Shanna, Kathleen Woodiwiss

Una hermosa y aristocrática mujer se une en matrimonio con un audaz y apuesto aventurero. Desde el inicio, la relación conyugal se perfila como ardiente y explosiva. Shanna no está dispuesta a dejarse avasallar por el impetuoso Ruark. Sin embargo, no imaginan que la pasión que les consume tendrá, también, que arrastrar terribles peligros y aventuras en dos continentes. Desde el Londres del siglo XVIII hasta las húmedas plantaciones del Caribe, pasando por mares infestados de piratas sanguinarios, Shanna y Ruark asumirán sin vacilar el vertiginoso destino de su peculiar historia de amor y la llevarán hasta sus últimas consecuencias…

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Shanna es una de esas novelas que hay que leer sí o sí porque, siempre que alguien habla de ella, no falta el añadido de que tiene a la protagonista más insoportable de la Historia. Bueno, a fecha de hoy puedo decir que ya la he leído y que me he encontrado con protagonistas más tontas, lo cual no dice mucho de las lecturas que elijo, todo sea dicho. En fin, que por fin he conocido a Shanna y en nuestro hostiómetro (que no pongo porque tal vez no sea muy políticamente correcto y, sinceramente, porque me da pereza buscarlo) le daría tres guantás a mano abierta. Creo que Shanna es muy acorde a lo que, siendo históricamente cercanos a la realidad, sería una heredera consentida del año catapún con decenas de pretendientes y dotada de una belleza (tetas) descomunal. 

Pero cuéntanos de qué va la novela, ¿no?

Perdón, perdón, que coge una el critiqueo y se le va el santo al cielo. Pues Shanna va de eso, de Shanna Trahern, una joven heredera que vive en una isla caribeña y a la que su padre, cansado de que rechace pretendientes a diestro y siniestro, fija un plazo para que busque churri y le dé un heredero o ya se encargará él de buscárselo. Todo lo que Shanna tiene de bella y joven lo tiene de caprichosa y de tirana, con lo que no está dispuesta a someterse a la voluntad de su padre. Viendo que su experiencia londinense de encontrar marido ha salido bastante mal, decide que ella vuelve casada (¡y viuda!) por sus ovarios y, con su fiel criado, se agencia como marido a un preso condenado a la horca.

El yerno ideal, ole tu xixi

¿¡Cómo te quedas, Mari!? Seguro que no tan muerta como se va a quedar el marido de Shanna, ja je ji jo ju. Es un plan infalible porque, además, el padre de Shanna quiere que esta se case con alguien de recopetín y esta busca un apellido que suene a noble. Así, encuentran en la cárcel a Ruark Beauchamp, un colono condenado a muerte por cargarse a una chica a la que había dejado embarazada. Este, obviamente, niega haber hecho todo (niño y asesinato) pero en el trullo está pudriéndose igual. Cuando Shanna llega con sus tetas por bandera y su oferta de matrimonio, Ruark no duda en aceptarla pero poniendo una única condición: que puedan pasar juntos una noche para que el matrimonio sea consumado. Vamos, que como última comida antes de palmarla, Ruark pide comerse un chichi, no esperaba yo menos. Es para leer esa noche de bodas... Como las sinopsis viejunas son maravillosas a la hora de no contar nada, no seré yo la que os haga destripes por doquier. Simplemente os diré que la noche de bodas se produce pero Ruark no queda muy satisfecho que digamos así que ni su propia muerte evitará que siga a Shanna hasta su hogar en Los Camellos para que el acuerdo nupcial ocurra como Dior manda y Ruark pueda cepillarse a su esposa por delante y por detrás tris tras.

¡Nada impedirá que me calce a Shanna!

¡Y no penséis que os he contado medio libro porque esto es solo el principio! Claro que, en un libro de seiscientas páginas, lo mismo esto son cientocincuenta 🫠. En fin, que nos quedan por delante esclavos, malvados, piratas, secuestros, un maromo maravilloso pero al que a veces le falta mucha personalidad y una protagonista que pasa de ser una Escarlata O'Hara de Hacendado a una soberana hija de fruta, para luego volverse maja y algo digna del amor del maromo. ¿Por qué se enamora Ruark de ella? Pues porque le ciega la cola, claramente, otro motivo no veo. Shanna es una petarda que trata a Ruark como a un trapo maloliente pero al que no deja de trincarse cuando le arden los bajos porque, amiga, tonta no es. Y Ruark, que pensaba que no iba a catar chichi caliente, no va a dejar escapar a Shanna, incluso si ello le cuesta su nombre y su libertad, por no hablar de otras renuncias que hace...

