Némesis (n.)
1) Oponente o rival al que no puedes superar o ganar;
2) La perdición de una persona;
3) Joshua Templeman.
Lucy Hutton y Joshua Templeman se odian. No es aversión. No es que se toleren a regañadientes. Es odio. Y no tienen problema en manifestar sus sentimientos a través de sus ya habituales comportamientos pasivo-agresivos mientras se sientan uno frente al otro, siendo asistentes de los directores ejecutivos de una editorial. Lucy no puede entender el modo de trabajar de Josh, tan estirado y meticuloso. Y Joshua se muestra perplejo ante el alegre vestuario de Lucy y su extremado optimismo. Su eterna pelea en el trabajo llega a su punto más álgido cuando ambos luchan por un ascenso y Lucy se niega a recular cuando su último juego le puede su trabajo soñado... Pero la tensión entre ambos también aumenta y Lucy descubre que tal vez no odia a Joshua. Y puede que él no la odie a ella. O puede que sólo sea otro juego...
No sé si sois de dar una vuelta por el mundo blogueril de la galaxia exterior (o sea, del mundo anglosajón) o de echar un ojillo a los premios que da Goodreads, por ejemplo. Si es así, os habrá pasado como a mí, que no había lista en la que no apareciera este libro como uno de los mejores del año pasado. Con esas valoraciones y sabiendo que iba de enemigos que se quieren matar a polvos, ¡cómo iba a dejarlo yo escapar! Así que si os gustan los libros de este tipo, no dejéis de echar un ojo a esta reseña...
Lucy Hutton y Joshua Templeman son enemigos de trabajo. Ocupan puestos idénticos dentro de la editorial Bexley & Gamin y cada uno representa a la perfección la filosofía de la empresa de la que provienen. Lucy es la chica simpática y encantadora, la que siempre cae bien e intenta facilitar el trabajo de todos los demás, la perfecta imagen de Gamin, preocupándose por la calidad de sus libros. Y Joshua es un ogro cerebrito, un témpano preocupado por la solvencia de su empresa, capaz de despedir a media plantilla si es necesario y sin desperdiciar un parpadeo. Es la perfecta imagen de Bexley, la editorial que no ve libros ni autores, únicamente numeritos. Como ambas editoriales iban de culo, se fusionaron y aquí tenemos a Lucy y a Joshua, encerrados en una moderna oficina de espejos, cada uno respondiendo ante su jefe y odiándose abiertamente cada día un poco más. A veces toca batirse en un duelo de miradas, otras, en un combate de esgrima verbal pero siempre juegan abiertamente a lo que más les gusta: el juego de odiarse. Por eso cuando la posibilidad de ascender y ser el jefe del otro se plantea, el juego pasa a ser mucho más divertido y despiadado...
Este libro ya lo hemos leído mil veces (sin ir más lejos, Practice makes perfect parte de la misma base) y, sin embargo, ninguna me ha encantado tanto como ésta. Y tiene mucho mérito porque, cuando lo empecé a leer, pensé que estaba ante otro caso de "este libro le gusta a todo el mundo menos a mí, *uta vida". La narración al principio me pareció poco fluída. No es que se lea mal pero las cosas no se conectaban del modo al que estoy acostumbrada, todo bien hilado, me daba la impresión de que Lucy nos tiraba las ideas a la cabeza. Pero os debo confesar que en una segunda lectura (lo terminé y lo volví a leer #NotEvenSorry) la narración en esa parte me pareció estupenda, supongo que es porque ya estaba acostumbrada a Lucy, que es quien nos cuenta en primera persona todo. Me encontré unida a Lucy por completo y descubriendo que no sólo es una polvorilla sino también una chica que se siente sola, que le dan agobios y que necesita un abrazo, además de ser un poco Bridget Jones de la vida. Por eso vemos a Josh como un petardo al principio, porque ella lo ve así. Somos #TeamLucy sin remedio pero, mientras ella ve al estirado de Josh, nosotras vamos descubriendo otras cositas que el cerebro de Lucy aún no pilla. Y es que el día a día pasa para ellos en torno a juegos que los dos saben que están jugando: el de mirarse mucho, el de lanzarse puyas, el de tocarse los cataplines metafóricamente hablando... Y tú ves que ahí empiezan a pasar cositas que te llevan a pensar que a lo que deberían jugar a otro jueguecito.
