La joven que dijo «no» a un rey... y eligió vivir sus sueños.Claudia Maldonado se niega a ser una concubina. Y encima tiene que oír, de su propio padre, las ventajas que este “intercambio” aportaría a la familia. Porque ser amante de Felipe IV es un privilegio, y que la haya escogido entre todas las jóvenes damas de la corte, un halago. Claudia tiene claro que yacer con el monarca no le reportará nada que ella desee. Y solo encuentra una salida: alejarse de Madrid hasta que el rey se olvide de su capricho. Manuel Perea vuelve a España, después de largos años de destierro, y lo último que espera encontrar es una invitada sorpresa. ¿Quién es esta joven, por qué se oculta en casa de su hermana y de quién está huyendo? A pesar de su halo de inocencia, de esos ojos azules y de sus labios carnosos… no se fía de ella. Pero su voluntad se quiebra con solo mirarla.Una novela de vidas cruzadas y pasiones sin freno, donde una dama muy dada a imaginar lances y amoríos se convierte en la heroína de su propia aventura.
Hablar de Nuria Llop es hablar de una escritora española de romántica
original. Es cierto que ha incurrido en subgéneros más típicos como los
highlanders o el Oeste a través de su serie Odissey Park o en
el cozy mistery con
Un asunto delicado (que he leído, por cierto). Pero si algo la caracteriza es su romántica
de época ambientada en la España del Siglo de Oro, un toque distinto al
medievo o el siglo XIX patrio. De sus novelas históricas de este corte he
leído tres de Madrid Siglo de Oro (si queréis ver las
reseñas están
aquí, aquí y
aquí) y
ahora me he lanzado al primero de su serie Corazones solitarios.
La propuesta es muy interesante al meter, aunque sea de forma indirecta, a
personajes históricos como el
conde-duque de Olivares y el mismísimo rey Felipe IV, del que es
bien conocida su afición a las mujeres más allá de su esposa. Con esto
juega Nuria Llop para crear una trama en la que la joven protagonista,
Claudia Maldonado, será el objeto de deseo del monarca y ella, ni
corta ni perezosa, sale por patas porque no quiere amancebarse ni con el
rey ni con el sursum corda que bajara del cielo.
Es por esto que huye a casa de Marta Perea, a la que conoció en la capital
pero reside en Orgaz, y que nadie podrá sospechar que alberga a la
fugitiva, ya que nadie de su entorno sabe de ella, salvo Elena Herrera, su
mejor amiga y cómplice. Lo que no sospecha Claudia es que a
esa misma casa llegará el hermano de Marta, Manuel, desterrado en
Italia por un crimen que él dice que no cometió y que vuelve a su hogar
porque le preocupa la situación de su hermana.
Ya tenemos el pisto servido.
Como siempre, Nuria echa mano de los
enredos propios del teatro español del Siglo de Oro como las
identidades ocultas y las farsas (en este caso un matrimonio fingido entre
Claudia y Manuel), además de meter una
intriga sobre el pasado del protagonista y su vinculación con la
familia de la joven que hace imposible el romance.
Pero como los sentimientos son los que son,
la atracción se hace inevitable para ambos. Manuel es un picha
brava con una imaginación desbocada y, a pesar de tener una prometida en
Italia, no para de fantasear con Claudia. Ella, por su parte, tiene una
pasión secreta por la literatura y quiere emular a una de las escritoras
del momento, María de Zayas, por lo que no deja de crear en su mente
rocambolescas historias sobre el pasado de Manuel para entender su
comportamiento con ella.
Hay una buena combinación entre la experiencia de él y la inocencia de
ella, pero para mí ella a veces es demasiado lianta y él demasiado
obsesionado con el sexo.
La diosa interior de Manuel cada vez que él ve a Claudia |
Por eso me decanto más por las parejas secundarias. Por un lado,
Marta Perea y el notario Lorenzo Espósito, sobre todo este último,
ya que evoluciona bastante y pasamos de odiarlo (porque lo vemos con los
ojos de Marta) a quererlo. En cuanto a Marta, es de esos personajes que ya
hemos visto en otras novelas de Nuria Llop siendo protagonistas:
viudas con carácter que ha sabido salir adelante sin ayuda de
ningún hombre y que no quieren saber nada más de amores. En este caso, la
pobre no ha tenido un matrimonio feliz y lo último que desea es otro
marido. Menos mal que al final se da cuenta de que un señor con un buen
bigote y una barba poblada siempre viene bien para el cuerpo.
Me ha parecido una gozada ver ese detalle tan haggardiano.
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La otra pareja que promete es la de Elena Herrera y Enrique Díaz,
el primo de Claudia. Su novela, La magia del corazón, es un
enemies to lovers que seguro que tiene su encanto, teniendo en
cuenta que en El secreto de una dama no se aguantan... o eso
parece. Ella no lo soporta y él la llama "el erizo", así que imaginad lo
que puede ser eso.
En resumen, una novela que se lee con agrado, está bien narrada,
ambientada y documentada, los diálogos tienen momentos divertidos y los
personajes están bien construidos, aunque, como digo, yo
prefiero las parejas secundarias a la protagonista, sin que ello
quiera decir que Claudia y Manuel den ganas de matarlos, ojo. Sólo me han
parecido menos atractivos que los otros y su relación demasiado
instalust, algo que no me suele gustar demasiado. Pero eso ya es
cosa mía y de mis ranciedades.
Por todo esto, se lleva en nuestro Gandymetro...
Hola:
ResponderEliminarTengo esta novela y esta autora en eternos pendientes. A ver si me pongo con ella porque con lo que siempre me quejo de que no se aprovecha la cantidad de épocas históricas y siempre tiene que ser Regencia y época victoriana... Eso sí, que pena y rabia da cuando te atrae más la pareja secundaria que la protagonista.
Besos
Dale una oportunidad, a mí me gustó "La joya de mi deseo", es distinta a lo que solemos leer. ¡Gracias por pasarte!
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