Un hombre que piensa con la cola, qué novedad

Ruark tiene más chicha de la que enseña (y mira que el hombre tiene cariño a eso de ir con el pechote al aire #BIEN) pero parece que a nadie le interesa. Aquí lo que interesa es que nadie descubra que Ruark y Shanna están casados y que esta se enamore de él y deje de tratarle en plan contigonobichesco. Y digo yo que si eso no podía haberlo contado Kathleen Woodiwiss en menos páginas porque madre mía, qué libro más largo. Al menos para mí, que no veía la hora de acabarlo. No soy fan de los barquitos ni de los piratas y aquí hay unos cuantos que me entorpecen la lectura, en ciertos tramos parecía una novela de aventuras más que de amor. Bueno, que tampoco es que yo me haya creído el amor entre estos dos. Kathleen Woodiwiss creo que transmite muy bien el deseo pero el enamoramiento me ha sido más difícil verlo. Aquí me ha costado conectar desde un principio con todo y eso ya ha lastrado mi lectura. Supongo que, con la adoración que le tengo a Cenizas al viento, espero mucho de la Woodi y no siempre me lo va a dar. Sí se ve que es una novela suya en lo elaborado de la ambientación y de la narración. Esta mujer se toma su tiempo, no hay nada apresurado (libro laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo) y te describe todo perfectamente para que puedas visualizarlo cual documental de Dmax. En las secuencias guarreriles es menos descriptiva la jodía, recurriendo al lenguaje florido y rococó para describirnos cómo se follan vivos. Cosas del romance viejuno.

Shanna me ha parecido una novela hija de su época, elaborada y con intenciones de contar una gran historia de amor en la que lo único que acaba contando es una de aventuras con sus cositas amorosas. Es complicado aburrirse con todo lo que ocurre pero, a pesar del estupendo maromo, la tontunez de la protagonista, la ambientación y esa sobredosis de acontecimientos han hecho que no me haya convencido y acabara pidiendo la hora para que terminara pronto.

Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...

Ni por este maromo me vuelvo a leer este plomo

The Dead Romantics, Ashley Poston

[Libro no publicado en español]

Florence Day escribe por encargo para una de las autoras de romántica más prolíficas de la industria, pero tiene un problema: tras una ruptura terrible, ha dejado de creer en el amor. Para ella, está muerto y enterrado. Y de esto Florence sabe mucho, porque tiene un don que le permite ver fantasmas desde niña.

Cuando su nuevo editor no acepta darle una prórroga para su última entrega, Florence se prepara para decirle adiós a su carrera, pero justo entonces recibe una llamada sobre otra despedida que la obliga a volver a casa. Y, aunque Florence espera encontrarse su pueblo natal casi como lo dejó, se lleva una sorpresa cuando un fantasma inesperado la sorprende en la puerta de la funeraria familiar.

Para ella, el romanticismo ha pasado a mejor vida... pero lo mismo le ha sucedido a Benji, su editor, y su asunto sin resolver hará que Florence se cuestione todo lo que siempre ha creído saber sobre las historias de amor..

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Venimos por aquí con la reseña de uno de esos libros con los que no he dejado de cruzarme por los mundos reseñiles (Instagram para mi, vamos, porque no sé si será viral en Tik Tok ya que, aunque tengo cuenta ahí, cada vez que entro me siento como un señor anciano de esos a los que se les cae la dentadura postiza cuando sopla las velas de cumpleaños). En fin, que me pones una portada colorinchi y un libro con buena pinta y me corren los midiclorianos por los deditos de las ganas de tener la historia entre mis manos. Además, con esta sinopsis, ¿me explicas a mí cómo consigues sacar una historia romántica?

Pues yo lo conseguí

Ya pero tú no eres una novela romántica y no cumples el mayor de los requisitos que esta debe tener, el final feliz (y no, que se vaya al cielo no lo es). Así que... ¿cómo solucionas este pisto en una novela romántica? Pues de un modo muy fácil, ¡no escribiendo una novela que sea romántica!

