencia! Ya sé que el hecho de que el libro lo narre Maggie en primera persona y en presente deja poco lugar a conocer a Malone pero, copón, ¡danos más momentos entre ambos! Acabas pasando las páginas desesperadas porque Malone aparezca. Y no, no lo hace.
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¡Que para una historia de amor hacen falta dos! ¡Cagontó! |
Para rematar la faena, en el tramo final el libro se desinfla bastante. Al no contarnos nada específico (lo siento pero la constante búsqueda de votos para que el desayuno de su cafetería sea el mejor del condado no me motiva lo suficiente como para seguir leyendo -aunque sí para ir allí y ponerme como la Moñoño-), la trama se estanca y lo único que haces es ver pasar los días esperando mientras que a Maggie le da por ponerse mística que pase algo que resuelva todo. Y cuando pasa, lo hace de un modo precipitado y sin desarrollar, en un par de páginas se da papeleta a la relación entre Maggie y Malone. Aunque sinceramente creo que la relación amorosa entre ambos nos importa a todos menos a la escritora, ya que es capaz de contarnos la pesca de la langosta con más detalle que eso.
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Pues todo esto me importan la langosta, la cafetería y su fruta madre |
Tirando del anzuelo es un libro extremadamente fácil de leer, de ésos que te meriendas en un día tranquilamente. Partiendo de una premisa muy divertida, se va desarrollando de un modo algo irregular para terminar pareciendo una copia de los chinos de su principio y dejándote con un sabor de boca agridulce por lo que pudo haber sido y no fue. Aún así es un libro agradable, ideal para una tarde de lluvia en la que quieras un nadismo sin duques palote y sin chicha.
Por todo ello le damos en nuestro Gandymetro...
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Malone, la cosas que te haríamos... si te dejaras ver |