La tensión sexual entre ambos está logradísima, es de las mejores que me he echado a la cara en este tipo de libros. No estamos ante un libro de fol*arse vivos en los rincones de la oficina, el sexo llega pero lo hace tarde (y previamente no hay comidas de lo que se os ocurra ni guarrerismos húmedos). Sin tener ese tipo de cosas que nos mantienen calentitas (y que son el pan nuestro de cada día en la romántica actual) nuestro interés tiene que mantenerse con algo y Sally Thorne lo hace a través de dos cosas: charlas y besos.
Lo mejor del libro son las interacciones entre ambos. Los diálogos son ágiles, graciosos, adictivos por completo, podría vivir alimentándome de ellos, rebozándome en su frescura, en su mala leche y en su total maravillosidad. Estás deseando que se encuentren en la oficina para ver qué nuevo juego tienen, qué réplica ingeniosa se van a dar, qué nueva marquita va a hacer Josh en su agenda y qué nuevo modo de estrangularle le va a contar Lucy. Y cuando por fin hay algo más que palabras... 😍😍😍😍😍😍 Encuentro fascinante cómo se describen los momentos de intimidad física entre ambos. [Notará la lectora asidua a este blog mi súbito tono formal y es debido a que yo, al igual que Lucy, también intento parecer una estupenda joven totalmente seria y madura capaz de ser responsable delante de mi Josh de turno. A ver, Josh, chato, pasa por aquí y te enseño lo madura que soy, grrrrrrrrrrrrr]. Esos momentos son descriptivos sensitivamente hablando (¿eso existe?), sentimos la ansiedad de Lucy, el infinito placer que le produce descubrir la suavidad de Josh, el deleite que siente al besarle, y todo esto recarga nuestras ganas de que nos cuente lo que siente cuando Josh le fricciona 👉👌. Y al hilo de la fricción os digo que las escenas de sexo son pocas y con las descripciones justas, contando lo estrictamente necesario para que tú te imagines lo que están haciendo (y a esas alturas ya tienes tantas ganas de ahgfakjshdgjkashdgkas que te quedas más que satisfecha).
¡Somos todo orejas! |
Lucy Hutton y Joshua Templeman son enemigos de trabajo. Ocupan puestos idénticos dentro de la editorial Bexley & Gamin y cada uno representa a la perfección la filosofía de la empresa de la que provienen. Lucy es la chica simpática y encantadora, la que siempre cae bien e intenta facilitar el trabajo de todos los demás, la perfecta imagen de Gamin, preocupándose por la calidad de sus libros. Y Joshua es un ogro cerebrito, un témpano preocupado por la solvencia de su empresa, capaz de despedir a media plantilla si es necesario y sin desperdiciar un parpadeo. Es la perfecta imagen de Bexley, la editorial que no ve libros ni autores, únicamente numeritos. Como ambas editoriales iban de culo, se fusionaron y aquí tenemos a Lucy y a Joshua, encerrados en una moderna oficina de espejos, cada uno respondiendo ante su jefe y odiándose abiertamente cada día un poco más. A veces toca batirse en un duelo de miradas, otras, en un combate de esgrima verbal pero siempre juegan abiertamente a lo que más les gusta: el juego de odiarse. Por eso cuando la posibilidad de ascender y ser el jefe del otro se plantea, el juego pasa a ser mucho más divertido y despiadado...
Lucy va a ser una gran jefa |
Este libro ya lo hemos leído mil veces (sin ir más lejos, Practice makes perfect parte de la misma base) y, sin embargo, ninguna me ha encantado tanto como ésta. Y tiene mucho mérito porque, cuando lo empecé a leer, pensé que estaba ante otro caso de "este libro le gusta a todo el mundo menos a mí, *uta vida". La narración al principio me pareció poco fluída. No es que se lea mal pero las cosas no se conectaban del modo al que estoy acostumbrada, todo bien hilado, me daba la impresión de que Lucy nos tiraba las ideas a la cabeza. Pero os debo confesar que en una segunda lectura (lo terminé y lo volví a leer #NotEvenSorry) la narración en esa parte me pareció estupenda, supongo que es porque ya estaba acostumbrada a Lucy, que es quien nos cuenta en primera persona todo. Me encontré unida a Lucy por completo y descubriendo que no sólo es una polvorilla sino también una chica que se siente sola, que le dan agobios y que necesita un abrazo, además de ser un poco Bridget Jones de la vida. Por eso vemos a Josh como un petardo al principio, porque ella lo ve así. Somos #TeamLucy sin remedio pero, mientras ella ve al estirado de Josh, nosotras vamos descubriendo otras cositas que el cerebro de Lucy aún no pilla. Y es que el día a día pasa para ellos en torno a juegos que los dos saben que están jugando: el de mirarse mucho, el de lanzarse puyas, el de tocarse los cataplines metafóricamente hablando... Y tú ves que ahí empiezan a pasar cositas que te llevan a pensar que a lo que deberían jugar a otro jueguecito.