Antes de empezar la autopsia de este libro, os cuento un poco de qué va. Florence Day es una escritora de novela romántica a la que, cual Marisa Paredes en La flor de mi secreto, las novelas rosas le salen cada vez más negras (sorry por lo de novela rosa pero en la peli lo dicen así y es la gracia del juego de colores). Sigamos. Nuestra protagonista no solo tiene un don con las palabras sino también con los paranormalismos ya que, al igual que su padre, puede ver fantasmas y ayudarles a abandonar esta vida para irse a la otra. Vamos, que es la de Entre fantasmas. Florence abandonó su pueblo y el negocio familiar (una funeraria, que no nos falte el jolgorio), escribió una novela y no se comió un torrao así que, cuando le surgió la oportunidad de escribirle las novelas a una novelista famosa, decidió ser su negro escritora en la sombra. Le salieron maravillas de las teclas del ordenador pero ahora está totalmente atascada en la última novela que tiene que entregar porque su novio le hizo la tres catorce, le robó la historia de su vida y la echó a la calle, con lo que Florence ha dejado de creer en el amor y, en lugar de la gran reconciliación de la pareja de su libro, no hace nada más que escribir secuencias donde estiran la pata. Pero las fechas de entrega no conocen de miserias personales así que Florence va a ver a su nuevo editor para pedirle una prórroga y casi le acaba pidiendo un hijo. 

Te voy a editar el manuscrito concienzudamente

Tú conoces a Benji Andor y le das tu libro, tu casa y tu xixi, casi lo que le pasa a Florence. El problema es que Ben a Florence le pone ojitos pero se muestra inflexible en lo de la prórroga, así que Florence sale de allí que se quiere morir. ¡Pero no te preocupes que el que se muere es su padre!

Entre funerarias y fantasmas raro era que no hubiera un muerto. Así que Florence regresa a su casa y a enfrentarse a sus fantasmas personales mientras preparan el funeral del padre. Y esto es la mayoría del libro, Florence intentando reconciliarse con su pasado, con su hermana y con el amor, ya que necesita terminar la dichosa novela. Y para esto último va a recibir la ayuda de Ben, que va a ir a verla de un modo un tanto inesperado.

Un poco menos corpóreo pero igual de guapo que antes

Espero que no os quedéis muertas con la noticia porque bastantes muertos tenemos ya por aquí. Obviamente, tenía muchísima curiosidad por saber cómo iba a hacer Ashley Poston una buena novela romántica con una pareja que no puede ni tocarse porque, básicamente, uno de ellos solo está en espíritu. Y ya os digo que no lo lograr porque...

Esto no es una novela romántica

Al menos, no para mí ya que, si bien The Dead Romantics tiene todos los elementos imprescindibles en una novela romántica, falla en lo principal, que la historia de amor sea el eje del libro, ya que se centra mucho más en la vida familiar de Florence que en su peculiar relación con Ben. Sí, pasan tiempo juntos y se enamoran pero he acabado hasta el xirri moreno de la familia de Florence y de los preparativos del funeral. Es más una novela chick-lit que romántica, aquí lo importante es la protagonista y su evolución, su camino desde no creer en el amor a creer y sentirlo. Y, sinceramente, Florence no me ha gustado así que su historia me ha importado un comino.

Aquí estoy, en un sinvivir por Florence

No he conectado con ella, la he visto seca, sosa, muy poco emocional... Y eso nunca viene bien cuando solo conoces la historia a través de su punto de vista. Por otra parte, tampoco me ha hecho gracia la historia de su familia, esos personajes que aparentemente son graciosos y peculiares porque viven de una funeraria pero que solo hacían que me acordara de A dos metros bajo tierra con nostalgia. Es verdad que el planteamiento es muy llamativo, que Ben lo es más y que creo que el final mejora el conjunto, pero según leía mi sensación era regulera, literalmente escribí que "no sé hacia dónde va este libro pero no me está gustando". Con esto os digo que, si yo fuera de las que abandona las lecturas a las primeras de cambio, a esta le habría pegado la patada sin ningún remordimiento. No lo hice y no me arrepiento porque así puedo quejarme con conocimiento de causa 😆 pero, sinceramente, no sé de dónde le viene tanta fama.

The Dead Romantics es un libro sobrevalorado, que tiene un punto de partida muy interesante pero que decide darle más importancia a una historia familiar que a mí se me ha hecho bola por encima de la historia de amor. Me ha resultado a ratos aburrido y, en general, fallido. Ni siquiera la parte que me ha gustado he servido para quitarme la sensación de decepción, así que le damos en nuestro Gandymetro...

2'5. Al fantasmiko la ropa le quito

Un héroe perfecto (Sterling 3), Samantha James

Julianna Sterling había tomado la firme decisión de no casarse nunca y de no confiar jamás en los hombres, tras ser abandonada en el altar. Años después, de camino a Bath, su diligencia es asaltada por un bandolero enmascarado, el carruaje sufre un grave accidente y ella se queda inconsciente. El misterioso asaltante la salva y la lleva hasta su cabaña, y para su asombro, Julianna se ve fuertemente atraida por su captor, el vizconde Dane Granville, quien trabaja como agente secreto para la Corona. Pero su mision se complica cuando Julianna se cruza en su camino y finalmente decide liberarla. De vuelta en casa, Julianna trata de olvidar a ese misterioso hombre que ha despertado en su interior sentimientos desbocados. La gran sorpresa llegara el dia en que reconoce a una atractiva figura en una fiesta de sociedad. Y esta vez sera ella quien no lo dejara escapar.

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Nos ponemos de nuevo las enaguas para terminar las historias de los hermanos Sterling con la más desconocida de todos, la de Julianna, actual solterona y previamente protagonista de un escándalo que no conocemos y que nos mantiene en vilo desde el primer libro.

Yo, en vilo por esta historia

Julianna Sterling soñaba con el cuento de hadas, el príncipe azul que se casara con ella y la hiciera madre de chorrocientos bebés de romántica, de esos graciosos y regordetes que nunca se cagan ni potan. Pero, en lugar de eso, acaba plantada por el novio el día de su boda y viendo cómo se queda para vestir santos mientras sus hermanos se casan. En un cambio de aires para irse a dar los barros a Lo Pagán Bath, su carruaje es asaltado por un bandolero.

La bolsa o la faja

Tras unos desafortunados acontecimientos, Julianna acaba secuestrada por el malhechor y en su cabaña. Por cierto, os hago saber que el malhechor es un hombre así de esos que te sonríe y le das los anillos y la virginidad.

Julianna en la cabaña

Nos ha jodido que su body is ready, y el de todas si te rapta un buenorraco que se empalota desde el primer minuto que te ve. A ver, también te digo que no creo que si un maromazo te secuestra, tengas muchas ganas de que te perfore bajerilmente pero aquí Samantha James decide tirar la casa por la ventana y pasarse la poca coherencia que pedimos por el forro de las enaguas, algo que mantiene a lo largo de toda la novela.

Me encanta

Realmente la historia tiene poca chicha. A Julianna se la lleva el maromo y se pasa medio libro secuestrada pero cada vez menos en contra de su voluntad y más en plan "desátame o apriétame más fuerte, chato" (al segundo morreo esto ya no es un secuestro, me lo venda Samantha James como me lo quiera vender). Cuando ya no se puede sostener la situación por ningún sitio, Julianna vuelve a la civilización y a su tristona vida, únicamente para que una viuda ricachona que hace de casamentera durante toda la serie la quiera casar con un vizconde (palote, obviamente). Y dicho vizconde es...

Vizcondado de día, trabucado de noche

¡No pensarías tú que Julianna iba a acabar con un reponedor del Carrefour! No, no, el bandolero in disguise es el vizconde Dane Graneville, héroe de Waterloo y James Bond enagüil que trabaja para la Corona buscando a un malvado. Y, para ello, se hace pasar por asaltador de caminos y maromazo raptasolteronas si se tercia. Julianna lo flipa mucho mientras que las lectoras ponemos cara de que nos sorprendemos cuando ya nos olíamos el pisto desde el principio. Y es que, a diferencia de los libros anteriores, este es flojito desde el principio y en esta segunda parte, cuando conocemos la verdadera identidad del captor, el tono baja más aún hasta un final muy acorde a los del resto de la serie.