Al teto pero con mejor resultado final |
La tensión sexual entre ambos está logradísima, es de las mejores que me he echado a la cara en este tipo de libros. No estamos ante un libro de fol*arse vivos en los rincones de la oficina, el sexo llega pero lo hace tarde (y previamente no hay comidas de lo que se os ocurra ni guarrerismos húmedos). Sin tener ese tipo de cosas que nos mantienen calentitas (y que son el pan nuestro de cada día en la romántica actual) nuestro interés tiene que mantenerse con algo y Sally Thorne lo hace a través de dos cosas: charlas y besos.
Sounds like a party to me |
Lo mejor del libro son las interacciones entre ambos. Los diálogos son ágiles, graciosos, adictivos por completo, podría vivir alimentándome de ellos, rebozándome en su frescura, en su mala leche y en su total maravillosidad. Estás deseando que se encuentren en la oficina para ver qué nuevo juego tienen, qué réplica ingeniosa se van a dar, qué nueva marquita va a hacer Josh en su agenda y qué nuevo modo de estrangularle le va a contar Lucy. Y cuando por fin hay algo más que palabras... 😍😍😍😍😍😍 Encuentro fascinante cómo se describen los momentos de intimidad física entre ambos. [Notará la lectora asidua a este blog mi súbito tono formal y es debido a que yo, al igual que Lucy, también intento parecer una estupenda joven totalmente seria y madura capaz de ser responsable delante de mi Josh de turno. A ver, Josh, chato, pasa por aquí y te enseño lo madura que soy, grrrrrrrrrrrrr]. Esos momentos son descriptivos sensitivamente hablando (¿eso existe?), sentimos la ansiedad de Lucy, el infinito placer que le produce descubrir la suavidad de Josh, el deleite que siente al besarle, y todo esto recarga nuestras ganas de que nos cuente lo que siente cuando Josh le fricciona 👉👌. Y al hilo de la fricción os digo que las escenas de sexo son pocas y con las descripciones justas, contando lo estrictamente necesario para que tú te imagines lo que están haciendo (y a esas alturas ya tienes tantas ganas de ahgfakjshdgjkashdgkas que te quedas más que satisfecha).
Conexión imaginación-bajos de Kim |
The hating game es un libro de dos personajes y su historia. Es un nadismo contemporáneo en el que no queremos saber nada más que lo que les pasa a ambos, su historia personal y su historia de amor (no hay trama secundaria ni se echa de menos). He adorado a Lucy y a Josh. Ya os he comentado que con Lucy no empecé de buen modo, me aturullaba su modo de contar las cosas, pero cuando conecté con ella pasamos a ser una. La he encontrado encantadora y divertida, pero con debilidades muy reales. Y me he enamorado total y absolutamente de Josh. Sí, ya sé que esto lo digo cada dos por tres pero luego la mitad de los maromos caen en el olvido. Sin embargo Josh es tan absolutamente maravilloso que ya lo tengo en mi estantería de maromos quemefó. Es un Darcy de la vida al que le vas quitando capas (también de ropa) y vas descubriendo que esconde un hombre normal total y absolutamente adorable. Me ha parecido un acierto no ver nunca la historia desde los ojos de Josh porque lo recubre de un misterio que lo hace más apetecible aún. Parece un estirado al principio porque todo lo vemos a través de los ojos de Lucy y ella lo tiene como enemigo pero conocer a Josh es adorarlo sin reservas. Es todo lo que un book boyfriend debe ser y hay que aplaudir a Sally Thorne por haberlo creado de este modo porque si tienes que inventarte un hombretón que nos vuelva las enaguas del revés, ¿por qué no crearlo totalmente adorable? Si te gustan los buenos tíos (y los tíos buenos) Josh es tu hombre. Bueno, es el mío y aparta tus manos de él, perraca suprema.