Malo

Lo único que puedo destacar de este libro es el humor con el que Samantha James hace el secuestro más ameno y que esta mujer escribe bien, pero esta historia desde un principio me ha entrado torcida. Ese instalust de ambos, ese síndrome de Estocolmo de Julianna, ¡esa sorpresa final! Todo mal. A veces me daba la impresión de que a la escritora se le iban ocurriendo cosas y las iba metiendo de cualquier modo, un poco más y nos mete la lista de la compra del Mercadona. Además, tampoco creo que haya tenido mucho tino ni con la pareja ni con el desarrollo de la historia de amor. Dane me ha gustado algo más pero Julianna me ha parecido sosa, blandurria y con poca personalidad.

Leyendo todo esto parece que este libro es una castaña y realmente no lo es, simplemente me parece que Samantha James ha desperdiciado una buena idea contándola de un modo algo raruno y con poca chispa. De todos modos, es una historia digna que palidece algo comparada con los libros anteriores pero que resulta entretenida igualmente.

Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...

Héroe valeroso, no estás mal pero eres un soso

Escandalízame, Ivy Owens

Exhausta y rozando la fecha límite para entregar un artículo que podría encumbrarla o destruir su carrera, la periodista de investigación Georgia Ross está al borde de un colapso. La cancelación de su vuelo la ha dejado atrapada de madrugada en una ciudad sin alojamiento disponible, así que, cuando una cara familiar le ofrece ayuda, parece que la vida por fin le da un respiro. Alec Kim, el hermano mayor de una amiga de la infancia, es guapo, humilde y amable; el tipo de hombre que Gigi había olvidado que existía tras un desengaño amoroso. Una tarde de reconexión seguida de una noche apasionada parece un regalo caído del cielo. Hasta que Gigi se da cuenta de que su infancia no es la única razón por la que Alec le resulta tan familiar.

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Tenía este libro en el radar porque ya sabéis que soy mucho de cotillear qué leen allende los mares y esta historia me salía constantemente, así que le eché la zarpa en cuanto pude (que esté en inglés en Kindle Unlimited también ayuda porque ya sabéis que soy más bien de la compañía del puño apretao y me cuesta soltar la pastuza) y ha sido una gratísima sorpresa, aunque no más sorpresa que saber que tras el seudónimo de Ivy Owens se esconde la mitad de Christina Lauren.

Que son dos personas, no que hayan partido a una por la mitad

Resulta que Lauren estaba en su casa en el maravilloso 2020 y se puso a escribir por entretenerse. Sin pruebas pero sin dudas os digo que estaba viendo un kdrama de Park Seo Joon (me gustaría creer que fue Qué le pasa a la secretaria Kim, fantabuloso) y decidió escribirle un libro sin presiones y con el único ánimo de hacernos pasar un buen rato en el cual su personaje fuera maravillosísimo y *ollara mucho que, si sois kdramáticas como yo y mi sorra sister Ale (cuyas reseñas echo muchísimo de menos, btw), sabréis que los maromos de los kdramas son de cebolleta retraída porque la sacan poco a paseo. 

Y no airear mi cebolleta es un crimen

Pues la cebolleta de Alec Kim, nuestro maromo, pasa más tiempo al aire que guardada y eso es BIEN. Pero no adelantemos acontecimientos, ya que comenzamos el libro con Georgia Ross encabronada con la vida tras haberse quedado sin avión y compuesta en el aeropuerto de Seattle. Georgia (Gigi para los amigos) es una periodista que viene de Londres buscando desenmascarar una trama de abusos en un club de pijorros y que solo quiere llegar a su casa y lavarse el culo con tranquilidad. Mientras espera y desespera en el aeropuerto, se fija en un maromo y no porque esté buenorro (que también) sino porque le suena de algo. Y fíjate la suertuda que sí que lo conoce de verdad, que es Alec, el hermano de su mejor amiga de su infancia y crush adolescente. Así que con eso de estar los dos ahí tirados y tener que buscarse un hotel, se ponen a reconectar y a reconectar y a reconectar...

Alec calentando para la reconexión

Estas son las cosas que ponen la romántica en el terreno de la ciencia ficción, que tu vecino fuera un buenorraco, que te reencuentres con él y que pases una noche de polvazos supremos sin compromisos pero con mucha pasión y muy buen rollo. En fin, que, tras eso, cada mochuelo a su olivo y cada uno, a su asiento del avión con los bajos contentitos y con la esperanza de que las dos semanas que van a pasar en la misma ciudad puedan volver a reconectar un poquito. Aunque esa reconexión será algo complicada cuando Gigi se dé cuenta de que Alec no solo le suena de su infancia y de que este ha olvidado comentarle un ligero detallito sobre su trabajo...

Mis fanes de atrás se tricotean los bajos pensando en mí

¡Que es famoso! Vamos, vamos, Alec Kim, si no te quisiera hacer un traje de saliva te estrangularía con mis propias bragas. Gigi se queda lívida con la noticia pero Alec, tras esa noche de pasión pudiendo ser él mismo y sin el peso de la fama, quiere volver a estar con Gigi y regresar a Londres (donde él vive) con el corazón y los bajos contentos.

Así de sequito quiere volver a casa

Además, Alec puede ayudar a Gigi en su investigación ya que, por desgracia, algo conoce sobre el famoso club en el que se han producido los abusos... Y esto es el libro, queridas. Muy muy sencillo, muy centrado en la relación sentimental entre Alec y Gigi y con la trama de la investigación como algo muy secundario. Le reconozco la pericia a la autora a la hora de mantenerte enganchada, ya que la gran parte del libro es únicamente la relación entre ambos y tiene que pillarte bien para que no te aburra porque apenas hay conflicto entre ellos y ambos están ahí a disfrutar el poco tiempo que pueden pasar juntos. Desde la primera secuencia del libro me ha enganchado por completo, con esa naturalidad con la que se desarrolla su primer contacto y con lo hot que es, para qué nos vamos a engañar. En general, hay mucho folleteo y todo estupendo, muy sexi, pero también mucha complicidad entre los dos y mucho humor, mi debilidad. Estar con ellos era delicioso y, aunque se nota la falta de conflicto que le dé chicha a la historia, personalmente no me ha importado porque me sentía comodísima leyendo su día a día. Los dos personajes me han gustado muchísimo pero especialmente Alec, que es un maromo de esos que se maravilla de poder estar con la chica, de tocarla, de disfrutar cada caricia como si fuera un hecho mágico, de percutirla como si no hubiera un mañana, grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Puede que el hecho de verlo todo a través del punto de vista de Gigi lo haga más fantástico aún pero no me voy a quejar yo de exceso de maravillosidad. Eso sí, todo muy bonito pero el third act breakup (o apocalipsis kleypasiano, como me gusta llamarlo a mí) es más grande de lo que esperaba y pega eso un petardazo que te deja loca. Bueno, realmente no es para tanto pero creo que, como previamente no pasa apenas nada que no sea amoroso, junta las tres cosas de peso que hay y deja la trama que no sabes cómo la va a solucionar. Y yo encantada, claro, porque este libro necesitaba tanto algo de drama como yo un maromo con el que soñar.

No busques más que ya estoy yo aquí

Pero vamos, que no es un drama que se extienda mucho porque este no es un libro de sufrir, se pasa mal un ratillo pero no se recrean en ello. Ya os digo que es un libro simple y nadista de mono con platillos donde se disfruta mucho con el amorcito y se sufre poco con otras cosas. El epílogo es moñas, eso sí. Personalmente no necesito que me cuenten mil cosas condensadas para saber que a todo el mundo le va bien la vida y aquí se nos cae el libro en un tarro de azúcar, con lo que me gusta esoNO. Pero bueno, ha sido una lectura muy agradable, muy hot y muy entretenida, así que se lleva en nuestro Gandymetro...

A este kmaromo entero me lo como

Un prometido perfecto (Sterling 2), Samantha James

Orgulloso de su reputación de granuja, Justin Sterling acepta la apuesta de seducir y desflorar a la conocida como la Inalcanzable, la más exquisita debutante de la temporada que ha rechazado ya a múltiples pretendientes.

Sin embargo, lo que él no esperaba es que se tratara de la encantadora Arabella Templeton, la justiciera de su más bochornosa pesadilla de juventud, por lo que el afamado sinvergüenza tendrá que demostrar que sus intenciones son honestas si quiere conseguir el triunfo.