Y un aplauso para Sally Thorne, menuda primera novela se ha sacado de la manga. A pesar de sabernos la historia de cabo a 🐍 te embauca, mantiene tu interés y cada vez te engancha un poco más. Os digo que yo empecé con muchas ganas, luego me llevé un pequeño chasco porque no lograba conectar, luego surgió la chispa y adiós vida, no quería ni dormir por seguir leyendo. Sin embargo, este libro ha sido como el huevo de Pascua de Josh (que no es que Josh sea unihuevo, que seguro que los tiene como dos alforjas, pero... Bah, qué más da, las que lo habéis leído me entendéis). Lo he leído despacito, saboreando las páginas, degustando la pequeña felicidad que renglón tras renglón me iba proporcionando. Y ni hay epílogo y ni falta que le hace, personalmente creo que no es necesario que nos lo cuente todo y el libro termina tan alto que yo me quedé más que satisfecha. También es verdad que a mí los epílogos, mñe. Pero vamos, que terminé haciendo la croqueta como hacía mucho que no la hacía con la romántica contemporánea.
Queridas mías, qué delicia ha sido leer The hating game. Divertido, entretenido, romántico... Camina con estupendo equilibrio entre lo humorístico, lo cuqui y lo real y sin ser moñas. ¿Se puede pedir más? ¡Pues sí! ¡Que fuera más largo! Que mi lectura del libro haya ido evolucionando como os he contado me hace darme cuenta de lo mucho que me ha gustado The hating game. Tanto que ha pasado a ser uno de mis libros favoritos para releer cuando quiera una historia que me haga sentir bien.Ahora queda que lo traduzcan al castellano para que lo podáis disfrutar todas tanto como yo.
[ACTUALIZACIÓN. El 12 de septiembre por fin se publica este estupendo libro en español, con el título de Cariño, cuánto te odio *ejem* *Kim, calladita estás más guapa*]
Por todo esto le damos en nuestro Gandymetro...
De buen rollo te lo digo |
Y un aplauso para Sally Thorne, menuda primera novela se ha sacado de la manga. A pesar de sabernos la historia de cabo a 🐍 te embauca, mantiene tu interés y cada vez te engancha un poco más. Os digo que yo empecé con muchas ganas, luego me llevé un pequeño chasco porque no lograba conectar, luego surgió la chispa y adiós vida, no quería ni dormir por seguir leyendo. Sin embargo, este libro ha sido como el huevo de Pascua de Josh (que no es que Josh sea unihuevo, que seguro que los tiene como dos alforjas, pero... Bah, qué más da, las que lo habéis leído me entendéis). Lo he leído despacito, saboreando las páginas, degustando la pequeña felicidad que renglón tras renglón me iba proporcionando. Y ni hay epílogo y ni falta que le hace, personalmente creo que no es necesario que nos lo cuente todo y el libro termina tan alto que yo me quedé más que satisfecha. También es verdad que a mí los epílogos, mñe. Pero vamos, que terminé haciendo la croqueta como hacía mucho que no la hacía con la romántica contemporánea.
Así leo mientras te espero, Josh |
Queridas mías, qué delicia ha sido leer The hating game. Divertido, entretenido, romántico... Camina con estupendo equilibrio entre lo humorístico, lo cuqui y lo real y sin ser moñas. ¿Se puede pedir más? ¡Pues sí! ¡Que fuera más largo! Que mi lectura del libro haya ido evolucionando como os he contado me hace darme cuenta de lo mucho que me ha gustado The hating game. Tanto que ha pasado a ser uno de mis libros favoritos para releer cuando quiera una historia que me haga sentir bien.
[ACTUALIZACIÓN. El 12 de septiembre por fin se publica este estupendo libro en español, con el título de Cariño, cuánto te odio *ejem* *Kim, calladita estás más guapa*]
Por todo esto le damos en nuestro Gandymetro...
Josh, quiero vivir en tu sofá y en el azul de tus ojos 😍 |