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No sé a vosotras pero a mí, muchas veces, el secundario de una novela me gusta más que el protagonista. ¡Yo no tengo la culpa, su señoría, de que me los hagan tan encantadores o traumados que se me desintegran las bragas cada vez que salen! Y eso fue lo que me pasó leyendo Una prometida perfecta con Justin Sterling, que su mera presencia en la página hacía que me importaran dos pimientos Devon y Sebastian. Pues nada, ya estamos con la novela de Justin, donde le ponen una historia bastante decente y una moza a su lado más decente aún. Y un final...

Aquí me veis, disfrutándolo

Justin Sterling es guapo, guapo y guapo, ¡el rey del Martes Santo! Guapo y un pelín traumado porque nadie crece bajo el constante recordatorio de ser idéntico a la sorra de Camporrial de su madre sin que le quede una pequeña tarita. Pero Justin, en lugar de hacer como Sebastian e intentar ser un dechado de virtudes, decide lanzarse a los brazos de la alargada sombra de su madre y ser un vicioso y un empinador de codo y de miembro viril, todo para alegría del joputa de su padre, que se dedica a recordarle lo despreciable que es. Obviamente, esto deja huella en Justin pero solo lo sabemos él y nosotras, claro. Total, que como es el Don Juan mayor del reino y no hay xirri que se le resista, un amigo le reta a meterse en el bolsillo y en la cama a la Inalcanzable, la muchacha que trae de cabeza a todos los maromos de la sociedad. No es que le haga mucha gracia a Justin pero tampoco es de los que se echa atrás ante una apuesta. así que acepta. Pero cuando la conoce...

¡Cucú!

Va a ser que no. Resulta que la chica es Arabella Templeton, una moza a la que tiene una tirria especial porque se conocieron hace años y le recuerda uno de los peores momentos de su vida. La antipatía es mutua, claro, con lo que ganar la apuesta resulta más difícil aún. Pero Arabella no se comporta con Justin como las damiselas que se lo quieren calzar y la chica, incluso en su lenguaraz discurso, supone un soplo de aire fresco en la vida de Justin, con lo que este se encuentra cada vez más cómodo con ella y más interesado incluso en las cosas que la hacen peculiar y distinta al resto. A Arabella, obviamente, se le caen las bragas con Justin, ni el desdén puede con la alegría xirrinal que el maromo le provoca. Pero no puede ceder ante sus encantos porque si no se nos acaba el libro, así que, en lugar de fornicar, le dan al duelo dialéctico, de lejos lo mejor de la novela.

Nuestros dieces para esos ratitos

Y así se va desarrollando la historia, de modo nada sorprendente, con ellos dos cada vez llevándose mejor, cada vez sintiéndose más atraídos y blablabla, casi un calco de la novela anterior pero mejor. En ese aspecto, Samantha James me ha parecido estupenda, hace entretenida la normalidad. Los momentos en los que solo vemos la progresión de su relación son muy amenos, te incitan a seguir leyendo. Además, ambos evolucionan pero siguen conservando su personalidad, algo que me parece complicado sobre todo en un personaje como Justin, al que es muy fácil hacer blandurrio y que aquí gana profundidad pero sin perder su encanto bajabraguista. Pero, igual que la anterior historia, esta felicidad no se puede mantener eternamente (sobre todo, con la dichosa apuesta de fondo) y, cuando llega el momento de resolver todo, Samantha James prefiere ponerse a ver Netflix y que la novela se la termine un pez. No se puede escribir algo más pueril, apresurado, tonto y simplón y que me perdone el Yisuscraist de los Maromos Palotiles pero, si no llega a ser por mi amor a Justin, le pongo menos nota incluso.

Explícamelo, Samantha, bonita

De verdad, los personajes, estupendos; la relación entre ambos, muy entretenida; la narración, atrapante pero el final...

Un prometido perfecto habría sido casi perfecto ni no hubiera sido por esa parte final. En general, ha sido una lectura muy entretenida donde el maromo domina todo y logra no perder encanto de principio a fin pero que me deja con pocas ganas de seguir leyendo cosas de esta escritora viendo lo mal que remata historias que desarrolla estupendamente. 

Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...

De Justino me como hasta el pepino